Una cardiopatía congénita que amenaza la vida de un recién nacido, un cuadro séptico con fiebre alta, niños con exantemas y púrpuras, asfixias, pacientes con cólicos renales y abdominales, diarreas, cefaleas, tensión alta, dolores de pecho, infartos, ictus, dolor de muelas, otitis, una amenaza de aborto, hemorragias diversas, lipotimias, síncopes, convulsiones, accidentes de todo tipo, fracturas diversas, esguinces, lumbago, ciáticas, apendicitis, hernias… Añadan ustedes los síntomas que quieran o las enfermedades que más teman o que hayan padecido, súmenle la angustia y la ansiedad acompañantes, el desamparo, la inseguridad e incertidumbre, el miedo a las complicaciones…
Lo más sensato es que usted acuda al médico para buscar remedio a sus males o a los de sus familiares. Y, con una altísima probabilidad, al poco tiempo tendrá alivio, consuelo y paz en su vida. ¡Que tranquilidad!
Y, es muy probable que usted haya acudido a un médico que ejerce la Medicina Privada, bien en su propia consulta o bien en un centro médico hospitalario concertado con las principales aseguradoras de salud. Si, esas compañías que a cambio de una mensualidad le proporcionan una tarjeta con el anagrama correspondiente y que usted usa para “pagar” los servicios médicos, las consultas y las pruebas necesarias para que los médicos realicemos un diagnostico y podamos poner tratamiento lo antes posible.
Esas compañías que ofrecen ofertas fantásticas casi imposibles de rechazar pues por poco dinero cubre las necesidades médicas de toda la familia durante 24 horas al día.
Vamos a aclarar algunos puntos importantes a este respecto.
Los médicos que ejercemos la medicina por nuestra cuenta y riesgo no cobramos un sueldo mensual, aunque la práctica se realice en una clínica u hospital determinado, no tenemos contratos laborales. Somos profesionales “libres”, la gran mayoría autónomos -sin salario, sueldo ni vacaciones pagadas, ni seguridad social- que trabajamos por “honorarios profesionales”.
Pero ¿Qué son los honorarios? Honorario proviene del latín “honoraius”, que significa “más honorable”. Esto quiere decir que para cuantificar en dinero el acto profesional sanitario basado en la ciencia, pericia y experiencia, más el tiempo de trabajo realizado ante cualquiera de las patologías antes descritas, -independientemente de su complejidad y duración (lo cual a veces es imposible de calcular)- el médico recibirá la contraprestación “mas honorable” por parte del paciente, es decir el honorario.
“Percibir honorarios es algo éticamente válido y moralmente bueno; pues se ciñe al principio de justicia que establece que todo trabajo debe ser remunerado, bien sea en dinero, en especie o en gratitud pura. Sin embargo, debe haber un intercambio justo en equilibrio con el servicio ofrecido y el recibido.”
Intercambio justo en equilibrio con el servicio ofrecido y el recibido…Vale.
Así que su compañía aseguradora médica, según el acuerdo pactado en su contrato privado, le proporciona una tarjeta a su nombre, con sus datos y en número de su póliza. Con esta tarjeta que usted usa para abonar los actos médicos se devengan - “devengar” es “adquirir derecho a alguna percepción o retribución por el trabajo prestado o los servicios desempeñados”- los honorarios por cada prestación de servicio realizado: atención en consulta, citas con especialistas, análisis diversos, pruebas complementarias, ingresos, cirugías etcétera.
“Honorarios a devengar” que fueron estipulados hace más de 20 años por las principales compañías aseguradoras de salud y que a día de hoy siguen vigentes los mismos devengos en cuanto a las retribuciones que percibimos los médicos que ejercemos nuestra profesión dignamente en la consulta diaria como “profesionales libres”.
Si. Exacto. Créanme. Igual que hace 20 años, sin cambios, sin subir ni siquiera el IPC.
¿Dónde está el Honor?
Publicado en Tribuna Abierta de ABC de Sevilla el 29/11/22