"Casos Clínicos"

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Sevilla, Huelva, El Rompido, Andaluz.
Licenciado en Medicina y Cirugía. Frustrado Alquimista. Probable Metafísico. El que mejor canta los fandangos muy malamente del mundo. Ronco a compás de Martinete.

MARGOT Y EL ENANITO.



1.
Quiero contarles el cuento del enano que fue muy feliz toda su vida y que murió a los veintitantos años con el cráneo destrozado en un dantesco accidente.
Nuestro enano nació sin complicaciones, de un parto natural, con unas dimensiones más bien grandes. Fue un bebé gordito y cabezón de rizado pelo moreno, miembros completos, testículos inflamados, barriguita suelta y llanto saludable. Su padre, un anticuado Notario que ya no esperaba descendencia, cuando lo vio tan hermosos no dudó en otorgarle el nombre de Máximo, pues siendo su apellido Fuerte, conjugaba perfectamente con el apellido de su esposa, Fornido: Máximo Fuerte y Fornido debería ser un gran hombre en todos los sentidos.
De hecho, el magnifico retoño creció normalmente y sin alteraciones los primeros años de su vida, siendo la alegría y el orgullo de sus progenitores, sobre todo de su padre que lo exhibía como un trofeo propio digno de admiración ante todos sus compañeros y amigos, los cuales, embelesados por la belleza natural del todavía proporcionado muñeco, envidiaban su hermosura y armonía.
Pero la Madre Naturaleza, compinchada con Don Destino y con la participación de la misteriosa cientifica Genética, pronto emitió su veredicto: enano. Desde muy párvulo, la savia fértil  del magnifico Máximo se limitó a nutrirle solo la cabeza y el tronco, los cuales siguieron creciendo con toda normalidad, pero agostando el crecimiento del resto de su cuerpo, de tal manera que sus brazos con sus manos y sus piernas con sus pies detuvieron su armónico crecimiento y tan solo sufrieron un aumento de grosor a base de músculos, que con el tiempo se fueron tapizando de una piel suave y de un tupido vello negro y rizado. Es decir: Máximo Fuerte y Fornido empezó a convertirse en un enano a la edad de siete años.
Para su padre el diagnostico médico fue inaceptable. Él, que había basado el resto su vida en ver crecer a su único hijo, su predestinado hijo, envidia de vecinos, amigos y conocidos, del cual llevaba siempre un mini-álbum de fotos donde se apreciaba año tras año el progreso de Máximo en belleza y simpatía, no aceptaba la cruda realidad: ¡Enano! ¡Su hijo un enanito! ¡Un vulgar bombero-torero o, con suerte, un vendedor de lotería!
Incapaz de soportar esa certeza y abrumado por una incurable depresión, una tarde de invierno dirigió su coche a la autopista de La Coruña y se lanzó sin rumbo, como piloto suicida con el acelerador pisado a fondo y los ojos anegados de lágrimas. Falleció instantáneamente al empotrarse contra el remolque de un camión, que transportaba marisco y pescado fresco. Una corvina incrustada en su tórax destrozado y varios langostinos asomándole por los ojos dieron testimonio de la brutalidad de la colisión.

2.
El enano lloró la muerte de su notable progenitor. A pesar de su corta edad tuvo un duelo maduro y sereno, como si comprendiera y aceptara las circunstancias que perturbaron el raciocinio de su padre. Incluso trasladó a su compungida madre su duda filosófica existencial al respecto de La Muerte, pero al poco tiempo y al parecer sin secuelas anímicas, seguía siendo un niño sano y feliz.
A raíz del luctuoso suceso evolucionó rapidamente de la infancia -prorrogada por su angustiado padre- a comportarse con toda naturalidad como un jovencito, bien cuidado y mejor aconsejado por su sensata madre, la cual estaba dispuesta a que Máximo Fuerte y Fornido nunca le importara el tamaño de su cuerpo sino el de su mente.
Lector ávido desde niño de todo lo que caía a su alcance, como instrucciones de detergentes, composiciónes de champús y desodorantes, prospectos de medicinas y pomadas, etc, a raiz de la ausencia paterna tuvo acceso ilimitado (antes vedado cuando el Notario estaba presente) a un gran despacho con su nutrida biblioteca, herencia de varias generaciones de antepasados universitarios, donde dispuso de abundante y diverso material de consulta y enriquecimiento cultural.
A la vez que destacaba en los juegos y deportes impropios de su altura –en fútbol era un ratón difícil de parar con el balón en los pies; en rugby, que practico con ejemplar destreza y arrojo, se convirtió en un fetiche para su equipo- su mente se empapaba de los más extraños textos aún cuando solo tenía trece o catorce años: Historia del Derecho Romano, Cría Intensiva del Champiñón, Química Inorgánica Aplicada, Noruega a vista de pájaro, Principios de Física Nuclear, Atlas de Africa Meridional, etc, así como muchos otros libros de poesía y novelas, colecciones de autores clásico e incluso best-sellers de actualidad.
A los dieciséis años, midiendo poco más de un metro, pero perfectamente alimentado y educado por su madre, sin faltarle nunca dinero para sus gastos, era el centro de un grupo de amigos que lo respetaban y lo querían. Siempre estuvo por encima de las bromas que le gastaban los envidiosos y jamás tuvo complejo alguno.

