"Casos Clínicos"

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Sevilla, Huelva, El Rompido, Andaluz.
Licenciado en Medicina y Cirugía. Frustrado Alquimista. Probable Metafísico. El que mejor canta los fandangos muy malamente del mundo. Ronco a compás de Martinete.

viernes, 14 de julio de 2017

La Piel

La piel que nos cubre y que nos descubre, que nos pinta y que nos despinta, que nos protege o que nos delata, la piel que nos sirve de frontera con el espacio inclemente y con el tiempo atmosférico, con el más acá y el más allá, la piel que tanto nos gusta que nos acaricien o que nos causa rechazo inmediato solo con la cercanía de otra piel no deseada, la piel dura de las plantas de los pies que nos retrae siglos atrás o la piel cerebral de las yemas de los dedos que disfruta originando música vibrando las cuerdas de una guitarra o acariciando las teclas de un piano, la piel del cuerpo femenino tersa y suave, la piel masculina oxidada y rebelde, la piel sensitiva tan frágil y temblorosa de las zonas sexuales, la piel insensible curtida por el sol o reseca por el viento y el frio, la piel salada de los marineros, la piel cérea y lánguida de las señoritas de las novelas de amor, la piel teñida de mil colores fabulosos por la antojadiza melanina, la bronceada piel de las amazonas, la piel roja de los indios americanos, la piel del rostro pálido de las películas de combois, la piel negra resplandeciente de los esclavos que nunca debieron serlo, la piel que contra tu piel se peleaba… LA PIEL.

Así como el corazón, el hígado, los pulmones o los riñones son órganos del cuerpo humano, la piel con sus tres capas: epidermis, dermis e hipodermis, se considera el órgano de mayor tamaño de nuestro organismo. Cinco kilos cinco pesa nuestro cuero. Cinco kilos de células especiales que forman la epidermis protectora, de células de grasa que nos aíslan del frio y de la calor y células hacendosas de tejido conjuntivo lleno de capilares arterio-venosos y de linfáticos que proporcionan nutrientes a los corpúsculos nerviosos y terminaciones sensitivas, táctiles, de presión y térmicas. Piel repleta de glándulas sebáceas, de poros sudoríparos, de pelos y de variados orificios que permiten el intercambio entre mundo exterior e interior y viceversa.

Pero para muchos de nosotros la piel es tan solo la epidermis, la capa más externa, la que vemos, la que nos rascamos cuando pica, la que nos lavamos con jabones y nos rellenamos de cremas y afeites día tras día. Eso esta muy requetebién, cuidar la epidermis es un hábito saludable, sobre todo para las industrias cosméticas que venden oleosos potingues epidérmicos a precio de oro.

Pero es más importante cuidar la dermis y la hipodermis sobre todo con Medicina Preventiva.

La piel se nutre e hidrata desde adentro hacia afuera. Buena hidratación con aporte correcto de líquidos y buena alimentación mediterránea con dosis altas de antioxidantes naturales, vitaminas y alimentos ricos en beta carotenos (frutas y verduras de colores anaranjados, amarillos, rojos, etcétera) nos van a proporcionar buena salud para nuestra hipodermis y dermis. El deporte diario y el descanso correcto aportan firmeza y juventud a nuestra piel.

Lo mejor para cuidar la epidermis – que es la capa mas externa de la piel- es evitar las radiaciones solares que producen quemaduras potencialmente cancerígenas, es decir nunca exponerse al sol directo en las horas centrales del día. Y antes de tomar el sol cubrir la epidermis con las dosis correctas de cremas protectoras con filtros de rayos UVA, sobre todo en los niños. La radiación solar (como todas las radiaciones nucleares) es acumulativa. Existen tablas que pueden ustedes consultar según su tipo de piel adecuado al color (más blanco menos melanina y mas riesgo) y los tiempos de exposición solar adecuados.

Yo recomiendo cuidar nuestra piel durante todo el año, no solo en verano, tanto por dentro con dieta mediterránea alta en beta-carotenos antioxidantes, también buena hidratación sin exceso de alcohol, nunca tabaco; por afuera con poco sol directo y con buenas cremas cosméticas de protección y nutrición epidérmica.

