Cuaderno de apuntes, opiniones, reflexiones y embustes de Celso Pareja-Obregón López-Pazo y familia.
"Casos Clínicos"

- Celso Pareja-Obregón López-Pazo.
- Sevilla, Huelva, El Rompido, Andaluz.
- Licenciado en Medicina y Cirugía. Frustrado Alquimista. Probable Metafísico. El que mejor canta los fandangos muy malamente del mundo. Ronco a compás de Martinete.
viernes, 8 de marzo de 2024
Medicina Interna y Psicosomática

domingo, 11 de febrero de 2024
Medicinas y Salud.
Sin duda los avances en farmacología y el estudio de los medicamentos en el último siglo está siendo uno de los más importantes hitos de la ciencia para curar males hasta hace poco incurables y aliviar el dolor que teníamos por imposible de calmar.
Qué hubiera sido de nosotros sin los antibióticos por ejemplo (igual no estaba yo escribiendo esto). O sin los fármacos para las dolencias cardíacas y la hipertensión arterial que casi han erradicado la insuficiencia cardiaca rebelde a tratamiento, desde hace pocos años. O los nuevos tratamientos para combatir las placas de ateroma que causan isquemias arteriales, infartos coronarios e ictus cerebrales, que son capaces de limpiar por dentro las arterias rejuveneciendo el endotelio. Igual que los avances imparables en el tratamiento de la diabetes y sus secuelas metabólicas, antes causa de muerte en pocos años y ahora con mayor esperanza de vida gracias a pastillas milagrosas. O las medicinas inhaladas contra las alergias, el asma y la asfixia por patologías pulmonares crónicas, que tanto limitan la vida de quienes las sufren.
Tenemos un arsenal de maravillosos productos químicos que actúan contra el dolor y la angustia que amenazan el confort y la calidad de vida de quien sufre traumatismos, inflamaciones, reumas, cólicos, enfermedades autoinmunes o degenerativas, así como fármacos antitumorales que salvan millones de vidas ya sean niños o adultos. Podemos usar los más potentes analgésicos, los narcóticos e hipnóticos, junto con relajantes musculares para conseguir un alto grado de anestesia que permite hacer todo tipo de cirugías -hasta trasplantes de órganos- o conseguir que pacientes de cualquier edad gocen de una medicación paliativa excelente.
Debemos agradecer a los laboratorios farmacológicos y biológicos su inversión en fármacos, desde aspirinas, analgésicos y antibióticos hasta tratamientos de hemato-oncología, vacunas e inmuno-moduladores, terapias génicas y biológicas a la carta, tratamientos de ultima generación que son el futuro de la Medicina moderna.
Pero existe una cara B en el mal uso de las medicinas, y no solo me refiero a la automedicación y al abuso por parte del ciudadano “enterado” que decide tomar un antibiótico o un analgésico, cosa que ocurre día a día en cualquier casa de vecinos, por supuesto sin consultar con su médico ni encomendarse a la Divina Providencia.
Es curioso observar que si prescribimos una medicina que se sale del abc del botiquín domiciliario, el paciente enseguida apela a los “efectos secundarios” y “contraindicaciones”… mientras se está poniendo hasta las trancas casi a diario de Paracetamol o de Ibuprofeno sin haberse leído ni una línea del prospecto, y sin saber que se está fastidiando el estómago, el hígado o los riñones con su “doctorado” farmacéutico. O el que está enganchado a las benzodiacepinas para dormir, o a cualquier “sedante” o “tranquilizante” de andar por casa, sin orden médica alguna.
Sabemos que la automedicación origina un alto coste económico debido a las complicaciones y efectos perjudiciales que origina el abuso de cualquier medicina y además es causa de multitud de “auto-enfermedades” por sobredosificación o mal uso de estas medicinas, con el correspondiente gasto que conlleva “desfacer el entuerto”.
Pero desde hace unos años estoy comprobando un suceso aún más grave, si cabe. La mala praxis médica en el abuso de prescripción de medicación innecesaria e inútil. La órdenes y prescripciones legales de medicamentos que hacen más mal que bien, ya sea por su ineficacia o por su dosificación y duración del tratamiento.
Pacientes que llegan a mi consulta en muy malas condiciones después de varios tratamientos antibióticos consecutivos, por enfermedades víricas, estacionales o inflamatorias, sin foco séptico alguno y sin pruebas previas que lo justifiquen. O por tomar antiprostáticos alfa-bloqueantes para una cistitis. No es normal prescribir Desketoprofeno (un potente analgésico-antinflamatorio) en dosis máximas cada 8 horas durante 7 días por un dolor de garganta o una torcedura de tobillo. O Paracetamol 1 gramo cada 8 horas en casos de patología banal de vías altas. O prescribir Metamizol alternando con Ibuprofeno cada 4 horas durante varios días por un simple catarro estacional o fiebre.
Estas dispensaciones de medicamentos deberían ir acompañadas de una información adicional advirtiendo de los riesgos potenciales para la salud del paciente. Riesgos de sufrir reacciones adversas graves como gastritis y úlceras, insuficiencia hepática, insuficiencia renal, agranulocitosis (daño en la médula osea), insuficiencia respiratoria y asma inducido por medicamentos, sensibilización alérgica… Y estos cuadros son mucho más graves en niños y ancianos.
Concienciémonos tanto los médicos como los pacientes del uso racional y correcto de las medicinas. Los médicos no debemos perder el respecto al poder especial y mágico de la prescripción de tratamientos médicos para intentar sanar a nuestros pacientes. No hagamos una medicina defensiva basada en el tratamiento exagerado y mal enfocado. Cuidemos de nuestros pacientes administrando en cada caso particular (sobre todo en patologías banales) las medicinas menos dañinas, en las menores dosis posibles, el menor tiempo posible y todos saldremos beneficiados.
Primum non nocere.