3.
Cuando Máximo llegó a la Universidad tenía una formación tan vasta como heterogénea. Conocía aspectos peculiares de una región del norte de China, sabía hablar en esperanto, recitaba con soltura a los clásicos, pero no sabía dividir correctamente con decimales.
Se matriculó en Medicina con la sana intención de ser Pediatra pues pensaba que era lo más adecuada a su tamaño. Sin grandes esfuerzos fue superando cursos –la Fisología le apasionaba- y ganando amistades de ambos sexos. Era conocido por todos y nunca faltaba a ninguna de las habituales fiestas o reuniones de estudiantes, donde destacaba por su camaradería y don de gentes. Precisamente en una fiesta otoñal de la facultad de Derecho conoció a la mujer de su vida.
Era sueca, se llamaba Margot y medía 182 cm. Tenía 21 años, un año más que él entonces, estaba terminado Bellas Artes, era discreta y trabajadora, rubia dorada, saludablemente delgada pero atlética, ahorradora y algo tacaña en gastos de ropero, pues tenía la idea de volver a su país al finalizar el curso.
Aquel mágico día que Margot conoció a Máximo el enanito no lo habría de olvidar nunca. Al principio ella se sintió interesada por su locuacidad (y por la sorpresa de que conociera cual era la industria más floreciente de su región de nacimiento en el sur de Suecia) así como por su vitalidad: Máximo se desenvolvía como si fuese más alto que ella, incluso la enseñó a bailar sevillanas y rumbas. Por todo eso, y por la decidida y noble insistencia del enanito, la sueca permitió que Máximo la acompañara a su casa. Fueron en taxi, ella recostada disfrutando del sopor de la cerveza y él junto a ella de píe en el asiento trasero, soportando las terribles miradas del conductor. Poco antes de bajarse, la sorprendió con un beso cálido y sabio que a Margot le hizo olvidar que provenía de un enanito.
Entre risas consiguió que la invitara a subir a su apartamento y a la vez estudio de pintura, donde siguió besándola y acariciándola con soltura de experto y rapidez de movimientos. Margot estaba confundida y sorprendida: era muy agradable pero extraño sentir a la vez  tantos besos, así como el tacto experto de unas minúsculas manos recorriendo su cuerpo. Antes de poder reaccionar estaba desnuda y todo su cuerpo gozaba de la melosa lengua de su pequeño amante que parecía estar en varias zonas de su cuerpo al mismo tiempo.
De repente sucedió algo que la rubia nórdica no olvidaría jamás: Cuando Máximo se despojo de sus ropas, dejó a la vista sus pequeños brazos y piernas más un tronco agradablemente bien formado, y ¡una formidable verga de tamaño muy por encima de lo normal!
Margot no se lo podía creer, pero la evidencia pronto la convenció y fue feliz, completamente feliz por primera vez en su vida, según contó posteriormente muchas veces. Retozaron toda la noche, sin dormir hasta el amanecer que los sorprendió cansados de hacer el amor una y otra vez.

