Cuaderno de apuntes, opiniones, reflexiones y embustes de Celso Pareja-Obregón López-Pazo y familia.
"Casos Clínicos"

- Celso Pareja-Obregón López-Pazo.
- Sevilla, Huelva, El Rompido, Andaluz.
- Licenciado en Medicina y Cirugía. Frustrado Alquimista. Probable Metafísico. El que mejor canta los fandangos muy malamente del mundo. Ronco a compás de Martinete.
jueves, 4 de septiembre de 2025
Agosto 2025

sábado, 2 de agosto de 2025
Julio 2025

jueves, 5 de septiembre de 2024
LA RIA Y SUS MAREAS. La esencia del Rompido
Cuando empieza a vislumbrarse claridad por levante y empieza a asomarse la bola naranja por encima de Punta Umbría, nuestra ría se sonroja de vergüenza por lucir tan bonita y en las dunas de la otra banda donde todavía esta fresca la arena se reflejan los primeros diamantes de luz de millones de granos del más fino cristal, un tesoro inagotable que hemos podido apreciar los que hemos amanecido allí alguna vez...
El agua adormilada comienza a despertar y se va vistiendo de colores a la par que el cielo se ilumina. El fresco viento del norte está dejando la ría perfumada de aromas de pinos y eucaliptos. Después, cuando se va calentando la orilla los barriletes se desperezan enseñando sus armas, asoman las gusanas arbiñocas sus bigotes por las cerraduras y los longuerones desenvainan sus falos carnosos.
Un zarapito agujerea el fango con precisión de cirujano, el curri-curri corretea dibujando un acertijo y empiezan las gaviotas a chillar pidiendo comida.
Sobre las faldas de las dunas recién peinadas van arañando las curianas un perfecto rail hasta las matas de verde jara. Una culebra pasa indolente y silenciosa y se enrosca en la solana para atrapar energía. Los gazapos se aventuran con miedo a salir de las madrigueras y roen sus primeras raíces del día.
No muy lejos los primeros runrunes de los motores de los pesqueros buscando la boca de la barra rompen el silencio natural de la desembocadura del Rio Piedra.
Ya los charranes se tiran de cabeza buscando hilos de plata bajo el agua transparente. En los bajos se pasean los robalos, las bailas se amontonan y como siempre rebullen de alegría, los chocos se molestan de tanta algarabía y se marchan enfadados cambiando de color.
Se va calentando el agua y la corriente ordena el fondo fangoso poniendo a cada uno en su sitio, las mojarras, las herreras, los roncaores, los sargos y las doradas buscan cangrejillos y gusanos, alguna solitaria corvina con ganas de pelea barbea el fondo y traga crustáceos, un pejesapo feo como un rano abre una enorme boca y traga sin cuidado todo lo que se mueva, un lenguado aplastado se despega del fondo y se escurre por la arena dorada, el aguamala borbotea transparente contra corriente. Empieza a subir la marea llenando los caños de vida, la marisma de aromas y las playas de alegría.
Ahora está el sol aplomado en lo más alto y la arena fina refleja orgullosa tanta luz que daña la vista. En la hora de la siesta.
Cruzando la carretera, en los cabezos de tuneras almendros e higueras, se desgañitan las chicharras con ese zumbido elitroso que llega desde todos los pinos de la forestal donde las marabujas se tuestan y adornan los carriles polvorientos.
