Este
verano de 2019 que está a punto de convertirse en otoño ha sido muy especial
para nuestra familia. El 17 de agosto nació Celso Pareja-Obregón Ostos -el IV
Celso Pareja-Obregón consecutivo desde mi padre- y nos llenó nuevamente de
felicidad a todos, especialmente a los primerizos padres Paloma y Celso y también
a los igualmente estrenados abuelos Antonio e Inmaculada padres de Paloma, a la
abuela María José (fabricante de ilusiones con forma de ropita de primera
postura) a Ana mi hija y a las tres felices primas Celsa (8), Leonor (6) y Ana
(4)… aunque a esta última creo que es a la que menos gracia le ha hecho la
llegada del primito Celsito.
Este
pasado curso laboral ha sido de mucho trabajo, quizás por querer atender a
demasiadas personas a la vez o por no saber decir que no, el caso es que tomé
las vacaciones desde finales de julio con ganas de descansar. Yo siempre me
tomo las vacaciones con expectativas bajas, sin hacer ningún plan por
adelantado (si acaso una semanita en barco por Portugal con mis amigos) tan
solo dejándome llevar por la monotonía del día a día con mi pandilla familiar,
ir a los mandados y pasar por la pescadería de Pitu a ver que pesco, las
navegadas en el Huevofrito a la
“punta de barra” para el paseo mágico entre gaviotas y charranes, el baño
excepcional con mis nietas, las cervezas heladas a la vuelta en El Vertical o
en cualquier tabernáculo con mis hermanos y los amigos de siempre, los
almuerzos o cenas en familia en restaurante de Joaquín Ceada (Paseo Marítimo) y
sobre todo aprovechar el tiempo que me queda para pasear, pensar y leer.
Como
digo este verano ha sido especialmente provechoso para mi. Antes del día 17 de
agosto predominada la incertidumbre del parto y eso me producía una leve
ansiedad. Cuando tengo ansiedad o miedos me suelo encerrar en mis adentros y le
doy vueltas al coco intentando racionalizar mis (infundados) temores y
convertir la ansiedad en lógica tranquilidad… esto me lleva a repasar muchos
aspectos de mi vida y de mis miedos antiguos (que ya no lo son pues les gané
por ippón), y así voy cogiendo confianza y apartando estos temores inoportunos
que me asaltan sobre todo ante cualquier tribulación familiar.
Me
gusta pensar. Disfruto analizando los pensamientos, sensaciones, emociones,
sueños y pesadillas que me crean ansiedad y a veces melancolía. Este verano ha
sido especialmente “pensativo”: antes del nacimiento de mi nieto me sentía con
algo de preocupación y angustia (leve), y después cuando -como es lógico- todo
sucedió normalmente sin complicaciones, me inundó esa alegría y felicidad
interior de tener conciencia que soy un privilegiado padre y abuelo de la mejor
familia que se pueda tener.
Además
este verano tan “interior” lo he aprovechado para acercarme a mis hermanas que
menos veo y darles las gracias por lo buenas que son, que pasan los años y
tenemos que querernos mucho y darnos muchos besos y estar muy unidos porque
nuestra madre, la bisabuela, está ya muy viejecita. Si, vieja. Que parece que
es un insulto pero no lo es. Se puede ser muy mayor de edad, se puede ser
anciana, pero mi madre se está haciendo viejecita a pasos agigantados y no pasa
nada por decirlo. Gracias a Dios no le duele nada. Por cierto hoy le hemos
llevado a Celsito -que acaba de llegar de El Rompido- para que lo conociera.
Preciosa foto.
También
he charlado con mi padre que sigue tan vivo dentro de mis sueños y se aparece
cuando le da la gana para -con pocas palabras pero suficientes- darle a mi vida
un mínimo cambio de rumbo, trimar bien las velas de mi conducta y enderezar el
rumbo de mis pensamientos. Cada día está mas joven, por cierto.
En
resumen, un verano de 2019 que ha sido especialmente feliz para nosotros con el
nacimiento de Celsito IV. Que he disfrutado como siempre de mi Rompido, de mis
hijos, de mis nietas que son mis marineras y mis ángeles de la guarda, de toda
mi familia y de mis amigos.
Vacaciones
que he aprovechado para poner mi cabeza en orden porque creo que estaba algo
desajustada con tanto trajín y frentes abiertos familiares y laborales. Que he
vuelto a Sevilla relajado y agradecido a Paloma y a Celsito por este nieto tan
lindo. Que este curso laboral que empieza me llena de ilusión otra vez todos
los días. Y que tengo muchos motivos para dar gracias a todos los que me hacéis
que me sienta como me siento. Y que ustedes lo vean por muchos años.
Gracias
a Dios.