jueves, 8 de junio de 2023
¿Podremos pensar?
Yo sé que en mi playa el mar sabe escribir. Hay días de recalmón que solo se expresa con tenues versos difíciles de comprender para el paseante. Parece que la mar no dice nada pero la poesía brota del "manantial sereno" de su suavidad cuando roza la arena de la playa, cuando lame algunas conchenas gastadas, cuando se entretiene en jugar con los peces de la orilla escribiendo versos de plata y oro, plata en la superficie y oro viejo en el fondo, versos efímeros pero sagrados, que quedan para siempre grabados en la retina de quien los sabe ver y leer. Estos versos de sosiego -tan repetidos- nunca están escritos con las mismas palabras, pero siempre con caligrafía musical armónica y agradable. Hay que disfrutar con su arcano lenguaje sin intención de descifrarlos, solo de admirar su idioma.
En los días de mar de leva y "olaje" déspota que revienta en la costa, el agua turbulenta escribe feroz dejando enigmas de espumas sobre la playa y olas que dibujan señales de urgencia al retirarse, prólogo de interminables epopeyas de ultramar, soliloquios de profundidades negras, relatos de tormentas y ciclones que mueven la superficie del agua sin orden ni concierto hasta que deseando calmarse, se deciden a firmar en cada orilla y con cada ola una nueva ordenanza, una razón para temer, para pensar, para dudar y para tener respeto a la naturaleza. El mar -como Dios- escribe con renglones torcidos.
Y el viento. Saber escuchar (¡Dios Mío de mi vida, cuánto echo de menos el oído!).
El viento habla. Aunque no se mueva el aire habla el viento en silencio al oido de quien quiera escucharlo. Nuestra orejas son una caracola mágica. El susurro de la calma es paladeable, somos nosotros mismos los que nos escuchamos. Una leve brisa a la orilla de la mar es un concierto de oleaje, gaviotas, charranes, chapoteos, niños y hasta el mismo Angel de la Guarda que se baña aprovechando el momento de tranquilidad.
Cuando va subiendo en intensidad el viento se expresa en idioma universal, pero habla el lenguaje de la gente del mar. Y la gente del mar habla con el viento. Cada día de su vida y cada singladura hablan con el viento porque es su dios. Si sopla porque sopla, si no sopla, porque no sopla. El viento es el rumbo y la veleta. El viento nos pone a cada uno en nuestro sitio.
Cuando salta el foreño y las olas se alegran y divierten formando montañas de agua que rompen en algarabía de espumas en las playas, cuando la arena salta de la tierra y se muda de ensenada, cuando se hinchan las velas de las gaviotas que navegan en el cielo de las aves, entonces el aire en movimiento nos habla con voz autoritaria y nos explica sus razones, sus tremendos argumentos implacables, su frescura o su calentura, su razón o su sinrazón. El hecho es que su atronadora voz nos convence y seduce (por lo menos a mi) de que ni el sombrero, ni el paraguas, ni el chubasquero, ni el mundo entero, sirven para nada contra él. Ni siquiera los tapones en los oídos.
El viento que yo me refiero le canta las cuarenta al más pintado, al mas endurecido de los mortales, al mas encorsetado o disfrazado. Nadie se libra del ruido ensordecedor del viento que sopla dentro de su cabeza. Ese runrun no se detiene ante nada ni ante nadie. Es el viento constante de la conciencia. Pepito Grillo de la vida. Un viento avisador de errores, registrador de desatinos y de meteduras de patas y a la vez confraternizador de malas pasadas. Viento que recuerda a rachas lo que debemos (y no en el sentido dinerario de la frase) y lo que nos deben. Yo tengo mala memoria, a pesar del viento.
PD.
Ahora tenemos unas elecciones generales a la vista.
Desde El Rompido me pregunto si el sonido del mar que tengo dentro de mis oídos desde que nací, la arena de la playa que piso desde mi infancia, el agua que reconozco como mía, el viento amigo que no me amenaza, el sol que comparto, el aire que respiro...
¿Es posible que todo esto sea falso?
Esta es la sensación que tengo después de estos años de gobierno de Pedro Sanchez y de sus socios del gobierno. Tengo la impresión de que quieren cambiar el orden de las mareas, el sentido de las olas, el rumbo de los vientos y el vuelo de las gaviotas.
Ya no sé que es lo próximo que nos obligarán a pensar. ¿Será posible que esto que escribo sea "fascista" y me señalen con una cruz en la frente y me adjudiquen un comisario político?
Porque he hablado de libertad, de la mar, del viento, de lo que siento...
Y no he nombrado a Podemos...

