Acaba
de morir otro torero de una cornada. Estaba toreando por afición y por
profesión, por lo tanto haciendo lo que le gustaba y exponiéndose
voluntariamente como cada tarde a un toro bravo que embiste y hiere. El toro no
entiende de heridas ni de muertes, su instinto de embestir y cornear está
implícito en sus genes, el toro hace lo que tiene que hacer. Ni más ni menos.
Sobre
las Corridas de Toros y la muerte de los toreros se han escritos muchas de las
mejores páginas de la literatura española en prosa y en verso, se representan
obras de teatro, se han rodado películas de cine y documentales, se editan
revistas taurinas y las crónicas periodísticas ocupan un buen puñado de páginas
de los periódicos. No voy yo a hablar de la Historia de la Tauromaquia (preciosa
por cierto).
Después
de la muerte de un torero nos damos cuenta de la grandeza y el valor de quienes
se ponen cada tarde delante de un toro, ya sea en una plaza de tientas, en una
portátil de cualquier pueblo perdido o en una plaza de primera de cualquier
capital del mundo taurino. Cada persona tiene sus motivos para elegir su
destino. Respeto a los toreros.
Admiro
a los ganaderos de bravo y soy un enamorado del toro de lidia como el animal
más bello y singular: embiste y acomete por casta y linaje genético una y otra
vez mientras tenga fuerzas, se crece ante el castigo de puyazos y banderillas y
se aferra a la vida con dignidad y gallardía a pesar de estar mortalmente
herido. Respeto a los toros.
Ahora
los anti-taurinos volverán a esgrimir sus argumentos: los toreros son unos
salvajes sanguinarios, unos torturadores y otros adjetivos peyorativos
ampliados con variados insultos a todos los taurinos, a los aficionados, al
público.
Los
más agresivos anti-taurinos desean encarecidamente y lo publican en las redes
sociales que a los toreros en activos les ocurra lo antes posible mas o menos
lo mismo que a los toros de lidia… ¡Ya ven ustedes la paradoja! A los toros ni
tocarlos pero que se mueran los toreros no les parece mal. No son
anti-taurinos, son anti-toreros.
Sinceramente
a mi no me gusta ir a ver una corrida de toros. Me da miedo lo que pueda pasar
y no tengo yo el cuerpo para sobresaltos y disgustos y mucho menos para valorar
la posibilidad de ver morir a un torero en directo. Dios me libre.
Hace
años que vengo diciendo que no voy más a ver una corrida de toros, aunque cada
años y por motivos variados asisto incómodo a dos o tres “festejos” en la Plaza
de Toros de Sevilla. Nunca salgo feliz ni contento de lo presenciado (si acaso
respiro aliviado si no ha habido percances…)
Tampoco
me gusta que hombres “luchadores” dentro de una jaula se peleen a golpes
demoledores casi hasta la muerte, que se den patadas en la cabeza o puñetazos
hasta quedar kao. Nunca iré a ver un “espectáculo” de ese tipo. Pero tienen
millones de seguidores en todo el mundo y se mueven millones de dólares en cada
combate. Allá ellos.
Tampoco
me gustan las carreras de motos, tan españolas, en las que unos chiquillos se
ponen a 300 kilómetros por hora y se dan hasta patadas para adelantarse y subir
a un podio de tres escalones, sin importarles dejar caer al rival y que se
parta la crisma. Igual pienso de las carreras de coches, bólidos absurdos dando
vueltas demenciales a un circuito sin fin con conductores jugándose la vida y
la de los otros pilotos sin ningún miramiento. Absurdo.
Y
tampoco me parece bien que usen a los animales con fines comerciales
confinándolos en jaulas minúsculas como hacen con los leones, los tigres, los
monos, los elefantes y otros muchos en los Circos o Zoológicos represores. Esos
animales deberían estar sueltos en su hábitat natural o en reservas animales
adecuadas. No más maltrato animal.
Tampoco
me gusta que aborten la mujeres por motivos económicos o políticos-sociales,
considero que es un crimen contra Vida humana. Y se les facilita el aborto, con
todas las bendiciones de los politicastros de turno.
No
me gusta ver como se mueren de hambre o de enfermedades comunes millones de
personas cada año en el mundo mientras otros tiramos alimentos diariamente y
despilfarramos el dinero en gastos absurdos que podrían evitar miles de
enfermedades proporcionando vacunas e hidratación.
Y no
me gusta que en nombre de las religiones y los dioses mueran cada día cientos
de personas en guerras absurdas y atentados criminales contra inocentes. Todos
estamos bajo la amenaza terrorista.
Me
aterrorizan los parricidios, la violencia de sexo contra mujeres, hombres y
niños, los psicópatas que andan sueltos violando a niñas o torturándolas. El
machismo es una lacra social que debemos denunciar y erradicar.
No
me gustan las botellones de los jóvenes que se emborrachan cada fin de semana y
matan con el coche a ciclistas o a paseantes… Y no hacemos nada al respecto.
En
el mundo hay muchas injusticias, incongruencias, hipocresías, partidismos,
falsedades, distorsiones, opiniones para todos los gustos y colores. Pero con prioridades,
señores, prioridades.
Y me
parece que los anti-toreros-taurinos deberían gastar sus fuerzas e
inteligencias en otros menesteres que aporten solidaridad y beneficio a los que
más lo necesiten. Prioridades.
Digo
yo.