"Casos Clínicos"

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Sevilla, Huelva, El Rompido, Andaluz.
Licenciado en Medicina y Cirugía. Frustrado Alquimista. Probable Metafísico. El que mejor canta los fandangos muy malamente del mundo. Ronco a compás de Martinete.
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sábado, 17 de octubre de 2020

De Cacerias...

Comienza una nueva temporada de caza y a mis 64 años, cuando llevo ya más de 5 años sin pegar un tiro, me pregunto: ¿he sido cazador? 
La verdad es que no lo se. Quizá nunca me he sentido cazador como observo se sienten hoy día muchos de los que están desenfundando las armas y preparándose para ojeos, batidas y monterías variadas. A todos les deseo un año lleno de éxitos y sin percances. Yo no recuerdo tener tanta afición como veo en los cazadores de hoy. 
Hablando de recuerdos, la verdad es que no sé bien cuando comencé a cazar. Dice mi madre que como era el mayor de los varones y no fui al colegio hasta los seis años, mi padre me llevaba desde muy pequeño al campo. El campo y escopetas eran más o menos lo mismo en mi casa. 
En mis primeros recuerdos relacionados con la caza, me veo agazapado tras una mata viendo a mi padre tirar zorzales, siempre esperando una señal para salir a cobrar los pájaros caídos alrededor del puesto. Iba haciendo montones. Me gustaba perseguir a los alicortados entre trochas y regajos hasta encontrarlos y recibir la sonrisa de asentimiento de mi padre al verme volver con la pieza cobrada. A la caída de la tarde, casi sin luz, la cacería al saco (¿cuántos? muchos…), la escopeta a la funda y calentito en el coche para casa. 
Colijo que mis primeros tiros, ya con siete u ocho años, fueron con la escopetilla de 12 mm, con esos cartuchos finos y largos que sonaban de maravilla. Terreras, cogujadas, alguna perdiz de peón o algún gazapo despistado fueron mis primeros trofeos cinegéticos cobrados en las lindes de los carriles. 
Al poco ya estaba tirando con el 20, dejando volar los pájaros y correr a los conejos. 
Tuve una mala experiencia por esos años, sobre 196… y tantos. Era verano y fuimos a un descaste de conejos en la finca Las Manchorras, creo que en Villanueva de los Castillejos, Huelva. Salimos desde El Rompido muy temprano. La mancha estaba muy metida en el monte, dejamos los coches y fuimos en burros. La cacería muy abundante, y yo siempre junto a mi padre, a su izquierda, tirando con el 20 los conejos que quedaban renqueantes o los que mi padre me avisaba en los claros. A última hora de la mañana, ya de recogida, decidieron rodear un manchón y meter los perros. Mi padre me dejó por precaución sentado debajo de una encina. De pronto escuché un ruido raro, como una explosión diferente, y vi un brazo en alto sangrando. El cañón izquierdo de la escopeta de mi padre reventó por la cara lateral y le destrozó la mano. La hemorragia era abundante. Recuerdo el torniquete en el brazo, mi padre pálido mirándome sin quejarse, contento de que yo no hubiera estado a su lado en ese momento, el regreso eterno en burro hasta los coches, el traslado a Huelva en un Renault 4L lleno de sangre. Después de unos meses de curas y sacar muchos plomos del brazo, estábamos de vuelta en el campo, de nuevo cazando y yo a su lado, sin miedo. 
He tirado zorzales con mi padre por muchos pueblos de la campiña y la sierra de Huelva y Sevilla; en algunos sitios, he visto a otros tiradores dejar la escopeta para ver el espectáculo de mi padre haciendo dobletes y una lluvia de zorzales cayendo. Eran otros tiempos. 
Nunca me gustó levantarme de noche y pronto fui relevado como escudero de mi padre por mi hermano José María, mucho mejor tirador y con mucha más afición que yo. 
Desde joven aprendí a recargar cartuchos en las vainas que mi padre traía del Tiro de Pichón. En un pequeño buró teníamos las herramientas y las prensas, la pólvora, los tacos, los plomos de distinto calibre y los mixtos. En una tarde recargábamos doscientos cartuchos que mi padre metía en bidones de lata pintados de verde. Todavía tengo alguno. 
Mis años más felices de cazador fueron a partir de los 15 años que empecé a cazar por mi cuenta. Los fines de semana íbamos a la dehesa de Los Cerros donde vivía mi tío Joaquín con mis primos. Yo mangaba cartuchos recargados. La cacería se convirtió en una diversión. Jugábamos a cazar. Salir con los perros al campo, jalearnos conejos, zorzales y perdices (prohibido tirarlas, solo para el reclamo, que aburrido…) o cobrar alguna liebre despistada que buscaba carroña por los llanos de La Tiesa. 