martes, 28 de febrero de 2023
El olor
Se tuvo que ir. La verdad es que no me lo esperaba, la vi como despistada un buen rato antes de anunciarlo rotundamente, como si meditara dudando o calculando la respuesta de una ecuación complicada porque a veces cerraba los ojos y musitaba un responso como de probabilidades.
Yo estaba seguro que vino para quedarse unos días por el barullo que traía al aparecer con dos maletas y un gran bolsón de viaje de donde salieron paquetes de regalos y una envoltura de papel con fruta fresca que olía a fresas, a kiwis y a plátanos. Esta vez llegaba sin avisar, otras también, y traía la cara como de haber estado llorando en el tren y en el autobús pues nunca le importó llorar en público y nunca tuvo que ocultar su llanto terapéutico, por supuesto. Y era cierto que solo al cruzar la pequeña cancelita baja del jardín y subir los dos escalones del porche le desaparecían las ganas de llorar y se le iluminaba la cara de alegría y confianza.
Aunque ya canoso, viejo con la vista acristalada y turbia, todavía tengo un olfato excelente y puedo reconocer los olores de mi primera impronta humana, olor familiar ancestral con el que segrego adrenalina que me permite activarme y soltar un par de ladridos de verdadera felicidad..
Así que la olí desde lejos y creo que al doblar la esquina donde unos metros antes se detiene el autobús de gas licuado, percibí un tenue olor corporal familiar que me golpeó (mas bien me acarició) suavemente el hocico para ir acrecentandose progresivamente, olor a hembra con feromonas familiares y a sudor conocido y registrado en mis acúmulos neuronales los cuales se activaron inmediatamente pues antes de llegar ella a la cancelita yo ya estaba en la puerta husmeando, ladrando y moviendo el rabo esperando su presencia.
Al oirme ladrar, ella apresuró el paso y tocó las maderas con cuidado y respeto. Lentamente abrió la puerta con confianza y enseguida me dejé acariciar por esas manos tan francas y cálidas que permitió como siempre que lamiera. Restos de lágrimas, mocos, tabaco de vapear, perfume de jabón de glicerina, papel perfumado y pelusa de frutas. Y un olor extraño que no tenía catalogado. Un efluvio raro, no habitual en su cuerpo. Un aroma desconocido que provenía de su aliento, del sudor imperceptible que se evapora inmediatamente y que solo los perros detectamos, un olor distinto por nuevo, se podría catalogar de desagradable por desconocido, ya que la última vez que pude olerla, trece lunas nuevas y medía luna creciente tan solo, no desprendía ese olor.
Olor que trascendía y se hacía mas penetrante en espacios cerrados como en aquella casa antigua, habitualmente poco ventilada y con cortinas y alfombras llenas de ácaros defecadores y apestosos que producen ese ambiente rancio tan característico de los hogares donde habitan personas mayores y que yo tengo perfectamente asumido e integrado en mi cerebro.
Como digo esta vez noté algo raro en ella. Los saludos, abrazos, besos, regalos, preguntas y respuestas, parecían los habituales de siempre, el preludio de unos días de descanso en casa de sus padres, bien motivados por conflictos de pareja y separaciones temporales, o bien por necesarios días de descanso y meditación, de reponer fuerzas con orden en las comidas y en el sueño, para volver relajada al trajín del trabajo y del desorden en la capital... Pero el olor no cedió al relajarse y ni al soltar el equipaje en su cuarto cuando fueron desapareciendo los estresantes olores de las catecolaminas desatadas.
El olor era cada vez más intenso, estaba en su ropa, en el aire que ocupaba su cuerpo, en el sitio donde se sentaba, un olor que me espantaba y me impedía tumbarme a sus pies y en cambio me haciendo merodear inquieto y sin parar de lamer y husmear sus objetos personales para identificar el origen de ese nuevo y desconocido efluvio químico. No provenía del cuero de los equipajes ni de cremas, desodorantes, maquillaje ni del tinte de su pelo, Estaba dentro de ella. Y me mantuve alerta.
Antes de dormir pude oler su orina que despedía con gran intensidad el olor desconocido. Esa primera noche la pasé a los pies de su cama, sin querer dormir, analizando su respiración. La oí murmurar en sueños y moverse en la cama con un sueño inquieto de quejidos y toses, alguna vez habló en sueños palabras que no entendí. Despertó con mala cara y con el olor muy acentuado.
Aquella mañana al salir del baño la encontré mas delgada con los huesos de la cadera muy señalados. Después de acariciarme un buen rato con sus manos húmedas y frías mientras yo husmeaba su cuerpo, se marchó con prisa de nuevo segregando catecolaminas y ese olor que destacaba sobre los jabones y cremas del baño.
Yo salí a dar mi paseo matutino y hacer mis necesidades en el parque cercano pero sin ganas de alternar con mis conocidos pues mi instinto estaba en alerta y no dejaba de husmear el aire para tranquilizarme identificando ese nuevo olor en alguna parte donde no estuviera ella.
Al volver a casa no pensaba en otra cosa que en en percibir de nuevo su aroma. Estaba irritado y gruñía ladrando al viento dando vueltas sobre mi mismo, como atolondrado, mientras mi amo me tranquilizaba con paciencia y cariño. Pude detectar en el nervios y preocupación, un atisbo de llanto contenido, y por eso me senté a sus pies y me dejé acariciar hasta que los dos nos relajamos o lo consegímos disimular al menos.
Antes del mediodía ya estaba mi ama y su hija de vuelta. Emociones contenidas, reprimidas, miedo y desesperación. Y ese olor.
Fue entonces cuando pude ponerle nombre, al escucharlo por primera vez.
Y por eso se marcho de repente... por última vez...

