Esta maravilla de foto pertenece al archivo fotográfico de mi familia Pareja-Obregón Pol, y me la envía mi prima Concha.
Está fechada el 19 de abril de 1951, Feria de Sevilla, entonces en el Prado de San Sebastián.
Firmada por Arjona, supongo que por Pepe, saga familiar de excelentes profesionales y reconocidos fotógrafos taurinos.
La composición tiene algo mágico y etéreo, como un cuadro renacentista.
No es una foto posada, pero tampoco parece una instantánea...
La fotografía tiene un poco de todo: plasticidad, movimiento, tranquilidad, belleza, orden, coherencia, perspectiva, encuadre, luz, belleza... ¡Arte!
El escenario es una típica caseta de Feria entonces con telones decorativos y adornos sobrios. Cuatro señores sentados alrededor de una mesita comparten una cañera de vino y son admiradores de la escena principal desde el fondo de la foto. El segundo por la izquierda es don Ramón Pol Carbonell, orgulloso padre de de Delia y María Luisa, a las que mira con cariño.
El que toca la guitarra es mi padre. Tiene 21 años y como siempre parece ajeno a lo que pasa a su alrededor, aunque es el centro de la reunión. Está concentrado en su guitarra y parece fijarse en el guitarrista que tiene a su lado izquierdo, al que no reconozco. Está rodeado de bellezas. El hombre más feliz del mundo en ese momento, os lo aseguro.
A su derecha tiene a su novia, mi madre, Pilar. Está enamorada como una colegiala. Absorta y tímida, melancólica, la mirada baja, ensimismada en los arpégios de la sonanta y en Dios sabe qué anhelos e ilusiones a sus 19 años recién cumplidos.
A la derecha de mi madre, en la fila de las sillas, hay una señorita en movimiento que no se le ve la cara y parece que conversa con mi tia Delia -hermana de mi madre-, mi queridísima tía Delia de Madrid plena de belleza juvenil y angelical.
Sentadas en el suelo están las musas del cuadro, el centro de la composición. Mis queridas tías Delia y María Luisa Pol, dos bellezas, dos hermanas a cuál más guapa.
Delia, que se casaría pronto con Juan de Dios, hermano de mi padre (que seguro que estaría paseando a caballo), y su hermana María Luisa la madre de mis primos Nuñez Pol.
María Luisa, de blanco, está risueña y contenta, alegre y disfrutona como siempre muy flamenca y preciosa. La sencillez hecha elegancia.
María Luisa, de blanco, está risueña y contenta, alegre y disfrutona como siempre muy flamenca y preciosa. La sencillez hecha elegancia.
Y mi tía Delia de Sevilla. ¿La Macarena o La Esperanza? Qué bendita naturalidad y belleza. Fíjense en sus manos por favor. ¿En qué está pensando que está tan guapa?
La foto no necesita color porque el color está presente en la memoria de esos años: en los trajes de gitana, en las flores naturales, en los volantes bordados, en los ojos de estas bellezas primas y hermanas, hermanas y primas, que tanto cariño nos han dado a sus hijos y nietos.
Óle.