Los pájaros se refugian a la sombra de las más apretadas ramas. Un lagarto verde y grande se asoma por debajo de una lasca y se vuelve a esconder asustado.
Bajo los pinos corre una brisa especial, la que trae el fresco viento del suroeste, aire de la mar salado y marinero, viento propicio para empujar los grandes trapos de los antiguos velachos con aquellas velas latinas y cangrejas que -en mi memoria de niño boquiabierto- todavía veo voltejear y trasluchar bien cargados con la pesca de varios días de faena remontando el río hasta llegar a El Rompido.
Se calentó la tierra y una térmica hace que sople con fuerza el viento foreño encrespando la superficie del agua que se agita salpicando a los navegantes.
Al atardecer la ría recupera su armonía de sonidos y su paleta de colores La corriente se lleva el agua otra vez a la mar la dejando la orilla empapada y a la vista el fango y sus entrañas.
Con el cambio de la marea empieza a amainar el viento. Se queda la ría como un espejo plateado donde se refleja la antigua Almadraba atunera.
Sinfonía del agua al desaguar tantos caños, al acariciar las proas de los barcos fondeados, al lamer las riveras y orillas que se van quedando húmedas y blandas mostrando por levante de nuevo las playas de ensueño y los bajos relucientes.
Da gusto observar la ría a la caída de la tarde cuando esta tranquila la marea. El agua se templa de paz y se calla, solo se oye un rumor de cangrejos en la orilla deshollinando sus agujeros.
Huele a salitre, a ostiones, a fango, yo sigo oliendo el olor a pescado seco colgando de los obenques de los pesqueros, huele a madera gastada a brea y algas.
Un marinero arrugado boga pausadamente en una vieja patera sin romper el agua casi con el milagro artesanal de los remos y toletes de madera y los estrobos de cuerda. Ya están calando trasmallos desde sus botes mis amigos de la infancia.
Ahora regresan de la mar por la boca de la barra los pesqueros rompieros enturbiando el fondo arenoso y las gaviotas -compañeras oportunistas- rastrean los despojos de las redes y se pelean como corraleras.
Vuelven las limícolas a correr por las orillas metiendo los zancos en el nutritivo barro. Los patos vuelan muy alto en colleras y formando una uve pasan las espátulas y flamencos camino de su dormitorio. Las lisas se asoman sacando los morros para ver atardecer.
Viene de nuevo otra marea, ahora más callada y tímida.
Se enciende el faro automático y las farolas alumbran las calles, encienden sus luces (abren sus fauces voraces) los bares y el pueblo huele a gambas y frituras mientras los niños juegan en esta plaza o en el paseo donde, pueden montar en bicicletas.
Aunque la noche oculta los colores de la ría, en mi niñez, desde mi cama, seguía viendo en tecnicolor la arena blanca con destellos arco iris, la retama verde, la playa de mil tonos azules, ocres y con espumas nacaradas bajo un cielo azul marino.
Con este recuerdo, cada día de mi verano en El Rompido, me voy quedando dormido.