miércoles, 30 de noviembre de 2022
Honorarios médicos
Una cardiopatía congénita que amenaza la vida de un recién nacido, un cuadro séptico con fiebre alta, niños con exantemas y púrpuras, asfixias, pacientes con cólicos renales y abdominales, diarreas, cefaleas, tensión alta, dolores de pecho, infartos, ictus, dolor de muelas, otitis, una amenaza de aborto, hemorragias diversas, lipotimias, síncopes, convulsiones, accidentes de todo tipo, fracturas diversas, esguinces, lumbago, ciáticas, apendicitis, hernias… Añadan ustedes los síntomas que quieran o las enfermedades que más teman o que hayan padecido, súmenle la angustia y la ansiedad acompañantes, el desamparo, la inseguridad e incertidumbre, el miedo a las complicaciones…
Lo más sensato es que usted acuda al médico para buscar remedio a sus males o a los de sus familiares. Y, con una altísima probabilidad, al poco tiempo tendrá alivio, consuelo y paz en su vida. ¡Que tranquilidad!
Y, es muy probable que usted haya acudido a un médico que ejerce la Medicina Privada, bien en su propia consulta o bien en un centro médico hospitalario concertado con las principales aseguradoras de salud. Si, esas compañías que a cambio de una mensualidad le proporcionan una tarjeta con el anagrama correspondiente y que usted usa para “pagar” los servicios médicos, las consultas y las pruebas necesarias para que los médicos realicemos un diagnostico y podamos poner tratamiento lo antes posible.
Esas compañías que ofrecen ofertas fantásticas casi imposibles de rechazar pues por poco dinero cubre las necesidades médicas de toda la familia durante 24 horas al día.
Vamos a aclarar algunos puntos importantes a este respecto.
Los médicos que ejercemos la medicina por nuestra cuenta y riesgo no cobramos un sueldo mensual, aunque la práctica se realice en una clínica u hospital determinado, no tenemos contratos laborales. Somos profesionales “libres”, la gran mayoría autónomos -sin salario, sueldo ni vacaciones pagadas, ni seguridad social- que trabajamos por “honorarios profesionales”.
Pero ¿Qué son los honorarios? Honorario proviene del latín “honoraius”, que significa “más honorable”. Esto quiere decir que para cuantificar en dinero el acto profesional sanitario basado en la ciencia, pericia y experiencia, más el tiempo de trabajo realizado ante cualquiera de las patologías antes descritas, -independientemente de su complejidad y duración (lo cual a veces es imposible de calcular)- el médico recibirá la contraprestación “mas honorable” por parte del paciente, es decir el honorario.
“Percibir honorarios es algo éticamente válido y moralmente bueno; pues se ciñe al principio de justicia que establece que todo trabajo debe ser remunerado, bien sea en dinero, en especie o en gratitud pura. Sin embargo, debe haber un intercambio justo en equilibrio con el servicio ofrecido y el recibido.”
Intercambio justo en equilibrio con el servicio ofrecido y el recibido…Vale.
Así que su compañía aseguradora médica, según el acuerdo pactado en su contrato privado, le proporciona una tarjeta a su nombre, con sus datos y en número de su póliza. Con esta tarjeta que usted usa para abonar los actos médicos se devengan - “devengar” es “adquirir derecho a alguna percepción o retribución por el trabajo prestado o los servicios desempeñados”- los honorarios por cada prestación de servicio realizado: atención en consulta, citas con especialistas, análisis diversos, pruebas complementarias, ingresos, cirugías etcétera.
“Honorarios a devengar” que fueron estipulados hace más de 20 años por las principales compañías aseguradoras de salud y que a día de hoy siguen vigentes los mismos devengos en cuanto a las retribuciones que percibimos los médicos que ejercemos nuestra profesión dignamente en la consulta diaria como “profesionales libres”.
Si. Exacto. Créanme. Igual que hace 20 años, sin cambios, sin subir ni siquiera el IPC.
¿Dónde está el Honor?
Publicado en Tribuna Abierta de ABC de Sevilla el 29/11/22