Otra diversión maravillosa era escaparnos por las noches en el Land Rover o en mi 2CV sin capota para tirar conejos con la luz de los faros, rodeados de perros ladrando; nunca vi mejor tirador en estos lances que mi primo Joaquín (DEP), tiraba a una sombra y cobraba un conejo. Con una pequeña navaja y de un par de tajos destripaba (las tripas eran un manjar para los perros) y desollaba un conejo en menos de un minuto, todavía con la carne caliente y palpitante. En la chimenea asábamos algunos antes de acostarnos. 
Recuerdo un día que salí solo a dar una vuelta con una superpuesta del 20 que estaba probando. Al atravesar una umbría se levanto de largo un pájaro que no era una perdiz y lo bajé del primer tiro. Me quedé quieto, recargando, y al momento voló casi de mis pies la collera, la dejé volar y aseguré el tiro. Dos becadas “pitorras” que me colgué mas contento que qué. Al llegar al cortijo mi tío Joaquín no se lo creía. Por supuesto les sacó las tripas con una ramita y las colgó del pico en su cuarto… ¡que homenaje se pegaría a los pocos días! 
A veces teníamos que quitar zorros, pues no dejaban a las perdices criar. Los puestos -seis o siete- se montaban sobre tablas en encinas y chaparros porque el monte era apretado y los tiraderos peligrosos. Los jaleadores a caballo, el primero tío Joaquín con sus zahones su trabuco y su escopeta, dando palos a las matas y jaleando a los perros: ¡Pongo, Terrible, allí va, allí va…! Revuelo de pájaros, conejos, los zorros dorados que van cayendo y algún gato rubio que se entremete donde no debe y sale en la foto. 
Otras -menos- veces tirábamos en La Abundancia gachonas o polluelas, pero cuando había era un tiroteo y un remolino de perros pasados por agua. Alguna vez me puse a los ánsares, pero no me gustó eso de meterme en el fango antes de que amaneciera. Tampoco los patos eran santo de mi devoción por el frío y la humedad de los puestos. 
Se me daba mejor el pelo que la pluma, o a lo mejor es que disfrutaba mas cazando con los perros que inmóvil en un puesto porque soy inquieto y prefería buscar la cacería andando por el monte, a esperar estático y sin moverme. Bueno, cuando entraban los pájaros y uno tenía el día bueno, era una delicia, la verdad. 
Por eso nunca he cazado con el reclamo de perdiz (colgar el pájaro se llama), una de las aficiones preferidas de mi padre. En mi casa siempre hubo pájaros perdices en jaulones terreros y jaulas, y mi padre llevaba los libros de cacerías de cada pájaro año tras año. 
Mis primeras monterías fueron en El Puerto de la Virgen, en Zufre, con mi tío Juan de Dios, allí maté mi primer cochino con 17 años, allí hice los primeros aguardos con mi primo Juande (no me gustaron nunca) y allí me quemé las manos tirando palomas torcaces. En esa finca lo pasamos también estupendamente, era muy buena de conejos y perdices (también para el dichoso reclamo…), y tenía muchos cochinos; no era difícil tirar un zorro con un poco de paciencia. Las fiestas después de las cacerías eran otro aliciente de esa magnifica finca serrana. 
Desde joven también he tenido la gran suerte de acompañar a mi primo Manuel Diego en la caza con halcones, azores y con águila de Harris; la cetrería es un espectáculo ancestral digno de reyes, respetuoso con el medio ambiente y absolutamente magistral. Ver un lance de un halcón en picado o el vuelo vertiginoso de un azor entre los árboles hasta agarrar a su presa es ver la naturaleza primitiva, el origen de la cacería. 
Aunque parezca mentira hemos cazado también en El Rompido, pues la forestal de Cartaya era nuestro coto privado de caza durante todo otoño e invierno. Cazábamos con las rapaces conejos y perdices en el monte bajo, las codornices en los trigos para disfrute de los perros, inviernos de avefrías y palomas en la laguna de El Portil, entonces un paraíso… hasta la “otra banda” de dunas de arena blanca a la orilla del mar estaba cuajada de conejos y pájaros… si, eran otros tiempos.
 Con el paso de los años y tras la muerte de mi padre y sus hermanos, poco a poco me fui desligando de la cacería. 
Me apunté en varios cotos de zorzales, conejos y algunos de caza mayor -siempre muy económicos porque nunca tuve jurdores-, pero nunca repetí. 
También he participado en numerosas cacerías de “bote” de faisanes, palomas, patos y perdices donde he disfrutado mucho más de la camaradería, de la amistad y de la gastronomía que de la “cacería”. 
Hace unos 10 años que sufro una sordera galopante -tantos tiros en mis oídos desde niño- que me obligó a tirar unos años con cascos, hasta que lo dejé por completo por falta de oído… y de afición. 
En realidad, siempre he sabido que no tengo cualidades ni espíritu de cazador. 
Pero a lo hecho… ¡pecho!

