Es mas fácil ser antitaurino y estar en contra de la
llamada “Fiesta de Toros”, de las “corridas de toros” y de otros festejos cuyo
protagonista es el toro bravo y que se celebran en muchas ciudades y pueblos de
España sobre todo en estos meses de verano, que defensor de ella.
Comprendo que
es difícil presenciar algunas escenas que repiten machaconamente los
telediarios. Pero tenemos que comprender que el Toro Bravo embiste, acomete y
si puede hiere gravemente, de manera que se entabla una lid entre toro y torero
o entre el toro y los parroquianos que –voluntariamente- deben correr para no
ser alcanzados por el toro. Por eso si fuera un toro manso no serviría para
estos fines y no habría festejo alguno. Es decir la esencia de esta ancestral
costumbre es el enfrentamiento –aunque sea un instante- cara a cara entre
hombre y toro bravo, asumiendo el primero el riesgo de ser corneado y herido a
veces con resultado fatal. Ya sea en una Plaza de Toros o en espacios abiertos
se escenificará una lucha entre hombre y toro que casi siempre termina con la
muerte del animal. Como colofón de la “fiesta” el toro debe morir, debe ser
sacrificado para finalizar el duelo toro-torero o bien como consuelo y regocijo
del pueblo…
La verdad es que yo comprendo que para muchas personas esta
“fiesta” no tenga mucho sentido. Muchos se preguntan qué ha sucedido en
realidad: ¿Un espectáculo lúdico? ¿Una expresión cultural? ¿Un drama? ¿Una
salvajada?...
La respuesta está en la Libertad de Expresión y que
cada uno opine como quiera. Pero con respeto. La Fiesta de Toros esta
permitida, regulada con Leyes y aceptada por un gran número de españoles. Forma
parte de nuestro bagaje cultural y de nuestra idiosincrasia. Los que asistimos
o participamos como actores o espectadores no estamos cometiendo ningún delito. Yo le exijo a los “antitaurinos” respeto y tolerancia
sin violencia. Que cada uno opine lo que quiera, pero sin salpicar.
Porque lo que me llama la atención de los
“antitaurinos” es el fervor “taurino” que muestran para exponer su opinión al
respecto, embistiendo con agresiones verbales y físicas, insultos y
provocaciones constantes, sin diferenciar entre hombres mujeres o niños. Esa
son sus señas de identidad. Y eso es un delito. Al parecer son acérrimos defensores
de la vida del toro de lidia pero no de la vida de los que no piensan como
ellos: “al toro ni tocarle pero al torero que lo mate un toro” han llegado a
decir estos sufragistas. Y eso es un delito.
Supongo que no solo serán defensores de estos bos taurus sino que también repartirán
sus fuerzas en la defensa de otros tantos animales “injustamente maltratados”
por el hombre.
Estoy seguro que defenderán con uñas y dientes a los
pobres animales de los circos encerrados en minúsculos vagones y obligados a
realizar malabarismos a golpe de eso mismo; a los pobres canarios y otras aves
trinadoras de bonitos colores prisioneros eternos sin juicio sumario; que
defenderán sin tregua a los cetáceos impunemente arponeados y descuartizados
aún vivos en las cubiertas de los barcos y a los indefensos atunes extraídos de
la mar con fierros y arrojados vivos en congeladores japoneses; también a los
indefensos bogavantes aburridos en minúsculas peceras y que son escaldados sin
anestesia previa; a las aves de corral criadas industrialmente sin dejarlas
descansar ni dormir para ser electrocutadas al llegar al peso convenido; a los
cerdos ibéricos criados solo para engordarlos y luego sajarles el cuello solo
por el afán de comernos sus jamones y sus tripas; a los pobres elefantes,
leones, tigres, cebras, jirafas, búfalos, gorilas y demás trofeos de cacerías
“legales”… La lista es tan larga que solo he nombrado algunos ejemplos de estas
“animaladas” que creo que necesitan con urgencia de la protección de los
“antitaurinos”…
Otro aspecto que se me viene a la cabeza que no
debería ser pasado por alto por estos defensores de la vida de los toros es que
podrían dedicar un poco de su tiempo dedicado al antitaurinismo a explicarles
detenidamente a todas las personas y familias que viven gracias al “taurinismo”
como van a resarcirles económicamente si desaparece como ellos desean su “modus
vivendi”. A lo mejor estarían dispuestos a aportar parte de sus ingresos para
compensarlos… digo yo.
También pienso que gran parte de ese fervor
antitaurino estaría muy bien aprovechado en labores sociales y humanitarias
pues dentro de nuestras fronteras muchas personas (no taurinas) pasan hambre y
necesidades, incluso algunas mujeres se ven obligadas a abortar y lo lógico es
que estos defensores a ultranza de la vida del toro bravo sean unos
incuestionables defensores de la vida humana… digo yo… ¿nooo?