4.
Desde entonces fueron inseparables. Máximo, con todas las bendiciones de su sorprendida madre, se trasladó a vivir con Margot puesto que ambos estaban aquejados de una fiebre especial que solo se calmaba cuando estaban juntos en la cama. Las contadas veces que salían a pasear cogidos de la mano, de compras, o a veces al cine, tan corto asueto les despejaba y estimulaba para volver con más ganas a entretejerse una y mil veces con aquel pene duro y gordo del  cual la nórdica afirmaba que tenía dentro tres pilas alcalinas de las grandes.
Poco a poco, sin querer, fueron distanciándose de su grupo de amigos de la Universidad porque eran completamente felices el uno con el otro y los días transcurrían entre besos, caricias y sesiones de pintura en las que Máximo siempre era el modelo desnudo que posaba sin cansarse mientras relataba a su pintora historias y curiosidades de países lejanos y cuentos eróticos, que más tarde llevaban a la practica. Aunque la artista sueca ya contaba con galerías interesadas en sus obras, jamás exhibió ni vendió estos retratos que guardaba para ella como tesoros. Subsistían  de la beca de estudios de Margot y de los réditos de la herencia de Máximo, todavía administrada por su cuidadosa madre.
Un día, la esplendida rubia sorprendió a su pequeño amante con un regalo muy especial, debido al cariño y el fervor que le profesaba. Aunque a ella no le importaba (le gustaba) cogerlo en brazos para subir al autobús, pedir una hamburguesa, entrar el cine, bailar, etc, él se resistía porque no quería ser una carga física para ella; por ese motivo la eficaz sueca compró una especie de mochila con perneras, la cual tenía un cierre que le abrochaba en la espalda y que le permitía transportar a su amante con comodidad colgado sobre su pecho sin tener que sostenerlo en los brazos. Al principio Máximo se negó, pero terminó aceptando tras alegar ella que así podrían besarse continuamente y además al sentarse sentiría su enorme paquete cerca de su guarida. El se sintió alagado y consintió no sin antes hacerle prometer que lo bajaría cuando se sintiera cansada o molesta.
De ese modo el enano comenzó a ser transportado sobre el pecho de su amada y disfrutaba abrazado a su esbelto cuello, mientras miraba por encima del hombro de su amada las caras de asombro de los transeúntes. En los abarrotados autobuses Margot se sentaba y el la rodeaba con sus piernas mientras efectuaba disimulados y rítmicos roces en el pubis de su amada. Al llegar a casa podían hacer el amor de pie gracias al artilugio y no se cansaban nunca. También les gustaba ir a bailar canciones lentas abrazados y besándose en la oscuridad, siempre afianzado intimamente a ella por el arnés abrochado a la espalda de Margot.
Con el tiempo comenzaron de nuevo a salir con sus amigos, que los requerían continuamente curiosos de su peculiar convivencia y exultante felicidad, y por ser centro de comentarios y chismes. No les faltaban todo tipo de invitaciones, pues todos querían conocer a tan extraña pareja.
Así fueron pasando los días, las semanas y los meses y el Amor crecía entre estos dos seres tan diferentes en tamaño.

5.
Fue un sábado por la noche, después de una larga cena entre amigos, cuando bailaban amodorrados una lenta balada de Frank Sinatra abrazados en la penumbra de una discoteca de moda. De repente, cientos de decibelios, un ritmo endiablado y mil destellos de luces de colores rompen el rincón oscuro donde el enano y la sueca se mecen. Se contagian del ambiente y alentados por los amigos comienzan un febril baile agitado. Máximo suelta el cuello de Margot y sigue el ritmo gesticulando con sus manitas y piececitos al compás de la música. Ella acompaña con todo su cuerpo la magnifica canción de Donna Summer. El ritmo aumenta y un relámpago blanco destelleante hace que los cuerpos parezcan moverse a cámara lenta. Otra vez la luz multicolor y los cuerpos giran y giran cada vez más rápidos mientras Máximo embriagado de felicidad se deja caer hacia atrás haciendo contrapeso mientras disfruta de una especial sensación de placer por la entrepierna.
Con esa sensación exacta murió. El cierre del arnés, quizá por sobrepresión saltó hecho pedazos y nuestro feliz enano, empujado por la fuerza centrífuga o centripeta, voló sin darse cuenta, creyendo que era parte del baile, hasta que su pétrea cabeza de rizado pelo moreno impactó con su parte posterior en la esquina de una gruesa mesa de mármol. La muerte fue instantánea. En el suelo quedó el enano inerte, con el cráneo destrozado manando por los oídos sangre roja que contrastaba con los fragmentos de blanco mármol mientras los destellos lumínicos aportaban a la escena un perfil psicodélico. Había en sus labios una sonrisa.
El lunes por la mañana, después de la autopsia, fue trasladado al cementerio a hombros de sus amigos dentro de una cajita gris plomo, con su madre llorando desconsoladamente y Margot detrás, sonámbula, pálida, ojerosa, transmutada, desconocida.
Fue incinerado y sus cenizas descansan dentro de una urna encima de la chimenea del despacho junto a la foto de su padre, rodeado de estampas y crucifijos donde su madre reza todas las noches.
Margót nunca se recuperó. Volvió a Suecia sin terminar sus estudios, llevándose todos los retratos de su amor, con la firme decisión de no pintar nunca más en su vida y de recluirse en un convento pues afirmó que solo le confortaba esperar la muerte recordando los días vividos con su enano Máximo Fuerte y Fornido.