domingo, 6 de agosto de 2023
Veraneo 2023
Este año nuestro veraneo -de María José y mío- está siendo especial. Estrenamos apartamento y alargamos la estancia rompiera desde primeros de julio hasta final de agosto. Cosas de la edad y del merecido descanso (nos dicen los hijos...) Yo me lo creo y disfruto en tan buena compañía cada día de este largo y relajante veraneo.
El cambio de ubicación ha sido un éxito rotundo para nosotros los abuelos, ahora con mayor independencia y privacidad, unido a la vecindad con nuestros hijos Ana y David (yo le digo "mi compadre") Celso y Paloma, con los cinco niet@s, que a tiro de silbido yiuii, yiuii aparecen por todas partes como si surgieran de la lámpara maravillosa, siempre buscando a su guapa y joven abuela María José, sobre todo el pequeño Esteban, que parece que tiene un imán con su "Aba"...
Una piscina enorme a la que casi puedo saltar desde mi terraza y el chiringuito familiar "El Vertical", con helados botellines sanadores y reunidores de acólitos -tertulia de majaretas ya casi imprescindibles en mi día a día- como no puede ser de otra forma en este Rompido de mis entrañas...
Seguimos disfrutando en familia del Huevofrito para el baño diario en la Punta de la Barra, mágica playa con poderes terapéuticos salutíferos que aprovecho desde hace miles de años para practicar una mezcla de ejercicio aeróbico caminando mientras a la vez hago mindfulness, yoga, naturismo y búsqueda de tesoros preciosos que nos ofrece la naturaleza: sonidos relajantes, colores mágicos, conversaciones con las gaviotas, correlimos y charranes, baños en solitario o bien con mi santa, rodeado de niet@s que parecen peces que surgen de las olas por todas partes requiriendo atención en cada zambullida.
Los paseos en bajamar nos permiten además explorar en familia los bajos arenosos de cien colores ocres parcheados de charcos y golas de albercas naturales donde mis nietos Celso y Esteban disfrutan "nadando" sin peligro mientras Celsa Leonor y Ana con sus tablas se están iniciando en el surf, son unas sirenas maravillosas...
Si hay pleamar por las tardes, nos bañamos en la playita delante de La Pecera, las niñas sacan la tabla de padle-surf y reman navegando las olitas de los barcos, y yo aprovecho para darme mi baño arcano en las aguas salobres de la ría.
En las puestas de sol nos pueden ustedes encontrar a todos en el Paseo Marítimo, en el poyete ("el rebate" le llamamos) junto al Restaurante del mismo nombre, donde nuestro amigo Joaquin Ceada nos espera con su puro humeante y nos va surtiendo de copas de cerveza y mientras se va coloreando de naranja y rojo el cielo por poniente, allá por el faro, y El Rompido se va llenando de forasteros que buscan un asiento en los más de veinte restaurantes a pie de playa que se llenan cada día a estas horas.
Allí, en el Restaurante Paseo Marítimo, despedimos el día entre bromas y cervezas, a veces cenando toda la familia, donde las raciones de chocos o de acedías dura muy poco ante el apetito saludable de los nietos. Bendit@s sean.
Pero casi todas las noches disfrutamos la estupenda abuela y yo de una cena en la terraza a la luz del farolito con su vela tremulante y una copita de vino blanco helado.
Una buena película sí cuadra, y la obligada hora de lectura nocturna inductora de sueño y hasta mañana si Dios quiere señoras y señores.