domingo, 26 de diciembre de 2021
Buenas Noticias Covid
De pronto lo he visto claro y cristalino. Se puede informar "de lo mismo" pero en vez de ser catastrofistas y buscar un titular morboso que acojone al personal día tras día, creo que se puede explicar la actualidad del Covid y Omicrón con todos sus datos estadísticos e incidencia de los supuestos casos de "contagios" y número de enfermos con una visión algo mas "profesional"... profesional médico me refiero.
Qué pocos médicos veo en la tele, en la radio, en la prensa o en las redes sociales, explicando la realidad actual de la enfermedad por Covid a finales de este año 2021 que se nos está yendo de las manos con desconcierto y desconocimiento. Y se nos va así, en medio de un batiburrillo de diagramas diarios, de estadísticas tan absurdas a veces que dan risa, de estudios comparativos que no tiene comparación, de epidemiólogos manipulando cada uno su jeroglífico de datos para ofrecerlos a medida de los peticionarios, y de las opiniones tergiversadas de periodistas y tertulianos "expertos"... Sí, sí créanse lo que les digo.
El Covid-19 es una enfermedad nueva y desconocida originada por una mutación -probablemente escapada ¿accidentalemente? de un laboratorio Wuham en China- de un virus de la familia de los Coronavirus.
Ha evolucionado como una pandemia mundial desde 2019, afectando principalmente a las vías respiratorias como un cuadro gripal y en otros muchos casos a los pulmones, por lo que han fallecido muchas personas debido a una neumonía llamada SARS-Cov.2. Esta neumonía produce insuficiencia respiratoria muy grave, y por una complicación secundaria a trastornos del sistema inmunitario de algunos pacientes predispuestos, produce un síndrome hiperinflamatorio con "tormenta de citoquinas" y afectación sistémica con alta tasa de éxitus. Todo está muy bien documentado... o al menos eso debemos creer.
La enfermedad traidora se cebó al principio con nuestros más mayores, dejándonos a los médicos y a los familiares totalmente desolados. Hubo colapso de Urgencias, de planta, de UCI y escasez de respiradores. Hospitales de campaña, confinamientos masivos, cuarentenas obligadas, después las mascarillas, distancia social... Entonces sí que era terrorífica la situación.
Poco a poco los médicos y sanitarios fuimos conociendo mejor la clínica y evolución de la patología, ensayando con fármacos diversos y aprendiendo sobre la marcha a tratar las complicaciones, muchas veces a costa de la vida propia. Demasiadas veces.
Pero llegaron las vacunas. Y todo empezó a cambiar. El enorme esfuerzo de toda la comunidad científica mundial (virólogos, biólogos, químicos, médicos, farmacéuticos, etcétera) ha conseguido en un tiempo increíble que dispongamos de vacunas de fácil administración y que producen una protección muy alta y eficaz con las dosis recomendadas según los protocolos vigentes por edades y patologías.
A partir de este momento, no deben seguir leyendo los que de forma voluntaria no se hayan querido vacunar pues esto no va con ellos.
El grado de protección (inmunización) en vacunados es altísimo, el 95% crea anticuerpos protectores contra las proteínas de la cápsula del virus que impide que se reproduzca a sus anchas, y en pocos días el sistema de defensa de nuestro organismo vence al virus. Podemos notar síntomas leves de gripe y faringitis, sí, muy parecidos a los resfriados y catarros o molestias gripales anuales que hemos padecido toda nuestra vida por otros virus respiratorios. Una semana en casa con paños calientes y antigripales. Estos contactos con el covid van reforzando nuestro sistema autoinmne y van creando inmunidad grupal.
Es cierto que hay un porcentaje (se estima en un 5%) de infectados que a pesar de estar correctamente vacunados hacen un cuadro de neumonía que puede ser grave, necesitando hospitalización y a veces cuidados intensivos. El sistema inmunitario es individual para cada organismo y en ocasiones responde insuficientemente a las vacunas, no sabemos bien por qué, pero no crean anticuerpos defensores suficientes. Pueden ser déficits heredados que han pasado desapercibidos o enfermedades autoinmunes que cursaban de forma larvada y desconocida.
Para los médicos el verdadero problema son los pacientes que se enferman. Aquellas personas que tienen síntomas y acuden al médico. O a Urgencias. Los que tiene fiebre y malestar y radiografías feas o alteraciones en los análisis. Esos son los "números" que nos interesan y nos preocupan.
Opinión Personal e Intransferible:
A mí personalmente el número de test de antígenos y PCR que se están haciendo en la actualidad me parece que no tienen utilidad médica alguna. Igual que en cualquier virus invernal epidémico casi todos tenemos fragmentos o restos de virus en la nariz y en la boca. Eso no es estar enfermos. Se están haciendo sin indicación médica, a destiempo y sin justificación epidemiológica. A personas sin síntomas. No nos sirven para nada. En poco tiempo se retirarán del mercado y se dejarán de aconsejar. Ahora hay que vender los excedentes.
Las famosas PCR solo tienen utilidad diagnostica para confirmar la enfermedad por Covid, y secuenciar el tipo de virus (Delta, Omicrón, etc) y la carga viral en el momento de hacer la prueba. Esto es importante... en el momento de hacer la prueba, solo eso. Una PCR sin saber la carga viral tampoco tiene mucha utilidad clínica. Ejemplo: una persona que tenga fragmentos de virus no contagiosos, y que esté asintomática, puede dar positivo en una PCR. Alarma social injustificada.
Las noticias machaconas asusta-viejas de incidencias por pueblos, ciudades y Comunidades, ya sobran desde hace muchos meses.
Mi consejo es que los que tengan síntomas sospechosos: malestar general, síntomas de gripe, dolor de garganta, tos, dolor de cabeza... que se queden muy tranquilos en su casa, sin contagiar a nadie, hasta que desaparezcan los síntomas, una semanita más o menos.
Los contactos confirmados y asintomáticos de bodas, bautizos, comuniones y eventos variados, deben protegerse con mascarillas y evitar sitios cerrados y aglomeraciones hasta que pase una semana y comprueben que no tienen síntomas.
Para todas las enfermedades víricas y más aun con el Covid, la mascarilla ha venido para quedarse en nuestras vidas sobre todo cuando estemos en sitios cerrados o con bullas. En espacios abiertos y bien ventilados y con distancia de un metro no son necesarias.
Lo de llevarlas por la calle caminando es del TBO.
PD: Opinión personal e intransferible a dia 26 de diciembre de 2021.
Feliz Navidad.