domingo, 10 de julio de 2016

Respuesta a Diego Cañamero

Carta de respuesta a Diego Cañamero

En unas manifestaciones publicadas por el señor Diego Cañamero en el Diario El Mundo el 21/06/16 se lee: con tres meses llegó al cortijo La Abundancia, de los Pareja-Obregón, en la marisma sevillana de Isla Mayor (entonces Villafranco del Guadalquivir), donde su padre era el mayoral. Y el señor Diego Cañamero acusa: "Yo he vivido Los santos inocentes. Con cinco años los señoritos me llevaban de perro a recoger las aves que cazaban. Era enero y me metía en el agua con escarcha a las siete de la mañana" y añade "Empecé a los ocho años, cobrando 30 pesetas al día por trabajar de sol a sol espantando con un palo a los pájaros en los planteros de arroz para que no se lo comieran".

Ejerzo mi derecho de réplica:

En los años 60 en la finca de La Abundacia pastaban los toros de Concha y Sierra y el padre del señor Cañamero fue empleado como vaquero, por lo que se le asignó vivienda dentro del cortijo donde vivía con su esposa y su hijo. La escuela de Villafranco del Guadalquivir (ahora Isla Mayor) estaba a unos dos kilómetros y asistian con normalidad los hijos de otros empleados del cortijo. Otra parte de la finca estaba dedicada al cultivo de arroz y por aquellos años las faenas se hacian a mano por lo que se generaba muchos jornales.

En mi familia estamos orgullosos de la relación que hemos tenido siempre con los empleados en la ganadería y trabajadores del campo de La Abundancia, de Los Cerros, de La Alegría, y así lo pueden atestiguar las familias de los fieles Ricardo y Lucas, de Benito Quinta, Pepe “de la Vaquera”, de José el guarda, de Diego el mayoral… Buenos hombres de Aznalcazar, de Gines, de La Puebla, de Gerena. No se corte y pregunte usted por ellos señor Cañamero.

No entiendo como a una familia que dió trabajo a su padre puede usted (intentar) ofenderla  de esa manera tan torticera y con tanto odio reconcentrado.

Dice usted poco más o menos que fue maltratado por tener que cobrar los pájaros que mataban los señoritos. Estos señoritos a los que usted se refiere eran mi padre y sus hermanos Joaquin, Juan de Dios y Manuel, supongo.

Mire señor Cañamero, usted nació en1956, igual que yo. Y la verdad sea dicha yo no lo recuerdo haciendo “de perro” como afirma por una sencilla razón: "el perro" era yo. 

Desde que tengo recuerdos tanto mis primos Joaquín, Juande, Martín, Diego, mi hermano José María y yo mismo hemos sido los que hemos ido de cacería con nuestros padres y los que hemos "cobrado" siempre los pájaros. Nosotros los hijos de “los señoritos” hemos sido los que nos hemos metido en el agua y en los fangales, y nos hemos arañado con las zarzas, los que hemos pelado los pajaros con las manos heladas y los que hemos sido a mucha honra los “perros” de nuestro mayores. Y no una vez ni dos, sino años y años, disfrutando con nuestros primos y nuestros padres.

De hecho señor Cañamero mi oido izquierdo es testigo sordo de lo que le escribo, demasiados tiros desde muy pequeño.

Tengo la misma edad que usted señor Cañamero. Y yo no lo recuerdo a usted, ni ninguno de nosotros. Así que no vaya usted haciendo demagogia barata a costa de quien le ofrecío un empleo a su padre, el cual nos merece todo nuestros respetos y cariñoso recuerdo.

Señor Cañamero: es usted un desagradecido (por no decir un embustero).


jueves, 18 de junio de 2015

Cosa Nostra


Esta reflexión tan preciosa me manda mi primo Juan de Dios.

