Según
la definición del Diccionario Enciclopédico Espasa-Calpe –undécima edición de
1987- que le compré un año más tarde absolutamente abducido a un vendedor que
llamó al timbre de mi casa a cara descubierta y que con preámbulos embaucadores
y sortilegios de adivino me anunció que la adquisición de los veinticuatro
tomos sería una de las compras mas edificantes y provechosas que haría en mi
vida y que dejar pasar aquella oportunidad de ser una persona culta para el
resto de mis días no tenía precio, porque en aquellos tomos se resumía el
conocimiento de la Humanidad entera poco menos que para mi y solo para mi si
era capaz de leer cada día unas cuantas definiciones y referencias, si me
detenía a observar con atención las escogidas reproducciones y los fieles mapas
geográficos, las fotos y resúmenes de las características principales de todos
los países y además, guardándome para el final la gran sorpresa -el truco
definitivo que haría desaparecer mi recelo de pagano en cómodas mensualidades
sin intereses- me notificó con grandes aspavientos y parafernalia teatral el
premio adicional añadido al firmar las “letras de cambio” a cambio de aquel
crisol de sabiduría: un horno microondas, maravilla de la técnica de los
ingenieros mas cualificados de los Estados Unidos de América del Norte.
No
me negarán ustedes que tuve una gran suerte aquel día. Inconscientemente
adquirí los basamentos de la sabiduría de los años futuros en forma de una
completa información del pasado resumida en aquel Diccionario Enciclopédico
encuadernado en polipiel marrón con bellísimas letras doradas, abundantes
ilustraciones antiguas y artículos algo desfasados pero conteniendo sabiduría y
conocimiento a raudales, además de un regalo irrenunciable, un prodigio de la
física cuántica consistente en un artilugio poco menos que
supercalifragilistico en el que se calentaban sin fuego ni llama los biberones
y los potitos de mis niños como por arte de birlibirloque, tan solo con darle a
un botóncito…
Literatura
y Ciencia en la maravillosa profesión de un vendedor charlatán que sabía más
que Briján. Buen ejemplo de Cultura.
Porque
la Cultura debe ser eso, nunca despreciar los conocimientos adquiridos en el
pasado por nuestros predecesores, tener los sentidos bien dispuestos para
comprender de lo que sucede en el presente y ser curiosos para abrir nuestra
mente al futuro.
Por
eso los humanos desde que tenemos raciocinio nos hemos ido interesando por la
Historia, la Escritura, la Antropología, la Filosofía, la Ciencia, la
Literatura, la Música, la Pintura, la Arquitectura… pero no podemos olvidarnos
de lo que nos enriquece el conocimiento de la Naturaleza, la Geografía, la
Biología, la Cosmología, la Religión, la Poesía…
La Cultura
es Conocimiento como muy bien explicaba Felipe Fernadez-Armesto hace pocos días
en las páginas de ABC Cultural. Y la
gestión correcta del conocimiento adquirido es lo que aporta la cualidad de
“culto” a la persona. Porque tener mucha sabiduría e información y no saber (o
no querer) trasmitirla es desperdiciar la más valiosa energía natural, positiva
y no contaminante, la entropía, la luz… Iluminar es sinónimo de enseñar.
Reconocemos
a los sabios no tanto por lo que saben sino por la facilidad con la que son capaces
de transmitir sus conocimientos. Desde Pitágoras, Sócrates, Platón,
Aristóteles, hasta Leonardo Da Vinci, Miguel Angel, Galileo, Newton, Copérnico,
Kant, Mozart, Beethoven, Darwin, Edison y ultimamente Tesla, Rutherford,
Einstein, Hawking, Gates y otros más que nos han ido abriendo los ojos al
Conocimiento a veces incluso a costa de su propia vida.
Debemos
utilizar las nuevas tecnologías de forma sensata y lógica para sacarles el
máximo partido en nuestra continua formación Humanística, no para convertirnos
en esclavos sumisos de las redes sociales y juegos alienantes.
La
Literatura es un ejemplo de cómo se entiende la cultura en los tiempos
actuales, en un pequeño artilugio caben cientos de libros, si, pero los libros
hay que leerlos, no basta con almacenarlos en megabites.
La
Ciencia está al alcance de quien sepa buscar en ella para abrirnos los ojos a
un mundo mágico, incluso mas fantástico que el de Harry Potter, pero real.
Las
Bellas Artes nos aportan un plus de distinción antropológica. La emoción
sentimental de la Música, la Pintura, La Arquitectura, la Poesía actúan como
bálsamo de fierabrás en nuestra mente preparándonos para ser instruidos cada
vez más y mas. El Arte llama la puerta de nuestro cerebro y debemos dejarlo
pasar sin dudarlo, aunque a veces no lo comprendamos.
La
Filosofía busca respuestas en la Curiosidad ancestral del ser humano. ¿Por qué?
Es la pregunta fundamental de nuestra existencia, quizás sea esa búsqueda del
“por qué” lo que da sentido a nuestra vida. Muchas personas buscan y encuentran
la respuesta en la Religión.
Considero
absurdo cerrar los ojos al Conocimiento y optar por pasar por la vida dando
vueltas a la noria sin ver mas allá que el culo del burro que tenemos delante.
Incluso la persona con menos opciones de acceso a la enseñanza y formación
cultural -ya sea por cuestiones geográficas, sociales o económicas- siempre
tendrá la opción de la observación del mundo que le rodea y no me cabe la menor
dudad que de ahí parte la intuición, que no es otra cosa que la Cultura más
básica pero más valiosa que existe. Esa persona observadora e intuitiva será
capaz de instruir a otras convirtiéndose en un Maestro. Y así sucesivamente.
Cerrar los ojos a esa cadena de información es dar un paso atrás en la
evolución.
Y no
puedo olvidarme de nuestros “honrados gobernantes” y de la poquísima
importancia que le dan a la Cultura, empezando por los planes educativos tan estrafalarios
de nuestros jóvenes -adaptados a los intereses políticos de cada región
española- y terminando por confundir a diario las témporas ayunadoras con el
culo del burro antes mencionado. Un disparate señores.
Bueno,
pues como quería decir antes de distraerme, la definición de Cultura de mi
querido y anticuado Espasa-Calpe dice así: “Fig;
Resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse por
medio del ejercicio las cualidades intelectuales del hombre.” Y añade: “Conjunto de conocimientos que se considera
indispensable para toda persona. Comprende fundamentalmente lectura, escritura
y aritmética, más nociones básicas de geometría, geografía, historia y ciencias
físico-naturales”
Pues
manos a la obra. ¡Y todos por igual, valientes!
Publicado en Tribuna Abierta de ABC de Sevilla el 24/06/16