En estos días navideños nos felicitamos unos a otros
con el deseo que el año nuevo que comienza venga cargado de felicidad. Imagino
que -como decía la canción- lo que nos deseamos es: “tres cosas hay en la vida de
salud, dinero y amor, y el que tenga esas tres cosas que le dé gracias a Dios…”
Yo quiero hacer una reflexión al respecto y empezaré
-sin querer ser agorero- con una verdad absoluta e irrefutable para que sirva
como inicio de mi felicitación a todos ustedes: El único y verdadero patrimonio
que tenemos todos y cada uno de nosotros es el tiempo que nos queda de vida. Lo
demás son circunstancias. Y creo que ese importante patrimonio que tenemos -La
Vida- debemos conservarlo y darle buen uso para alcanzar nuestra felicidad y la
de quienes nos rodean.
Como médico me afano en estudiar como preservar y
mejorar la salud y la vida de mis semejantes desde los mas indefensos aun en
las barrigas de sus madres hasta los mas desvalidos ancianos. Los que me
conocen, bien saben lo que quiero decir. Y puedo aseguraros que este empeño por
la vida aporta mucha felicidad. (Y aprovecho para saludar y felicitar al señor
Alberto Ruiz Gallardón por su valentía antiabortista, ahora que no me escucha
nadie).
Cada año nuevo nos proponemos alcanzar objetivos
varios y renovar propósitos atrasados, intenciones a veces poco rigurosas o
disparatadas perdiendonos en metas inalcanzables o espurias, cuando las
condiciones básicas para ser medianamente felices las despreciamos e ignoramos.
Quiero decir que no pongamos muy alto el listón de nuestros objetivos y
comencemos a subir peldaños uno a uno. Si vamos consiguiendo día a día pequeños
logros en poco tiempo obtendremos resultados satisfactorios, nuestra autoestima
crecerá y nos sentiremos satisfechos. Expectativas bajas y asumibles.
Estos planes (y un deseo) son los que yo propongo para comenzar
el año 2015:
Dejar de fumar. Sin dudarlo y desde el primer día.
No encienda nunca más un cigarrillo o un tabaco cualquiera. No se suicide en
cada aspiración de humos cancerígenos. No impregne de venenos volátiles
invisibles el aire de quienes respiran a su alrededor. Es conveniente dejar de
fumar, sobre todo antes de que el fumar lo deje a usted. Es posible dejar de
fumar, existen centros especializados para ayudar a los fumadores que deseen
desengancharse. Es imperativo conseguirlo para mantener la salud –la vida- y sé
que el éxito lo pueden disfrutar a corto plazo.
Control de estrés. El estrés es bueno para mejorar
algunas prestaciones laborales y profesionales. Y punto. El estrés desmedido y
desordenado es origen de ansiedad, angustia y desesperación. Y aunque no
debemos psiquiatrizar los comportamientos angustiosos puntuales y los trastornos
psicosomáticos autolimitados tampoco debemos trivializar el estrés continuado.
No es saludable vivir con estrés persistente. Muchos trastornos digestivos son
originados por el estrés, por ejemplo: al comer hay que masticar muy bien los
alimentos y tragar despacio y disfrutar de la comida, no engullir como los
pavos. Igualmente al hacer ejercicio en el gimnasio o en el parque hay que
disfrutar del momento y sacar provecho del esfuerzo, no correr despavoridos en
la cinta o entre la maleza con la lengua afuera como si perdiéramos el ferrobús
o empeñarnos en levantar palancas mecánicas como autómatas sin orden ni
concierto. Serenidad y disfrutar cada momento en su justa medida nos aporta
felicidad.
Trabajo y sueldo para todos. No me olvido del
terrible problema del paro. Indudablemente el trabajo es necesario para
realizarnos como personas y precisamos del dinero para pagar las facturas y
hacer frente a las necesidades básicas. Necesitamos dinero contante y sonante
ganado honradamente. Satisfacción por el trabajo y tranquilidad a fin de mes.
Esto es lo que nos prometen los políticos pero la realidad es otra: paro y
desolación.
En estos tiempos convulsos de tantas pandillas de
golfos apandadores inmorales e incultos, de políticos rastreros y engañabobos,
de botarates con corbata o pajarita que resaltan cada día en los noticiarios por
las grandes cantidades de dineros que han amasado al margen de la ley, yo
propongo una revolución soterrada de ciudadanos anónimos que nos tomemos las
cosas con lógica serenidad y coherencia, con honestidad y paciencia, en la
absoluta seguridad que de esa manera la verdad y la honradez se impondrán como
necesarias virtudes humanas y no solo como el estribillo de una canción
olvidada y que el día de mañana nuestros hijos y nietos gozarán de una sociedad
mas justa y equilibrada donde todos tendrán acceso al trabajo bien remunerado.
Potenciar las relaciones humanas. Conversar.
Charlar. Hablar. Expresarse. Decir cosas. Comunicarnos con la palabra.
Despreciar en lo posible las nuevas tecnologías de guasap y feisbuk si podemos
decirnos cosas cara a cara y mirarnos a los ojos. Y lo digo porque el día de
mañana, no dentro de muños años, los neurólogos nos dirán que para frenar las
demencias seniles vasculares y el Alzaheimer lo mejor es que nos relacionemos,
hablemos y discutamos y que nos esforcemos en estrechar los lazos familiares y
afectivos al máximo posible y sin límite de edad, nunca apartando ni obviando a
nuestros mayores por muy abuelitos que parezcan.
Tener ilusiones e inquietudes. Sin demagogias por
favor. Desde hacer punto de cruz hasta construir cohetes con envases de
refrescos. Hagamos lo que nos salga de las manos… o del cerebro. Leer, pintar,
escribir, meditar, hacer yoga o taichí, meditación trascendental o adoración
nocturna, filosofía o metafísica. Actuar y disfrutar. Aprender mil cosas.
Enseñar lo que sabemos. Darnos a los demás y disfrutar con ello. Recuerdo
cuando de niño nos animaban en mi colegio de los Jesuitas (Portacoeli) a ir a
los asilos a ayudar a los ancianos y la gran felicidad que esos días nos
proporcionaban. Recuperemos ese espíritu de la infancia altruista e inocente.
Seamos felices haciendo felices a los que nos rodean.
Amar señores, amar.
Feliz año nuevo.