"La familia Pareja-Obregón, desciende por línea directa paterna de la familia Obregón, apellido con origen toponímico derivando del lugar de Obregón, perteneciente al municipio de Villaescusa en Cantabria.
En sus principios, nuestros ascendientes los Obregón, valerosos e indomables, fueron gente de armas. Al amparo de la Reconquista recorren la Península Ibérica de Norte a Sur, hasta afincarse definitivamente en varias ciudades andaluzas como Córdoba, Archidona, Baeza y principalmente en Antequera.
En estos tiempos, nuestros antepasados, merced a los muchos servicios prestados a la realeza, se convierten en personajes de la nobleza y de la política; a lo largo de los siglos XVII y XVIII encontramos a varios componentes de la familia Pareja-Obregón desempeñando cargos como Regidor, Alcaide, Comendador, Gentilhombre de Cámara del Rey, etc.
Es de resaltar la concesión en 1.711 del título de Conde de la Sierra de la Camorra, creado y despachado por el rey Felipe V a favor de D. Luis Ignacio de Pareja-Obregón Pacheco y Rojas, que actualmente ostenta nuestro primo Juan de Dios Pareja-Obregón y Ruano.
Nuestra familia no es muy extensa y es justo recordar a nuestro bisabuelo Juan de Dios Pareja-Obregón y Moreno de Villena -padre de nuestros abuelos Juan de Dios y Joaquín- sin el cual nuestro apellido se hubiera extinguido.
Con la generación irrepetible de nuestros padres: Joaquín, Pilar, Juan de Dios, Celso y Manuel, y gracias en parte a la savia nueva que aportaron Don Manuel García Cuesta “El Espartero” y Doña Celsa “Viuda de Concha y Sierra”, nuestra familia, sin olvidarse de su “raza”, se reconvierte nuevamente, irrumpiendo en ella el arte en todas sus facetas.
Joaquín con su toreo a caballo y su rehala; Pilar amazona sensible; Juan de Dios matador de toros, guitarrista, poeta y pregonero de la Virgen del Rocío; Celso inigualable escopeta en el campo y en las canchas de Tiro de Pichón; y Manolo (Manolín) elevando con su voz y su piano la sevillana hasta la perfección.
Yo, por mi edad, tuve la suerte de conocerlos en su salsa, y sé que se bebieron la vida a grandes sorbos, disfrutando de cada momento; eran de una raza que planificaba el día a día para hacer lo que les pidiera el cuerpo, sin importarles nada ni nadie excepto los suyos.
Nuestra generación, y creo que para bien, ha sufrido una nueva transformación. Sin abandonar la nobleza, depositada en nuestro primo Juande “Conde de la Camorra”, y en la que por herencia nos incluimos todos, ni el arte que atesoran Manuel Diego, Joaquín, Carmen y Arturo como músicos, ó Martín como matador de toros, hemos conseguido entrar en una nueva dimensión: por fin los  Pareja-Obregón también somos Licenciados, y podemos presumir de contar entre nosotros con Ingenieros, Doctores en Medicina,  Economistas, etc.
Me llena de orgullo que al presentarme a alguien y decirle que soy un Pareja-Obregón, me reconozcan por ser familia de grandes artistas: rejoneadores, toreros, cetrero, músicos, cantantes, poetas, etc., pero me llena de satisfacción comprobar que cada vez me reconocen mas personas por ser primo de Celso el “médico”.
Las mejores virtudes con las que puedo definir a nuestra generación son la unión y el cariño que nos profesamos. Soslayando pequeñas diferencia entre nosotros, nos comportamos como un grupo indisoluble, que no permite que ningún extraño pueda herir de la forma que sea a ninguno de nuestros componentes.
Nuestros hijos, bendita generación que ya nos está haciendo abuelos, tienen un futuro incierto y difícil debido al mal momento económico y social que estamos atravesando, pero al ser gente valerosa e indomable como nuestros primeros antepasados, estoy seguro de que cada uno conseguirá sus objetivos en la vida.
Yo les reto a que nos superen, y si tenemos la fortuna que lo consigan, solo les pido que no olviden nunca de donde vienen y que se comporten entre ellos con el mismo cariño que nosotros"

Juande Pareja-Obregón Pol “El Mayor”
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Mi primo Juande...