jueves, 8 de junio de 2023
¿Podremos pensar?
Yo sé que en mi playa el mar sabe escribir. Hay días de recalmón que solo se expresa con tenues versos difíciles de comprender para el paseante. Parece que la mar no dice nada pero la poesía brota del "manantial sereno" de su suavidad cuando roza la arena de la playa, cuando lame algunas conchenas gastadas, cuando se entretiene en jugar con los peces de la orilla escribiendo versos de plata y oro, plata en la superficie y oro viejo en el fondo, versos efímeros pero sagrados, que quedan para siempre grabados en la retina de quien los sabe ver y leer. Estos versos de sosiego -tan repetidos- nunca están escritos con las mismas palabras, pero siempre con caligrafía musical armónica y agradable. Hay que disfrutar con su arcano lenguaje sin intención de descifrarlos, solo de admirar su idioma.
En los días de mar de leva y "olaje" déspota que revienta en la costa, el agua turbulenta escribe feroz dejando enigmas de espumas sobre la playa y olas que dibujan señales de urgencia al retirarse, prólogo de interminables epopeyas de ultramar, soliloquios de profundidades negras, relatos de tormentas y ciclones que mueven la superficie del agua sin orden ni concierto hasta que deseando calmarse, se deciden a firmar en cada orilla y con cada ola una nueva ordenanza, una razón para temer, para pensar, para dudar y para tener respeto a la naturaleza. El mar -como Dios- escribe con renglones torcidos.
Y el viento. Saber escuchar (¡Dios Mío de mi vida, cuánto echo de menos el oído!).
El viento habla. Aunque no se mueva el aire habla el viento en silencio al oido de quien quiera escucharlo. Nuestra orejas son una caracola mágica. El susurro de la calma es paladeable, somos nosotros mismos los que nos escuchamos. Una leve brisa a la orilla de la mar es un concierto de oleaje, gaviotas, charranes, chapoteos, niños y hasta el mismo Angel de la Guarda que se baña aprovechando el momento de tranquilidad.
Cuando va subiendo en intensidad el viento se expresa en idioma universal, pero habla el lenguaje de la gente del mar. Y la gente del mar habla con el viento. Cada día de su vida y cada singladura hablan con el viento porque es su dios. Si sopla porque sopla, si no sopla, porque no sopla. El viento es el rumbo y la veleta. El viento nos pone a cada uno en nuestro sitio.
Cuando salta el foreño y las olas se alegran y divierten formando montañas de agua que rompen en algarabía de espumas en las playas, cuando la arena salta de la tierra y se muda de ensenada, cuando se hinchan las velas de las gaviotas que navegan en el cielo de las aves, entonces el aire en movimiento nos habla con voz autoritaria y nos explica sus razones, sus tremendos argumentos implacables, su frescura o su calentura, su razón o su sinrazón. El hecho es que su atronadora voz nos convence y seduce (por lo menos a mi) de que ni el sombrero, ni el paraguas, ni el chubasquero, ni el mundo entero, sirven para nada contra él. Ni siquiera los tapones en los oídos.
El viento que yo me refiero le canta las cuarenta al más pintado, al mas endurecido de los mortales, al mas encorsetado o disfrazado. Nadie se libra del ruido ensordecedor del viento que sopla dentro de su cabeza. Ese runrun no se detiene ante nada ni ante nadie. Es el viento constante de la conciencia. Pepito Grillo de la vida. Un viento avisador de errores, registrador de desatinos y de meteduras de patas y a la vez confraternizador de malas pasadas. Viento que recuerda a rachas lo que debemos (y no en el sentido dinerario de la frase) y lo que nos deben. Yo tengo mala memoria, a pesar del viento.
PD.
Ahora tenemos unas elecciones generales a la vista.
Desde El Rompido me pregunto si el sonido del mar que tengo dentro de mis oídos desde que nací, la arena de la playa que piso desde mi infancia, el agua que reconozco como mía, el viento amigo que no me amenaza, el sol que comparto, el aire que respiro...
¿Es posible que todo esto sea falso?
Esta es la sensación que tengo después de estos años de gobierno de Pedro Sanchez y de sus socios del gobierno. Tengo la impresión de que quieren cambiar el orden de las mareas, el sentido de las olas, el rumbo de los vientos y el vuelo de las gaviotas.
Ya no sé que es lo próximo que nos obligarán a pensar. ¿Será posible que esto que escribo sea "fascista" y me señalen con una cruz en la frente y me adjudiquen un comisario político?
Porque he hablado de libertad, de la mar, del viento, de lo que siento...
Y no he nombrado a Podemos...

