La diferencia de consumo de combustible sea gasoleo o gasolina, de un coche típico de los que circulas por nuestras autovías – es decir autos en muy buen estado de mecánica, revisados y puestos a punto, con catalizadores, como están la gran mayoría de los que circulan actualmente- debe ser muy escasa entre ir a 120 o a 110 km/h. Pero aunque los ingenieros, si alguno lee este Cuaderno, pueda calcular con precisión la diferencia o decremento de consumo, me temo que le será más complicado calcular la diferencia de gases contaminantes que desprende un vehículo normal, ajustandola a la diferencia de consumo previamente calculada. Es posible que sea muy muy pequeña, casi despreciable.
La mayor parte de la contaminación de los motores que usan combustibles minerales se produce por el tipo de conducción necesario y obligado dentro de las ciudades: poner en marcha el motor, arrancar y comenzar a circular en marchas cortas, acelerones, frenazos, de nuevo acelerones, marchas cortas, motores revolucionados, es decir, alto consumo de combustible y logicamente mayor contaminación. La nueva Ley no incide para nada sobre la velocidad y el consumo de combustible dentro de las ciudades.
De manera que lo más probable es que nos la estén metiendo doblada. ¿Otra vez, oiga? Otra vez…si hijos míos. Doblada y hasta donde pone …”Pepiño Blanco”.
Con esta medida de nuestros “honrados gobernantes” no se van a evitar accidentes de tráfico (a lo mejor aumentan, ya veremos), no se va a ver afectado el índice de contaminación en nuestro entorno. Quizá se ahorre algo de combustible (ya nos inflarán las cifras adecuadamente) pero lo que sí tenemos todos muy claro, clarísimo, es que se van a poner las botas recaudando euros de nuestras cuentas bancarias a base de sanciones y multas por exceso de velocidad. Esta es la única y verdadera intención de este cambio en la Norma de Circulación: meternos la mano en la cartera impunemente y trincar toda la pasta que puedan. Seguro que la necesitan para las elecciones que vienen, porque ya se han gastado hasta el presupuesto que tenían para loción anticaspa de varios ministros.
Ahora me voy a mojar. Lo que me da mucha rabia es que la Guardia Civil, la Honrosa Guardia Civil; se preste a estos tejemanejes de los gobernantes, ejerciendo de instrumentos coercitivos y mediadores. Han llenado nuestras carreteras de radares estáticos, cámaras de fotos acojonantemente precisas y que siempre tienen los certificados a punto, patrullas camufladas que te retratan cuando vas tan tranquilo, etc, etc, todo esto, supongo, con la noble intención de cuidar de nuestras vidas. Pero a los españoles también nos gustaría que la Guardia Civil cuidara de nuestras “haciendas”. Porque la fama de este Glorioso Cuerpo se esta viendo cada vez mas perjudicada por culpa de estos farragosos asuntos de las multas de tráfico a troche y moche, de no informarnos convenientemente en tiempo y forma de las sanciones, de no darnos oportunidad para realizar alegaciones, de la pérdida de “carácter” y en definitiva de lo que parece un “afán recaudatorio desmedido” más que otra cosa.
Un ejemplo. Primavera de hace 2 años. Sábado por la mañana antes de la hora del Angelus. Yo circulo desde Higuera de la Sierra en dirección a Sevilla. Voy muy relajado, casi ningún coche en la carretera. Sé que esta limitada la velocidad a 90 y voy a 75-80 kg/h, escuchando Radio Clásica el Concierto de Violín de Chaicoski. Justo cuando me voy a incorporar a la maravillosa Autovía de Mérida, en una rotonda, un coche patrulla de la Benemérita, me da alcance, me enciende una discoteca de luces a mi vera y me hace señales de que me pare en el arcén. Así lo hago, acojonado. Desde donde estábamos detenidos se apreciaba el gran número de coches que provenientes de Sevilla, parecía que estaban echando una carrera a ver quien llegaba antes adonde fueran, pitidos, cambios suicidas de carril, adelantamientos por la derecha, etc, todo a la vista del Agente, que se bajó de su coche patrulla, se acercó a mi ventanilla y me algo así como: “tengo que sancionarle porque a sobrepasado usted el límite de velocidad en el punto kilométrico tal, que está señalizado a 60 y usted a circulado a 71 km/h.” Yo no dije ni esta boca es mía, en la radio sonaba el Adagio del 2º movimiento, precioso; en la autovía cercana casi se matan dos criaturitas en un adelantamiento complicado.
Lo miré a los ojos quitandome las gafas, él no aguantó la mirada, no se quitó las gafas, avergonzado me pidió el carne de conducir, que ni miró, se limitó a escribir en los papeles me dijo que si quería firmar, le dije que no. Me dio la copia de la denuncia y me dijo que podía continuar. Se quedó al lado del coche para facilitarme la incorporación de nuevo a la rotonda. Cuando me estaba poniendo en marcha me dijo:” lo siento, yo cumplo ordenes…” y lo noté triste, muy triste.