Mi primo Juande, al que yo lo considero y le llamo "mi hermano mayor" con todo mi respeto y cariño es una persona excepcional.
Es el primer hijo de mi queridísimo tío Juan de Dios -que Dios tiene en su Gloria- y mi tía  Delia Pol -que el Señor tarde mucho en tenerla en su Gloría, por favor- y el mayor de toda la generación de los primos hermanos. Nació en 1952 y desde niño se crió en el campo entre toros, caballos, guitarras, artistas y bohemios... un ambiente la verdad poco apropiado para el estudio, por eso mismo digo que es excepcional que mi primo se entretuviera en Licenciarse en Ingeniería Industrial por la Universidad de Sevilla. Ya digo que es raro...
Juande, como le llamamos todos, era un chaval listo y lleno de cualidades pues la mezcla de los genes de "la casa" con los de su abuelo el inolvidable Ramón Pol Carbonell   (padre de mi tía Delia que a la vez es prima de mi madre) proporcionaron un zagalón alto y fuerte a  la vez que inteligente y concienzudo.
Cuando yo era un niño, recuerdo a Juande, que era cuatro años mayor, jugando al tenis con sus amigos en su chalet de Sanlucar la Mayor, nadando en la piscina como un pez, criando gusanos de seda en cajas de zapatos, siempre acompañado por la "Poli" una mixto-loba preciosa.
Ha sido un gran deportista desde joven, hizo atletismo y fue pionero jugador de Rugby muchos años en el Sevilla Fc y en los mejores equipos hasta ya en la treintena larga. Un día me fui a entrenar con él y con sus compañeros a Chapina y salí con un dedo roto, el cuello pisado con tacos de acero, la espalda machacada y un ojo morado... 
En cuanto pude me pegué a él y nos hicimos "amigos" (el tenía coche...) y empezamos a salir juntos. Nuestras correrías en esos veranos rompieros, navegando con el patín  catalán de vela, los días de pesca, las noches de Punta Umbría... mejor correr un tupido -muy tupido- velo.
En cuanto terminó la carrera de Ingeniero se puso a trabajar, ha viajado por todo Europa y América, ha dirigido empresas y ha disfrutado de su profesión.
Entre tanto, y sin que se me olvide: Mi primo es un músico como la copa de un pino. Toca la guitarra como un profesional y le saca unos tonos "sudamericanos" preciosos. En el fondo su profesión frustrada creo que hubiera sido cantante de cabaret en Brasil o tanguista en Buenos Aires. 
Apasionado de la naturaleza y amante de las dehesas de nuestra tierra, buen jinete, muy buena escopeta, le gusta el campo y su industria y no deja pasar una oportunidad para sacar partido de la tierra y del ganado. Yo he pasado muchos de los mejores días de mi vida con mis primos Juande y Rocio Caballero y con mis sobrinos Juande, Alvaro, Gonzalo e Irene en su magnifica finca de Higuera de la Sierra "La Guitarra" donde nos hemos reído hasta caernos de espalda con los disfraces y las actuaciones en directo que improvisamos delante de la chimenea.
Y una cosa muy importante que quiero contar de mi "hermano mayor" es que es una persona con la que se puede hablar porque sabe escuchar. Sabe escuchar y enterarse bien de lo que le estas diciendo. Y no contesta sin haber meditado bien lo que le digo. Y no responde lo mas adecuado sino lo más acertado. Esa es solo una de sus cualidades, que son muchas.
Por eso y muchas cosas más (Luis Aguilé...), por todo eso, le tengo a mi primo-hermano un grandísimo cariño y mucho, muchísimo respeto.

Te quiero Truhan.

PD: Es buen pescador, pero muy embustero (jajajaja)

sábado, 13 de octubre de 2012

Tio Juan.


En la noche del 12 de Octubre de 2012, día de La Virgen del Pilar, ha fallecido nuestro tio Juan de Dios Pareja-Obregón.

Mi tío Juan, (para sus sobrinos a sido siempre “tío Juan” a secas) al igual que sus otros hermanos ya fallecidos -Joaquín, Pilar, Celso y Manuel- ha pertenecido a una generación familiar excepcional en todos los sentidos. Según el DRAE, “Excepcional”: 1º.  “que se aparta de lo ordinario”; 2º. “que ocurre rara vez”; 3º. “muy bueno, excelente”. No me cabe duda que cualquiera de estas acepciones encaja perfectamente en la definición de mi tio Juan, y de sus hermanos, con sus muchas virtudes y con todos sus defectos. Así fueron y así los hemos querido sus familiares y amigos.

Juan de Dios Pareja-Obregón García nació en Sevilla en la calle O’Donnell nº24, el cuatro de setiembre de 1927, tercer hijo de los Condes de Prado Castellano, Joaquín Pareja-Obregón Sartorius y Pilar García Fontfrede. Me cuentan que fue un joven tranquilo, curioso, amante del campo andaluz, de la música y de la lectura. Pasaba la mayor parte de su tiempo en la casa de enfrente, la de la tía Concha, Concepción de la Concha y Sierra Fontfrede, hermana de su madre y heredera de la ganadería de Concha y Sierra (Celsa Fontfrede, viuda de Fernando de la Concha y Sierra). Al lado de tía Concha se empapó desde pequeño de tauromaquia y amor al campo y costumbres andaluzas, aprendiendo desde niño  los secretos de la cría del toro bravo.

Mis primeros recuerdos de tío Juan están borrosos y entremezclados con imágenes de la Abundancia cuando allí pastaban los toros “de la Viuda” y se tentaba a campo abierto. Imágenes aisladas de los hermanos a caballo junto a los leales Pepe “de la Vaquera”, José el Guarda, y sobre todo Diego el Mayoral, quien me llevaba sentado delante en la montura y me decía que me aferrara a la perilla, porque los niños se tenían que acostumbrar a los toros desde “chiquetitos”. Campo abierto, marismas, toros y vacas, una placita de tienta y mi tío Juan, un señor tanto a pié como a caballo, toreando…

Pocos años después lo recuerdo ya mucho mas nítidamente viviendo en su chalé “Villa Delia” de Sanlúcar La Mayor. Jugaba al tenis de pareja con mi padre, contra otros amigos, entre ellos su compadre Juan García “Mondeño” y Manolo González. Esa casa tan bonita, en la que se respiraba tanta torería, era punto de encuentro de grandes figuras del toreo que se citaban en ella para acudir a la dehesa “La Alegría”, la otra finca familiar, en la que se realizaban las faenas de tienta.

