No sé si somos muchos o somos pocos, si somos de derechas o de izquierdas, del centro, del perímetro, del diámetro, del radio, de la tangente, de la hipotenusa, de la bisectriz o de los catetos. No sé si somos raros como el álgebra, la geometría, el cálculo, las integrales o la trigonometría. O si entre todos somos unas ecuaciones sin resolver, teoremas imposibles como los números cuánticos, infinitos o supercalifragislitos. Pero seamos cuántos seamos los que piensan como yo, voy a hablar por mí y solo por mí. Personal e intransferible.
Aclaro que desprecio a esa gran mayoría de incultos vociferantes que opinan de todo sin saber de la misa la mitad. Personajes que vemos en la tele opinando de política, del covid, de volcanes, de guerras o de economía, cuando no saben ni mear sin mancharse los pantalones. De las señoras no opino, que ya se sabe lo que pasa.
Mi reino no es de ese mundo que vivimos ahora con esta guerra que pone en peligro la paz mundial, no entiendo nada de política internacional, pero me preocupa la estabilidad de Europa y sobre todo me preocupa lo que ocurre aquí en España.
No es mi mundo ni son de mi reino esta caterva de politicastros, unos con olor a loewe y otros a zorrillo rastrero, desde el perturbado y peligroso jefe del gobierno actual a los ministros sin ministerios, ministros de nada que no sirven para nada y que por supuesto no hacen nada, pero eso sí, con muchos asesores que nos cuestan un pastón, la mayoría de ellos inútiles y vacuos, resacosos casi siempre de ginebras con tónicas hechas para gilipollas pero pagadas por nosotros los contribuyentes tan solo al encender la luz o repostar gasolina.
Estoy hasta la coronilla de los diputados bobos e ineptos, de los mantenedores del gobierno -unos cuantos que nos desprecian y otros cuantos que nos odian- que nos insultan y amenazan en directo sin pudor ni respeto por los españoles mientras engordan sus cuentas corrientes con nuestro dinero a la vez que son testigos de la debacle de la sociedad a la que prometieron servir y proteger, sin tener la dignidad de reconocer que nos mintieron, nos mienten y nos seguirán mintiendo.
No puedo soportar a aquellos alcaldes y concejales ya sean capitalinos o pueblerinos, que trepan por codicia y no por limpia vocación, muchos tan lerdos y botarates que dan vergüenza ajena, con ínfulas de elegidos para la gloria cuando no son más que títeres de los partidos que los sustentan, pobres diablos o diablas que se amparan y aferran a sus cargos como garrapatas y desfogan sus falsos proyectos en los medios de comunicación y redes sociales como si fueran mesías mediáticos, pobres y ridículos muñecos o muñecas de trapo rellenos de serrín y cosidos con puntadas flojas.
Y que quieren ustedes que les diga de los sindicatos y sindicalista apegados como dóciles borregos al gobiernos de turno, auténticos golfos con balcones a la carrera oficial, dirigidos por personajes oscuros cortados por la misma tijera, caraduras desde su más tierna infancia, que conforman sindicatos absurdos e ineficaces para el obrero trabajador honesto, siendo tan solo una agencia de colocación de vagos y de compra de votos de los partidos políticos que los sustentan. En USA sindicato es casi sinónimo de mafia, con eso lo explico todo,
Yo les pediría a los señores que se incluyan voluntariamente en uno de los apartados anteriores que, al menos, tengan nociones de educación, urbanidad, y respeto, no al catecismo laico progresista moderno y conceptual -como dicen los que no saben lo que decir-, sino respeto a la historia de España sin intentar modificarla, respeto a la Verdad sin maquillarla, a la Democracia sin manipularla, a la Justicia sin avergonzarla, respeto en definitiva a la Persona (con mayúscula) sin intentar humillarnos ni denostarnos.
Creo que los que decidan dedicarse a "la política" deberían ser personas probadas en su ejercicio privado y que al menos tuvieran unos mínimos conceptos claros de humanidades, tanto de letras, (filosofía, moral personal, ética social) como experiencias de ciencias y de conciencias, de honestidad con uno mismo y hacer continua autocrítica ante la sociedad que les aupó a ese cargo y también -muy importante- autocrítica ante el espejo desnudos cómo los hijos de Eva, para que se recuerden como son mediante la observación objetiva de su cuerpo, que observen sus papadas, lorzas, cartucheras, michelines, arrugas, y demás cortes anatómicos y de andar por casa. Que recuerden que están hechos de la misma pasta que nosotros, los currantes corrientes y molientes.
Y a los que se creen diferentes, tan ufanos ellos, les digo: tan solo sois ridículos, no diferentes. Son ustedes unos falsos profetas de mojones. Si no se escudan detrás de siglas defensoras, de recovecos legales, de sueldazos injustos, de dietas falaces, de comisiones y arreglos bajo cuerda, de posturas impostadas con disfraces profesionales, trajes cortados a medida para lucir en los festivales de cine, en los saraos progresistas, en los burladeros de los toros o en los eventos multitudinarios, no sois nada. La mayoría de ustedes no son más que gorditos feos con careta de papel maché. No se os olvide.
Por lo tanto no inventen ni intenten engañarnos, que se les ve el plumero y/o las perlas Majórica.
Y váyanse cuanto antes por favor.
PD: Y todos mis respetos a la gran mayoría de personas que dedican su tiempo y esfuerzo a mejorar la vida de sus semejantes con autentica vocación política, incluso renunciando a su carrera profesional, sean del color que sean y del partido político que voten. A todos estos, mi apoyo y mi sincero agradecimiento.