Qué conceptos tan extremos y a la vez tan cercanos. ¿Dónde se haya el límite? ¿Estoy sano? ¿Cuándo me puedo considerar que estoy enfermo? Con esta disyuntiva -tener que elegir entre dos soluciones diferentes- nos encontramos los médicos en nuestro día a día en la consulta.
El paciente viene a la consulta preocupado por su salud, quiere saber si está enfermo. Tiene síntomas que atribuye a que algo no va bien en su organismo: cansancio, malestar, dolores, fatigas, fiebres... o bien nos muestra unos papeles con resultados de informes y análisis donde aparecen unas estrellitas o resaltes en negritas de valores que indican que no son normales.
Muchos de los pacientes que veo por primera vez me cuentan directamente el diagnostico que ellos creen tener, ya sea por sospechas de otros médicos y/o por mirar en google y otras fuentes de internet. Muchas veces se molestan si yo no miro esos papeles y comienzo la consulta con preguntas sencillas; edad, profesión, costumbres, antecedentes familiares y personales desde la infancia, fechas, etcétera.
Lo que quieren es que les diga inmediatamente si están enfermos o con mala evolución de sus dolencias, por qué, de qué, y cómo voy a solucionar su problema lo antes posible.
Igual que un embarazo sin complicaciones no es una enfermedad, cumplir años es saludable, es lo que nos hace estar vivos ahora mismo. La edad no es una enfermedad, ni son síntomas preocupantes las goteras que nos corresponden según nuestra biología y genética.
Nuestros cartílagos articulares desgastados, la agilidad disminuida, los músculos que se fatigan antes y pierden consistencia, las arterias más rígidas que cuando jóvenes, la leve sordera... yo no los considero síntomas de enfermedades.
La Medicina no es una ciencia exacta. Decimos los médicos que para nosotros nuca dos más dos son cuatro. Lo que para un paciente es un síntoma trivial, para otros es un tormento. Ninguno sentimos el dolor de la misma forma. Nuestro amplificador neurosensorial, ante un estímulo nociceptivo determinado, lo traduce bien en dolores modulados y llevaderos o mal en lacerantes y estridentes sensaciones de insoportable dolor. Pero la intensidad del dolor no indica la gravedad de una patología. Un esguince de tobillo, un dolor de oídos o de muelas no pone en peligro nuestra supervivencia. Un dolor sordo de pecho o de garganta puede anunciar un fatal desenlace... o ser señal de una crisis de angustia sin consecuencias.
Quiero decir que el dolor es muy inespecífico como síntoma y además depende de la sensibilidad individual. Pasa igual con el cansancio, con la fatiga, con el malestar general, con los trastornos del ánimo y del sueño, con los dolores de cabeza... La mayoría de las veces son resultado de una vida ajetreada, con estrés, preocupaciones, falta de descanso, tabaco, alcohol, mala alimentación, vida sedentaria... Nada que no se pueda solucionar con cambios en los hábitos de vida, dieta adecuada y ejercicio físico. Un examen médico rutinario debe bastar para excluir enfermedades graves.
Les explico a mis pacientes que es un despilfarro y a veces una injusticia tener buena salud y vivir con sentimiento de enfermedad abusando de visitas a especialistas y realizando pruebas médicas innecesarias. He tenido pacientes que son "enfermos imaginarios" que van buscando una enfermedad a su medida. Estos "enfermos" además se sienten incomprendidos por muchos médicos que los despiden con "usted no tiene nada"... aunque los síntomas van a persistir a pesar de que las pruebas complementarias sean normales.
La Medicina Psicosomática aporta soluciones para este tipo de pacientes que sufren síntomas variados e inespecíficos, pero que los amplifican y cronifican, multiplicando la asistencia médica y las pruebas injustificadas.
Los médicos psico-somáticos queremos aportar una visión médica integral sobre estos pacientes y es nuestra labor hacerles ver la diferencia entre el concepto de salud integral de la persona y el de enfermedad definida como patología psico-orgánica que menoscaba la salud.
Podemos ayudarlos disminuyendo la severidad de sus síntomas y la angustia vital que sufren ayudándoles a comprender correctamente los -a veces nebulosos- conceptos de Salud y Enfermedad.
Publicado en ABC de Sevilla el 02/11/21