Recuerdo con respeto y admiración, las tertulias en “Villa Delia”, después de los tentaderos, en las que alternaba con sus compañeros Curro Romero, Paco Camino, Miguel Báez, Cayetano Ordóñez, Diego Puerta, Julio “El Vito”, El Cordobés, Angel y Rafael Peralta, Espartaco (padre), Finito de Triana, Pepín Martín Vázquez… y otros muchos, que compartían sus vivencias hasta altas horas de la noche.

Tío Juan fue un buen novillero, y tomó la alternativa en Utrera el 1 de noviembre de 1951 de manos de Manuel Jiménez “Chicuelo”. Ese día tomó la alternativa y se retiró de los toros… fue matador de toros durante un solo día… por Amor. No podía ser de otra manera pues ese fue el deseo de la mujer de su vida: Delia Pol Tornero, que le pidió de regalo de bodas su coleta de matador de toros.

La tía Delia, es una de las mujeres mas guapas que he visto en mi vida. Si dicen que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, en este caso la gran mujer nunca ha estado detrás, siempre ha estado al frente de esta gran familia de siete hijos: Juan de Dios, Rocío, Delia, Concha, María Luisa, Martín, y Reyes (f). Ella ha sido el faro, la luz y la vigía que ha guiado y cuidado los pasos de Juan de Dios Pareja-Obregón desde que se conocieron hasta el día de su muerte.



Recuerdo a tío Juan casi siempre acariciando una guitarra. Sé que fue autodidacta y que perfeccionó su magia acompañando a Manuel Serrapí “El Niño Ricardo”. Tocaba la guitarra como los ángeles, dio conciertos y acompañó a grandes figuras del flamenco como Pepe Pinto, Juan Valderrama, Beni de Cádiz, Conchita Márquez Piquer, y otros grandes artistas. Yo he tenido la suerte de escucharlo acompañando a Paco de Lucía y a Manolo Sanlucar, una delicia…

Muchos recuerdos de mi adolescencia en la dehesa La Alegría, entonces cuajada de encinas, y tio Juan cazando con sus galgos y podencos, a los que era muy aficionado, compartiendo discusiones galgueras con “Cantaleta”, Pepito “El Tuno”, Jacobo, “El Cate”…
Y también largos días de faenas ganaderas -allí se tentaron las mas bravas y puras vacas vazqueñas de Concha y Sierra- a la postre acompañadas de fiestas con tentaderos y capeas donde alternaban figuras del toreo con artistas y autoridades. No era raro encontrar alternando en el ruedo al Gran Simón, El Loqui de Triana, Silvestre, clérigos varios, y algún que otro Gobernador Civil.

Tío Juan ha sido un gran escritor y poeta de su Andalucía soñada. Ha dejado libros de poesía y prosa escritos con el corazón siempre latiendo en andalusí. Ha compuesto bellísimas coplas y canciones y sus sevillanas son poesías para ser cantadas por los mejores artistas, como así lo hicieron Los Marismeños, Los Romeros de la Puebla, Amigos de Gines, Isabel Pantoja y otros grandes interpretes.

Y estuvo durante toda su vida dispuesto a ensalzar a La Virgen María por todos los pueblos de España en los que requirieron su presencia. Cuando se le preguntaba por su profesión siempre contestaba: “Pregonero de mi Virgen del Rocío”. Ha dado los pregones de la Virgen del Rocío de Almonte, de Triana, de Sevilla, de todos los pueblos de su Aljarafe, y de España entera. Fue elegido para el primer Pregón Taurino de la Maestranza. Sin embargo, no pudo cumplir uno de sus sueños, que era haber sido el pregonero de la Semana Santa de Sevilla, y que tanto merecía por su trayectoria. Estoy convencido que Sevilla “la rancia” se ha perdido el mejor pregonero de su Semana Santa.

Junto a su gran amigo espiritual el Padre Leonardo Castillo organizó multitud de Festivales y actos benéficos para los necesitados fueran de donde fuesen. Por todo esto le fue concedida la Cruz de Beneficencia “de primera clase con distintivo blanco” en el año 1969 que le fue impuesta en Cazalla de la Sierra por el mismo Padre Leonardo.

Mis recuerdos se van ahora a la finca de El Puerto de La Virgen, en la sierra de Zufre, donde tan buenos ratos pasamos toda la familia (un recuerdo especial para el tio Enrique, con quien tan a gusto estábamos siempre). Aquellos días junto a él, de monterías y de cacerías de perdices, de palomas y tórtolas, de conejos… y muchas noches de aguardo de cochinos, seguidas de jornadas de fiestas y de bromas. Tío Juan era desprendido y espléndido, en esa casa no paraban nunca de entrar y salir invitados, amigos y conocidos, gente llana de los pueblos de alrededor… ¡Hasta por allí pudimos ver a casi todos los pescadores del Rompido metidos a monteros, incluidos sus amigos marineros José “Catalina” y Pepe “El Chulo”! Días inolvidables disfrutando con tío Juan y de su generosidad sin límite.