PD. El dueño de la discoteca exigió que Margot pagase la mesa de mármol. Así lo hizo y también se la llevó a Suecia, aunque nunca supo bien porqué.

Colorin colorado, este cuento se ha acabado.



2 comentarios:

  1. Curro Esquivias Franco23/2/11 01:40

    Yo estoy muy disgustado con el fin que ha tenido este enano. Bien cierto que el enano no ha tenido mala vida. Cariño nunca le faltó y empujar.. empujó mas que los bueyes del simpecado de Paterna. Sobre todo desde que lo metieron en la mochila. Y eso de que él se negaba nada...seguro que era ojana, lo que pasa es que el enano era bien educado, pero él cuando vio venir a la grande con el artilugio ya le entró la sobrepresión que mas tarde le costó la vida.

    Oye Celso, hablando de gente de poca talla, tu te acordarás muy bien de Garbanzito que era uno de los enanos mas sinvergüenzas que ha dado esta tierra. Sinvengüenza de gracioso que era, pero también era muy malo; cuando le pagabas la loteria te decia eah!! po ya la pue tirar porque yo no he dado un premio en mi vida. Tambien habia que tener cuidado con él porque le gustaba arrearle a la gente con el bastón una cosa mala, sobre todo si te la tenia jurada por algo.
    Cuando yo trabajaba en los restaurantes, a mi jefe le agradaba rodearse de graciosos y caricatos y Garbanzito era de sus preferidos, por lo que el enano andaba por Madrid, París o Coral Beach como si estuviera en Triana. Al enano le gustaban mucho las putas ( acuerdadate que tenia debajo de Urbis el Polinesio Bay-Bay y regentaba aquello como un Al Capone en miniatura ), un dia unas personas conocidas nuestras lo llevaron en Madrid a un sarao con unas niñas, entre ellos Picoco padre, que en Gloria esté. En medio de aquel asunto que era muy enredao y no habia organización, alguien apagó la luz y el enano probó lo que no queria y ademas cuando salieron a la calle y de camino al hotel lo echaron en un cubo de basura y alli lo dejaron. Garbanzito tenia muy mala leche, te lo puedo asegurar y no se le olvidaban las cosas y muy pronto tuvo ocasión de resarcirse. Era San Isidro y el enano estaba en las Ventas, por supuesto de gañote, y vio a Picoco en un tendido y le entro veneno, pensó "ahi está el gitano el hijo de p..veras la que le voy a dar. Bajo con cuidado los escalones que le separaban hasta él, levanto el bastón y se lo descargó en la espalda con toda la fuerza que pudo. La que se formó en ese tendido!! sobre todo cuando se volvio el que recibio el estacazo que no era Picoco ni nada, era un señor que se queria comer al enano. La gente decia: ¡¡dejelo Ud por Dios, no vé que es enano!!, pero el hombre estaba encendido y Garbanzito se llevó lo suyo. El Pico estaba dos o tres filas mas para arriba asistiendo a la escena y tomando nota claro, para luego darle juego a aquello, que era oro puro en la labia de él.

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  2. ¡Ole tu Curro!
    Vicente "Picoco" era un genio de la picaresca y unos de los tíos con mas "arte" y verdadera GRACIA cada vez que habría la boca. Tu debes tener miles de anécdotas de este tipo que nos podías ir contando porque son parte de unos tiempos que es difícil que se repitan.
    Yo recuerdo unas partidas de Rentoy, en Chipiona, en el Kinsay, entre YiYi y Picoco que eran surealistas, se jugaban mucho más que dinero..... lo tengo que poner en pie y contarlo....

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