miércoles, 3 de noviembre de 2021
Salud y Enfermedad
Qué conceptos tan extremos y a la vez tan cercanos. ¿Dónde se haya el límite? ¿Estoy sano? ¿Cuándo me puedo considerar que estoy enfermo? Con esta disyuntiva -tener que elegir entre dos soluciones diferentes- nos encontramos los médicos en nuestro día a día en la consulta.
El paciente viene a la consulta preocupado por su salud, quiere saber si está enfermo. Tiene síntomas que atribuye a que algo no va bien en su organismo: cansancio, malestar, dolores, fatigas, fiebres... o bien nos muestra unos papeles con resultados de informes y análisis donde aparecen unas estrellitas o resaltes en negritas de valores que indican que no son normales.
Muchos de los pacientes que veo por primera vez me cuentan directamente el diagnostico que ellos creen tener, ya sea por sospechas de otros médicos y/o por mirar en google y otras fuentes de internet. Muchas veces se molestan si yo no miro esos papeles y comienzo la consulta con preguntas sencillas; edad, profesión, costumbres, antecedentes familiares y personales desde la infancia, fechas, etcétera.
Lo que quieren es que les diga inmediatamente si están enfermos o con mala evolución de sus dolencias, por qué, de qué, y cómo voy a solucionar su problema lo antes posible.
Igual que un embarazo sin complicaciones no es una enfermedad, cumplir años es saludable, es lo que nos hace estar vivos ahora mismo. La edad no es una enfermedad, ni son síntomas preocupantes las goteras que nos corresponden según nuestra biología y genética.
Nuestros cartílagos articulares desgastados, la agilidad disminuida, los músculos que se fatigan antes y pierden consistencia, las arterias más rígidas que cuando jóvenes, la leve sordera... yo no los considero síntomas de enfermedades.
La Medicina no es una ciencia exacta. Decimos los médicos que para nosotros nuca dos más dos son cuatro. Lo que para un paciente es un síntoma trivial, para otros es un tormento. Ninguno sentimos el dolor de la misma forma. Nuestro amplificador neurosensorial, ante un estímulo nociceptivo determinado, lo traduce bien en dolores modulados y llevaderos o mal en lacerantes y estridentes sensaciones de insoportable dolor. Pero la intensidad del dolor no indica la gravedad de una patología. Un esguince de tobillo, un dolor de oídos o de muelas no pone en peligro nuestra supervivencia. Un dolor sordo de pecho o de garganta puede anunciar un fatal desenlace... o ser señal de una crisis de angustia sin consecuencias.
Quiero decir que el dolor es muy inespecífico como síntoma y además depende de la sensibilidad individual. Pasa igual con el cansancio, con la fatiga, con el malestar general, con los trastornos del ánimo y del sueño, con los dolores de cabeza... La mayoría de las veces son resultado de una vida ajetreada, con estrés, preocupaciones, falta de descanso, tabaco, alcohol, mala alimentación, vida sedentaria... Nada que no se pueda solucionar con cambios en los hábitos de vida, dieta adecuada y ejercicio físico. Un examen médico rutinario debe bastar para excluir enfermedades graves.
Les explico a mis pacientes que es un despilfarro y a veces una injusticia tener buena salud y vivir con sentimiento de enfermedad abusando de visitas a especialistas y realizando pruebas médicas innecesarias. He tenido pacientes que son "enfermos imaginarios" que van buscando una enfermedad a su medida. Estos "enfermos" además se sienten incomprendidos por muchos médicos que los despiden con "usted no tiene nada"... aunque los síntomas van a persistir a pesar de que las pruebas complementarias sean normales.
La Medicina Psicosomática aporta soluciones para este tipo de pacientes que sufren síntomas variados e inespecíficos, pero que los amplifican y cronifican, multiplicando la asistencia médica y las pruebas injustificadas.
Los médicos psico-somáticos queremos aportar una visión médica integral sobre estos pacientes y es nuestra labor hacerles ver la diferencia entre el concepto de salud integral de la persona y el de enfermedad definida como patología psico-orgánica que menoscaba la salud.
Podemos ayudarlos disminuyendo la severidad de sus síntomas y la angustia vital que sufren ayudándoles a comprender correctamente los -a veces nebulosos- conceptos de Salud y Enfermedad.
Publicado en ABC de Sevilla el 02/11/21