Y hablando de El Rompido recuerdo los años del “Delia Bonita”, el barco de tío Juan, donde pasaba todo el día pescando y navegando siempre a la rueda del timón con su gorra de Capitán de Yate. Y no puedo separar estas imágenes de las de su gran amigo sanluqueño “Curro Castro” y de sus disputas acerca de la pesca, que eran un pasillo de comedias a bordo del yate.

Y como no puede ser de otra forma, mis mejores recuerdos con tío Juan y mis primos, son cuando nos llevaba de excursión por todas las bodegas del Aljarafe a probar los mas ricos mostos del año. Gracias a el descubrí tesoros como Góngora, Salado, Taboada, El Melao……. etc, y sobre todo su querida Venta Pazos en Sanlúcar la Mayor, donde tanto le gustaba parar y charlar con Pepe y su hermano Antonio Pazos y con su tertulia de amigos y matadores de toros. La de vueltas que dábamos algunas veces para pasar por la Venta Pazos…

Y ya en Sevilla recuerdo como le gustaba pararse y alternar en Los Corales, en el Bodegón Torre del Oro, en Milord, en Peter y en Rio Grande, siempre con su primo Juan Guardiola Domínguez y sus inseparables e íntimos amigos Pepe Barea, Paco Gonzalez Valverde, Pepe Luis “7 Revueltas”, y muchos otros que no cabrían en un libro entero.

Y estos últimos lustros de su vida en su querido pueblo de Gines, -donde vivió tantas temporadas de niño en La Pilarica, la finca de mis abuelos- y donde vive desde hace muchos años rodeado de sus vecinos y amigos (algunos tan añorados como nuestro querido Ricardo q.e.p.d.), que siempre le han acompañado fielmente, y donde tanto ha disfrutado escribiendo y tocando su guitarra, donde tanto se ha reído y ha disfrutado con sus nietos: Juande, Alvaro, Gonzalo, Irene, Nacho, el otro Juande, Triana, Bola, Joselito, Willy, Alejandro, Delia, Tala, Marta, Conchita, Delita, María y Lola… y donde tan feliz ha sido junto al Gran Amor de su vida, su “Mami”, mi querida tía Delia.

Y ahora él se nos ha ido… recitando su canción:

“Hermano cuando tú mueras
Verás que pronto se sube
Diciendo Blanca Paloma
A esas marismas azules”

…¡Y que se vayan preparando en el Cielo, que para allá va!

viernes, 2 de diciembre de 2011

Montería.


La “montería” comenzó como una modalidad de caza donde los rastreadores o “monteros” en compañía de sus perros de pisteo (sabuesos sobre todo, llevados con traíllas) salían al monte, caminando durante horas a rastrear las querencias nocturnas de las reses (jabalíes y osos en España; ciervos en Francia), a veces durante varios días, para una vez localizados los encames y refugios, organizar al día siguiente la cacería. Ellos eran los verdaderos “monteros”.

En los días siguientes se afanaban en rodear la zona los cazadores a caballo armados con lanzas o arcos y perfectamente compenetrados con una jauría de perros de presa (alanos, podencos, mastines, etc) adecuados para levantar a las reses ya “monteadas”, acosarlas y darles alcance y muerte en buena y competida lid.

En el sur de España se realiza esta modalidad de caza desde hace muchos siglos, existiendo registros escritos y pictóricos de hace más de 300 años. Era practicada principalmente por  los Reyes, la nobleza y por sus invitados. Cazaban en grandes extensiones abiertas donde las reses tenían todas las oportunidades de escape y salvación.

Pues bien, “degenerando” (como casi todo en esta vida que nos ha tocado vivir), el perfil del “montero” actual es un señor adinerado que paga un capital por participar en cacerías impostadas, en una farsa de lo referido anteriormente. Las fincas están acotadas y malladas. Las reses “salvajes”: ciervos, jabalíes, muflones, gamos… están criadas con piensos y seleccionadas. Los cazadores  se pegan un desayuno de postín, llegan a los puestos en cochazos de lujo, se apostan en armadas (líneas de cazadores pegados unos a otros) y se sientan a esperar en cómodos banquillos con viandas servidas por secretarios/camareros, usan rifles de matar elefantes a dos kilómetros, miras telescópicas espaciales, munición destructora… y todo esto sin despeinarse, con sus mejores galas, encorbatados y bien abrigados.

