De manera que nosotros solos nos los guisamos y nos lo comemos. Nos guisamos a fuego lento los ingredientes que nos ofrecen los políticos y sus informadores a sueldo y nos comemos unos insípidos rebrotes de coronavirus a todas luces magnificados en números y letras.
Parece que los quijotes españoles estábamos deseando que ocurriera para darnos caña a nosotros mismos con mucho bombo y proclamando: “¿lo ves?, ¡lo que yo decía…!”
No se puede ser mas tontos. La estulticia nos acompaña como parte de nuestra carga genética, cromosomas que aportan ignorancia, necedad y estupidez supina que derrochamos a diestro y siniestro.
¿Qué tiene que ver lo que está sucediendo en España a 27 de julio de 2020 con lo que sucedió en febrero, marzo, abril y mayo de este mismo año?
En aquellos meses sufrimos una pandemia de un virus completamente desconocido para los médicos de todo el mundo. Virus de la familia Coronavirus que, aunque en España estábamos avisados por lo sucedía en otros países, las medidas socio-políticas tomadas en aquellos días de febrero y marzo dificultaron los controles sanitarios (apolíticos), impidiendo que los médicos pudiésemos detectarlo a tiempo y, para colmo de males, una vez detectado, tampoco los “gobernantes” pusieron los medios adecuados para evitar su propagación exponencial y su virulencia mortal sobre todo en las personas mayores y en aquellos mermados por patologías previas que complicaban su evolución. Así fue y eso es innegable. (El número de las mascarillas si mascarillas no y ahora mascarillas para coger cangrejos es del TBO…)
A los médicos y sanitarios en aquellos meses nos sorprendió la rápida propagación del virus -desconocíamos hasta su mecanismo de contagio y virulencia-, no teníamos medios adecuados para diagnosticarlo correctamente, trabajando con muy escasos y precarios medios de protección anti-contagio, por lo que los sanitarios sufrimos una alta tasa de infección y enfermedad con casos mortales como todos sabemos.
Tampoco conocíamos con precisión la fisiopatología del cuadro clínico que producía el Covid-19, pues se comportaba de manera diferente a otros virus de la misma familia, por lo tanto, al principio no supimos tratarlo eficazmente, ni dispusimos de los medios adecuados para su correcto manejo a todos los niveles: atención primaria, asistencia domiciliaria, ambulatoria, hospitalaria y cuidados intensivos.
El resultado de todo lo anterior ya lo conocen ustedes: confinamiento nacional, colapso sanitario y hospitalario en algunas regiones hasta con hospitales de campaña, morgues improvisadas, la economía del país paralizada, ruina económica, ERTEs, paro… Y el reciente rescate europeo por los pelos…
Y, lo más importante: más de 40.000 muertos (diga lo que diga el “gobierno”) que dejan muchas familias desoladas y rotas. No nos han querido facilitar la cifras de fallecidos por el Covid-19. Esperemos que la Ley les obligue a hacerlo por el bien de todos.
¿Y como estamos ahora?
España, al ser un país que vive del turismo y de la escasa agricultura productiva que aun nos permiten los especuladores, recibe un gran numero de visitantes de todo el mundo mundial ya sean turistas o trabajadores temporeros. Muchos vienen ya contagiados sin saberlo. Otros vienen a divertirse sin tomar precauciones de ningún tipo haciendo de la noche una gran fiesta con las discotecas abarrotadas. Esto es lo que se debe controlar.
Los ciudadanos españoles, salvo las excepciones de algunos grupos de jóvenes que se saltan las normas con nocturnidad y alevosía, estamos cumpliendo escrupulosamente las normas anti-contagio, hacemos uso de las mascarillas de forma responsable, mantenemos la distancia social convenida, evitamos aglomeraciones sobre todo en espacios cerrados y extremamos las medidas de higiene antivirus.
Existen brotes en núcleos familiares aislados que son detectados a tiempo y con seguimiento personalizado lo que permite realizar pruebas de PCR a los contactos. Se están aislando los positivos y sometiendo a cuarentena a los sospechosos, que colaboran ejemplarmente.
Hay brotes en barrios con mayoría de inmigrantes y temporeros que se están confinando y realizando test a todos los vecinos y prestándo asistencia sanitaria a todo el que lo necesite.
Y habrá más brotes, supongo, por las características de nuestra España querida que somos un país sin fronteras, acogedor y hospitalario (nunca mejor dicho).
Brotes que se están manejando con la eficacia de la experiencia acumulada y aprendida. Se están llevando a cabo test de detección PCR en todos los contactos de los positivos para cortar la cadena de propagación, medidas que se están mostrando eficaces unidas al aislamiento y confinamiento de sospechosos. Se están realizado tratamientos domiciliarios preventivos con muy buena tolerancia por los pacientes.
El resultado es que los pacientes contagiados a día de hoy, muy pocos necesitan ingreso hospitalario y la incidencia de ingresos hospitalarios y en UVI es mínima. En la práctica, no hay casos de fallecidos en estos rebrotes veraniegos.
Los médicos y enfermeros conocemos mucho mejor que hace meses los mecanismos de contagio del virus y sus artimañas, tenemos más medios a nuestra disposición para combatir la enfermedad que produce -SRAS Covid.2- pues conocemos su fisiopatología y su idiosincrasia y podemos adelantarnos a las complicaciones con antibióticos, antivirales, corticoides y anticoagulantes…
El manejo terapéutico del paciente grave por SARS Cov.2 ha ido enriqueciéndose día a día con los estudios y ensayos clínicos que se están llevando a cabo en multitud de hospitales de todo el mundo. Hasta se habla de vacunas que ya se están experimentando en voluntarios humanos con muy buenos resultados.
Los Hospitales están prevenidos y preparados con sistemas anti-contagio para los profesionales, circuitos independientes para los pacientes, salas de aislamientos, UCIs con respiradores de última generación y, lo que es más importante, personal sanitario entrenado y capacitado para tratar con la máxima eficacia a los pacientes con Coronavirus.
Ahora que empezaban a venir los turistas a España, es decir el dinero, el negocio, la industria, la riqueza… nosotros mismos los espantamos con nuestra estulticia.
Y algunos hasta se alegran.