sábado, 2 de octubre de 2021
La muerte y yo

miércoles, 14 de abril de 2021
Vacunas y Dudas.

jueves, 1 de abril de 2021
Algo no va bien.
Lo saben los enfermos, sus familiares, los amigos, los conocidos, los desconocidos, los paseantes de perros, los deportistas, los jóvenes, los viejos, los de mediana edad, los sensatos, los insensatos, los pacientes, los impacientes, los modernos, los antiguos, los internos, los medio-pensionistas, los lunáticos, los venusianos, los razonables, los críticos, los periodistas, los columnistas, los ineptos, los listos, los que han visto a Evaristo, los concursantes de Pasapalabra, los cuadriculados, los aventureros, los jipis, los perezosos, los hiperactivos, los creativos, los capillitas, los meapilas, los beatos, los ateos, los curas, los sacristanes, los seglares, los guardias forestales, los inventores, los filósofos, los andróginos, los heterosexuales, los otros, los unos, los ambos, los de aquí, los de allí, los de en medio, los de los extremos, los árbitros, los jueces, los fiscales, los abogados, los empresarios, los autónomos, los ricos, los pobres, los que baten el cobre, los cristianos, los protestantes, los de la derecha y los de la izquierda, los músicos, los directores de orquesta, los vendedores de coches usados, los albañiles, los escayolistas, los mormones, los mayas, los incas, los roqueros, los flamencos, los playeros, los surferos, los paracaidistas, los músicos, los sastres, los pillastres, los guapos, los feos, los tuiteros, los golfos, los cabos, los peninsulares, los turistas, los nacionales, los independientes, los dependientes, los subvencionados, los consejeros, los que salen del ropero, los loteros, los moteros, los que usan sombrero, los bomberos, los ministros, los presidentes, los expresidentes, los residentes, los vacunados, los sordos, los ciegos, los deprimidos, los ansiosos, los ociosos, los eruditos, los humoristas, los artistas, los actores, los estadísticos, los periodistas, los científicos… y todo lo anterior en femenino, masculino y neutro.
La mayoría de los ciudadanos sabemos que las cosas en España no van nada bien.
Sabemos que la gestión de la epidemia ha sido y es un verdadero desastre desde el inicio hace ya más de un año, con ocultación esos presuntos “expertos” y falsificación de datos a conveniencia del “gobierno”…
Sabemos que mientras nos bombardeen diariamente tanto en los noticiarios como en la prensa domesticada con absurdos y cocinados datos estadísticos de la pandemia, se ahorran de informar del desastre de país en que se está convirtiendo España.
Sabemos que mientras tengamos el miedo metido en el cuerpo somos muñecos manipulables y marionetas de este insensato ”gobierno” de trápalas.
Sabemos que nuestras libertades básicas están siendo recortadas cada vez con más intención política, con menos base científica, y a medida de los intereses electorales de las distintas autonomías…
Sabemos que los políticos toman decisiones arbitrarias que afectan a nuestro estado anímico sin una clara justificación científica que justifique el daño causado y el tiempo robado.
Sabemos que España se ha convertido en una nación gobernada por un perturbado psicópata rodeado de agradadores sin preparación alguna, de traidores, de piratas rapiñadores, de extremistas alocados, de odiadores profesionales, y de manipuladoras de la cultura y de la historia de España.
Sabemos que algunos ministros usan su ministerio con intenciones espurias y se vanaglorian de ello, incluso permitiendo que los asesinos de ETA se acerquen cada vez más a sus domicilios particulares.