La “mancha” o zona de cacería, rodeada de rifles, será “batida” por las “rehalas” de gran número de podencos, alanos, y mastines cruzados, que dirigidos por los perreros conductores no van a dejar detrás a ninguna res que por allí campee. Los perros son ahora los auténticos “monteros” de esta modalidad de caza. Los tiradores se limitan a interrumpir de un balazo certero la cacería de los perros. Se otorgan trofeos -“medallas”- por cobrar a los mas cuidados y mejores conservados ejemplares de cada especie.

Todo este rollo es para ilustrar esta foto que me llena de alegría cada vez que la contemplo:



                      Manolo, Celso, Juan de Dios y Joaquin.

Esta tomada en El Puerto de la Virgen, la finca de cacería que tenía mi tío Juan de Dios, en Zufre. Era una buena serranía para la cacería de cochinos jabalíes.

Este día se retrataron en la que creo que es la última foto de los cuatro hermanos juntos, después de montear durante varios días. La foto se hizo sobre 1975, creo recordar. También aparecen dos personas queridísimas y muy unidas a la familia: Eduardo Jaén “El Chico La Rumba” y detrás Ricardo Perez Tallafet, “Ricardo”, siempre los dos con nosotros desde que éramos chicos y nosotros con ellos.

Sobran mas comentarios.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Escopetas.


Impresionante fotografía (para mi) de tres fenómenos de la Naturaleza... y en su ambiente natural. 

No reconozco el Tiro de Pichón, no me parece El Carambolo de Sevilla. Debe de ser el año 1947 mas o menos...

El primero por la izquierda es mi tío Joaquín. Camisa con cuello abierto y medalla de la Virgen del Rocío por fuera. Si ustedes se fijan bien en su cara verán que estaba pensando en hacer alguna trastada inmediata. No se muy bien si al fotógrafo, o a alguien de los que estaba detrás. Los que lo hemos conocido bien, nunca nos gustó verlo con un arma en las manos... aunque estuviera abierta y descargada. Siempre he oído en mi casa desde pequeño que a las escopetas las carga el diablo... y yo a veces le he puesto cara a ese "diablillo" que siempre fue mi queridísimo tío Joaquín, del que tengo tantas cosas que contaros....

A su lado, en el centro, tío Juan de Dios. Ya se nota en su cara y en su porte el pedazo de artista que es (es el único de los cinco hermanos que vive, gracias a Dios que nos queda él). Bien peinado y abrochado. Parece que esta absorto pensando en alguna poesía, quizás en unos acordes de guitarra, en su próxima faena torera o en una carrera de liebres y galgos entre jaras y romeros... Elegante, guapo y destacado. Hoy día, con muchos más años, sigue estando igual de elegante, de guapo, de destacado... de tío Juan.

Y mi padre... en segundo plano, discreto como siempre, mirando casi de reojo al fotógrafo. Su tiradora cómoda, su escopeta inconfundible que era como un brazo más para el. Una cintilla de cuero abrochada en el cuello, (siempre fue muy atrevido...). Esa mirada especial que tiene en la foto la reconozco cada día en cualquiera de mis hermanas o hermanos, en muchos de sus nietos... Yo sé lo que estaba pensando en ese momento, lo sé con seguridad.... Sabía que ese día tenía que tirar mejor que nunca, ganar la Copa, y que sus hermanos se sintieran orgullosos de él. Seguro que la ganó....

jueves, 2 de junio de 2011

Un sombrajo de esta tierra.

Poema de Juan de Dios Pareja-Obregón Garcia. 
Nuestro tío Juan.


Un sombrajo de esta tierra
es la sombra bienhechora
en las tardes agosteñas.

Un sombrajo de esta tierra
es el guiso que apañamos
en una noche flamenca.

Un sombrajo de esta tierra
es un cántaro de agua
rebosando aguita fresca.

Un sombrajo de esta tierra
es un piropo valiente
en la brisa que sestea.

Un sombrajo de esta tierra
es mirador de un cerrado
donde los toros pelean.

Un sombrajo de esta tierra
es una silla de albardas
donde la gente se sienta.

Un sombrajo de esta tierra
es la fonda del camino
para todos los que llegan.

Un sombrajo de esta tierra
son cuatro palos de pino,
dos tablones y una mesa,
un búcaro de Lebrija,
una cuchara de Espera,
una cesta de Morón
y un San Juán de las Cabezas.

Colgás dos ristras de ajos,
por luces, tres candilejas,
un gazpacho muy majao
y una maja de madera…

Una Virgen del Rocío
con dos lirios a su vera,
una mujer trabajando
y una chiquilla morena,
dos docenas de gallinas,
un burro y una escalera…

Y el vaquero ¡Un tío macho!
está sentado en la puerta
diciendole a su caballo,
a su garrocha y a su perra:
¡ No cambiaría yo un palacio
por mi sombrajo de eneas!