Escrito por Pilar Pareja-Obregón López-Pazo
Noble en su armadura y
corazón abierto.
Dulces sus palabras.
Dulces mis recuerdos.
Grata su sonrisa y amor
verdadero.
Corre en tu caballo las
tardes de invierno.
Va con su escopeta.
Vive como el viento.
“¡Prima, que alegría!”
“¡Ay, cuanto te quiero!”
Eso me decían mis primos de
Los Cerros.
Niños muy queridos,
saltándole al viento,
Volando entre jaras, oliendo
a romero.
¡Te has ido con Ella cuando
huele a incienso,
Con la más campera, La que
llevas dentro!
Vino una Paloma, y se fue
corriendo:
¡Ahí va mi Joaquín sin ningún
desvelo!
Nos tiene a nosotros y a los
más pequeños,
Tiene a su mujer y un
grandioso recuerdo:
¡Que la Blanca Paloma lo
llevó hasta el Cielo!
En recuerdo de nuestro
primo hermano Joaquín Pareja-Obregón Rodríguez, fallecido con 53 años el lunes de
Pentecostés del año 2016
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Yo añado, dolorido:
Mi primo Joaquín nació en el campo en la finca de La Abundancia rodeado de toros bravos y yeguas de Concha y Sierra.
El hijo mayor del Conde Prado Castellano se crió entre encinas y monte bajo de la dehesa Los Cerros y los arrozales eternos de Isla Mayor. Su escuela fue la Naturaleza desnuda de ese paisaje mágico que delimitan El Aljarafe, El Rocío y la costa del Coto de Doñana.
Desde niño aprendió a jugar con los animales y las aves en perfecta simbiosis. Su primera bicicleta fue un caballo serrero con el que jaleaba reses entre pastos de invierno y verano. Cazador por instinto natural, no por imposición social. Respeto, coherencia y prudencia guiaban sus pasos por el monte. Andar con él por el campo era un master en ecología y biología. Criaba gallinas, gallos, conejos, perros, potros...
Agricultor y labrador por herencia y por genética desde su juventud conocía, al igual que sus hermanos Fernando y Martín, las máquinas cosechadoras al dedillo y era capaz de manejarlas y repararlas sobre la marcha.
Disfruté con él y con mis primos y primas (Pilar, Pastora y Rocío) de momentos inolvidables en La Abundancia, en los herraderos y tentaderos anuales, en las inolvidables e irrepetibles fiestas del 12 de octubre día de la Virgén del Pilar, con el "sillón de la muerte" y las bromas a los invitados noveles, con los cohetes en el salón...
Y en la dehesa de Los Cerros donde siendo un chaval di mis primeros tiros como cazador, y donde tantas jornadas de conejos, zorzales, zorros y perdices hemos podido disfrutar toda la familia. Esas noches de luna monteando rodeados de perros aún las tengo grabadas en mi piel. Y escucho estremecido la voz campera de Joaquín llamando a los perros y voceando algún conejo en un claro. "Un cartucho, un conejo".
Y no puedo olvidar - y partir de ahora nunca olvidaré- mi primer camino del Rocío a caballo (hace más de 40 años), saliendo por la mañana desde Los Cerros junto a mis primos Joaquín y Pilar para llegar a la caída de la tarde a la casa de "la Boca del Lobo" en la aldea. Y la pechá de vino que nos pegábamos Joaquín, mi hermano José María y yo durante los días de romería con todas las hermandades que iban llegando y que salíamos a encontrarlas en charré y a caballo... días que me marcaron para siempre y que están absolutamente unidos a la risa, la alegría y la vitalidad indescriptible de mi primo Joaquín y de sus hermanos y hermanas.
Y tantas tardes que pasamos juntos en el Tiro de Pichón de El Carambolo junto a nuestros padres, recibiendo una educación tan diferente y a la vez tan exigente, basada en el respeto humano y la deportividad, donde aprendimos a hacernos hombrecitos rodeados de tantos señores que no nos dejaban pasar ni una... ¿te acuerdas?
Mi primo Joaquin deja en la Puebla del Rio una bellísima viuda, Manoli, madre de sus dos hijos Joaquín y Manuela, inmejorables personas dignos de sus padres.
Querido primo Joaquín, nunca te olvidaré.
Vé con La Virgen del Rocío.