Sabemos que estas provocaciones a las que nos vemos sometidos diariamente una parte de la sociedad por las decisiones de estos “gobernantes” crean un clima de enfrentamiento político-social muy bien organizado (manual de comunismo marxista) y con la intención de recortar todavía más la libertad de pensamiento y opinión.
Sabemos que mientras los medios de comunicación principales estén en manos de este “gobierno”, solo se va a hablar mañana tarde y noche de datos inútiles (absolutamente inútiles para los ciudadanos) de estadísticas de Covid, sin informar de lo que de verdad nos importa:
- Cuando, donde y a qué hora nos van a vacunar, lo antes posible por favor.
- Cuando vamos a recuperar nuestros trabajos y nuestros ingresos.
- Cuando vamos a poner en marcha nuestros negocios arruinados.
- Cuando nos van a pagar los daños causados por el cese obligado de nuestra actividad laboral.
- Cuando van ustedes señores del “gobierno” a cumplir con las ayudas prometidas a los más necesitados.
- Cuando vamos a recuperar la libertad perdida de horario y de calendario.
- Cuando vamos a dejar de hacer el tonto con mascarillas por la playa.
- Cuando vamos a dejar de hacer el ridículo como país ante toda Europa.
- Cuando van a dejar de traicionar cobardemente a la mayoría de los españoles.
- Cuando vamos a poder elegir el colegio y el idioma de nuestros hijos.
- Cuando vamos a dejar de sentirnos manipulados las veinticuatro horas del día.
- Cuando van ustedes a dejar de meternos la mano en la cartera como vulgares rateros.
- Cuando van a cesar de insultarnos a los que no pensamos como ustedes.
- Cuando les van ustedes señores del “gobierno” a reconocer a los médicos y sanitarios el trabajo que están realizando desde hace mas de un año con un sueldo digo a la altura de sus colegas de Europa.
Hay muchas más preguntas sin responder para las que no necesitamos saber tanta estadística epidemiológica señores míos…
No se dejen ustedes manipular por este “gobierno” de mentecatos.

martes, 16 de marzo de 2021
Factores de riesgo.

domingo, 28 de febrero de 2021
Y yo con estos pelos
Se acaba febrero de 2021 y yo con estos pelos.
Se fue 2020, año de muertes pandémicas por el virus SARS Cov.2.
Supongo que a partir de este año 2021 el virus traerá un nuevo orden mundial.
Y dentro de unos meses o años, cuando se descubra/desvele el origen de toda esta movida alucinaremos con las tragaderas actuales.
Cada vez nos queda menos para ser robots... o rebelarnos y ser muñecos diabólicos.
Eso va a depender de los guionistas de la serie.
Yo:
Afortunado en medio de la tragedia.
Ya vacunado con dos dosis de una vacuna desconocida pero que me la he tragado igual que cuando me fumé el primer porro o me tomé la primera viagra... a ver que coño pasa...
Tengo tantas dudas con respecto al virus y a la epidemia que me refugio en la cábala y en el esoterismo.
Dice mi madre que ella reza. Yo también, aunque mi agnosticismo a veces me recuerde mi autentica fe...y entonces rezo con más devoción.
No me vale la Ciencia de momento.
O por lo menos no me vale lo que me cuentan.
Tú no. Tú sí. Tu leve. Tu grave. Tu a la UCI, pero tu esposa va a ser que no se cosque... Tu te mueres. Yo no. Tu trombosis, o fibrosis pulmonar... yo que soy más viejo ni me entero y lo paso en mi casa asintomático...
Y los médicos seguimos buscando soluciones.
Que Dios nos coja confesados...
Vacunados quería decir...

domingo, 17 de enero de 2021
Adiós 2020...

miércoles, 2 de diciembre de 2020
Pragmatismo y Coronavirus

domingo, 15 de noviembre de 2020
El factor X... Pandemia y Civismo.