miércoles, 22 de junio de 2022
El Caminante

domingo, 17 de abril de 2022
Semana Santa rompiera, reflexiones.
Hoy domingo de Pascua de Resurrección. En Sevilla ha pasado una Semana Santa casi plena, exceptuando las lluvias del Lunes y Martes Santo que impidieron algunas procesiones previstas. El resto sin problemas, gracias a Dios y a su Santa Madre la Virgen Maria. Madrugada llena de devoción y de Pasión de Cristo. Amanecer esplendoroso de luz y de fervor. Toda Sevilla en la calle con sus Cofradías. Los turistas alucinados. Qué maravilla de Semana Santa en Sevilla.
Yo en El Rompido desde el lunes. Es mi costumbre desde pequeño cuando desde el Viernes de Dolores nos montábamos en el Seat 1500 y regresábamos tal día como hoy. Entonces nos dedicábamos a pescar o a cazar, dependiendo del avenate de mi padre y de mi tío Manolo. En aquellos años 60, 70 y 80, El Rompido era "el paraíso"; una aldea desconocida, por donde no pasaba nadie que no tuviera que ir allí, a orillas de la ría del piedras, una naturaleza virgen espectacular con la configuración perfecta para la pesca por sus fondos llenos de vida, con orillas de marismas, humedales, fangales, playas desconocidas con miles de dunas, hasta la orilla llegaban los pinares de una forestal inmensa de cientos de hectáreas repletas de vida salvaje, zorros, perdices, conejos, avefrías, pitorras, becadas, patos, flamencos y cientos de aves limícolas y rapaces, un tesoro biológico por descubrir. Como he dicho a veces: era nuestro Macondo particular.
Con nuestros padres y mis primos Manuel Diego, Joaquín, Carmen y Arturo, con todos mis hermanos, tanto en Navidad, como en Semana Santa, y en aquellos larguísimos veranos de tres meses, hemos disfrutado tanto y lo hemos pasado tan bien, jugando en la arena y en el fango, navegando, pescando, cazando, explorando y descubriendo aquella maravillosa perla oculta de Huelva, que estoy dispuesto a intentar escribir esos recuerdos...
Desde hace años todo es muy diferente. Los viejos pescadores fundadores de la flota de almadraba rompiera, tan familiares para mí, ya no están con nosotros. Sus descendientes fueron dejando las faenas de la mar con la llegada de los veraneantes, vendiendo sus recios lanchones -primero velachos y luego a motor- y fueron varando sus botes marineros del trasmallo o palangre, para apuntarse a la industria del turismo, salvo algunas familias originarias que persisten y conservan modernos barcos pesqueros manteniendo viva la tradición pesquera en El Rompido.
El Rompido de hoy día es un pueblo volcado en una gran industria hostelera. Muchas casas de pescadores se han reconvertido en restaurantes, bares, heladerías, discotecas, tiendas de moda y complementos, la mayoría propiedad de los hijos y nietos de los antiguos patrones de pesca y también de valientes empresarios que apostaron por este rincón bendito hace años cuando no era tan conocido. Hoteles, campos de golf, urbanizaciones de lujo, centro comercial, marinas nauticas y deportivas llenas de lanchas y yates, barcos de paseo y guías turísticos, la oferta lúdica y gastronómica es espectacular y muy diversa, con sus luces y sus sombras, sus estrellas y sus nubarrones.
Yo intento sobrevivir a toda esta multitud de turistas y de forasteros que perturban mi día a día tranquilo y relajado. Busco mis perdederos y mis rincones tranquilos. Mis aguas calmas fuera del trajín de embarcaciones alocadas. Mis paseos bajo los pinos oliendo a salina o por la orilla del mar con la única compañía de las gaviotas amigas y de quien yo quiera. Unos hacen yoga y yo ando por la orilla del mar. Me baño en agua fresca y me dejo llevar por la corriente un buen rato, meditando. Si voy con mis nietas les voy enseñando a ser prudentes y responsables, a no meterse en los terrenos donde anidan los charranes, a conversar con las gaviotas con gestos pausados y sin mirarlas, a observar los bandos de peces transparentes de la orilla, a distinguir las algas, a evitar las aguamalas, hasta como se debe hacer caca en el agua sin tener problemas...
PD: El Domingo de Ramos vi la cofradía de la Paz por el parque con mi familia. El lunes me fui a la playa. Hoy domingo he ido a misa al Gran Poder. Después visita a la Esperanza de Triana y al paso del caballo, que le gustaba mucho a mi familia paterna.
Eso es lo que hecho esta Semana santa de 2022, gracias a Dios.

lunes, 26 de julio de 2021
Verano 2021

domingo, 19 de julio de 2020
Mi Fango de El Rompido

jueves, 16 de julio de 2020
Al fango con mascarilla
Una medida que no se corresponde con la situación sanitaria actual en Andalucía, donde tenemos una incidencia de casos acumulados por cada 100.000 habitantes menor de 1 (0,8 Andalucía y 0,38 en Huelva), con muy pocos casos activos, la mayoría de ellos asintomáticos y prácticamente ningún ingreso hospitalario…

domingo, 9 de febrero de 2020
Mi Rio Piedras
JOSE MARIA PAREJA OBREGON