Y les cuento un secreto. En invierno puede ser muy atractiva una piel bronceada. Pero no hay nada más atractivo para mi que una piel de mujer resplandecientemente blanca y saludable en pleno mes de agosto.

He dicho.


lunes, 10 de julio de 2017

Ropa de verano

En verano hace calor y los rayos UVA solares hacen daño en la piel produciendo quemaduras y aumentando el riesgo de cáncer. Tenemos que protegernos de los malvados rayos cancerígenos y al mismo tiempo no aumentar la sensación de calor que producen las altas temperaturas que podemos empeorar con ropas inadecuadas.

Lo fundamental es no exponerse a los rayos solares a las horas centrales del día, entre las doce y las seis de la tarde, si no es necesario.

Siempre me preguntan por los beduinos y  tuaregs del Sahara que caminan por el desierto completamente cubiertos a pesar de la altísimas temperaturas. Pues la explicación es sencilla:

Ellos no tienen más remedio que andar bajo el sol y deben proteger su piel completamente de los peligrosos rayos abrasadores.  La arena actúa como un espejo que refleja y amplifica los rayos solares, por lo que no sirven los paraguas.

Siempre visten ropas de algodón natural que permiten la transpiración natural y con colores azul o crema que reflejan los rayos solares sin absorberlos.

Son ropas holgadas sin ataduras ni compresiones, de mangas anchas que permiten aprovechar el menor soplo de viento para producir corrientes de aire refrescante su piel y mantener una temperatura estable.

El objetivo es sudar lo menos posible, de ahí sus andares cansinos y pausados.
Estas mismas ropas sirve de protección a los cambios de temperatura por las noches y a las traidoras tormentas de arena.

Por eso las recomendaciones para vestir en verano son obvias.

Evitar los rayos solares directos en las horas centrales del dia. La siesta salva muchas vidas…

Cubrir la cabeza con sombreros adecuados de tejidos naturales que permitan la transpiración del pelo y nos protejan la cara del sol directo. Gafas sol polarizadas si es posible.

Vestir siempre con ropas de algodón (nunca sintéticas) preferiblemente de colores claros, muy holgadas que permitan la transpiración natural sin apreturas ni encarcelamientos de michelines, y sin producir olores de sudoraciones excesivas.

Cuanto más vaporosas las batitas femeninas o mas anchas las camisas masculinas mejor que mejor.

Pantalones cortos o largos dos tallas mas grandes que los de invierno, muy fresquitos y sin compromisos de espacio.

Las apreturas y compresiones elásticas producen dificultad para la circulación venosa y es causa de muchos problemas de edemas en las piernas y de retención de líquidos. Prohibidos los elásticos y la ropa compresiva. Libertad de movimientos a todas horas del día.

Los señores con camisetas sintéticas de motivos futboleros adheridas a las carnes trémulas son de Juzgado de Guardia. Las señoras con los pantys pegados  a las barrigas colgantes y bamboleantes al caminar deberían ser advertidas por la Autoridad Vestuaria de las virtudes de los holgados y bellos camisones algodonosos que permiten mantener al fresco el sur de sus anatomías.

Nunca marcar paquetes masculinos ni femeninos. Dejemos a los órganos reproductores en libertad, a su son natural.

Siempre bragas y braslip muy cómodos, limpios y fáciles de quitar (por lo que pueda suceder de improvisto).

Evite las chanclas de plástico (por favor) para andar por la ciudad. Son artículos de playa o piscina exclusivamente. Zapatos cómodos y transpirables. De rejilla, de cuero, de algodón, de tela, de lo que sea, pero que sean higiénicos y mantengan los pinreles en perfecto estado de revista.

Y si se suda mucho no pasa nada de nada, agua abundante por dentro (de la nevera, como dice mi nieta Celsa) y por fuera, una buena ducha fresquita reconcilia el alma y el cuerpo… ¿ o no?