En la práctica de la Medicina Interna en el ámbito extrahospitalario como médico consultor, cual es mi actividad profesional desde hace unos años, tengo la oportunidad de ejercer conjuntamente esta preciosa especialidad tan imbricada con la Medicina Interna como es la Medicina Psicosomática.
Esta última postula la práctica de la “medicina basada en el enfermo” ofreciendo una asistencia globalizada y multidisciplinaria que estudia factores no solo biológicos, sino también psíquicos, sociales y a veces profundamente personales, en orden al diagnóstico, la resolución de síntomas y la satisfacción del paciente.
Para el ejercicio correcto de la Medicina Psicosomática, el médico debe tener una formación en aquellas áreas que influyan en el aspecto “biopsicosocial” del paciente, es decir, debe realizar un estudio científico previo y profundo para descartar patologías endocrinas, inmunológicas o autoinmunes, neurológicas, degenerativas, infecciosas o exclusivamente psiquiátricas.
Muchas veces esto viene dado por hecho en las primeras consultas, puesto que los pacientes ya han pasado por diferentes especialistas y nos aportan informes, resumen de pruebas, análisis, diagnósticos probables y tratamientos prescritos. Casi siempre con resultados normales. Pero refieren que los síntomas perturbadores persisten y acuden desesperados buscando una solución a su enfermedad “no descubierta”.
El cansancio exagerado y crónico, el dolor ya sea muscular o articular progresivo y amenazante, la falta de fuerzas para hacer vida normal, las cefaleas recalcitrantes, las neuropatías faciales y de las extremidades, las dispepsias digestivas, la falta de aire a esfuerzos domésticos, los mareos y vértigos, el desánimo, la desidia, la inapetencia sexual, el insomnio… son síntomas que se repiten en las primeras consultas y que el paciente sufre en su vivir diario, agravados por la sensación de “enfermedad incurable” y el pesimismo de una evolución negativa y desasosegante que produce angustia y ansiedad. Un futuro de nubes negras amenazando tormenta.
Sigmun Freud en cierto modo fue un precursor de la Psicosomática cuando en sus estudios del psicoanálisis ya hablada de la represión de impulsos y afectos, del conflicto entre el “yo” consciente y el “ello” inconsciente como fuente original de síntomas físicos, lo que llamamos “somatizaciones”, que se viven y padecen como realidad incuestionable.
El paciente psicosomático al principio desconfía de las terapias que le proponemos. Son pacientes que muchos están tratándose con varios tipos de analgésicos y antinflamatorios, a veces con opiáceos, con sedantes neurológicos y relajantes musculares, pero que no consiguen mejorar en el aspecto físico-psico-social, llevando una vida lastrada por sus síntomas.
Explicar al paciente que no tiene una enfermedad incurable, repasar y repetir las pruebas que precisemos para descartar comorbilidades, debe ser nuestro primer paso y nuestra interacción básica primordial. En este aspecto la relación médico-paciente basada en la confianza mutua es fundamental para llevar a buen puerto nuestro objetico común.
Llegar a un diagnóstico certero de Síndrome de Fatiga Crónica o Fibromialgia o Cefalea Tensional, o Intestino Irritable o Trastorno de Somatización -por nombrar las más frecuentes- no es tarea fácil para el médico.
Tampoco el tratamiento es sencillo pues casi siempre es multidisciplinar, con la colaboración fundamental del paciente, que debe aceptar casi siempre la retirada progresiva de medicación innecesaria y perjudicial para introducir medicación específica anti-estrés, anti-fatiga muscular, antioxidantes y regeneradores metabólicos, también analgesia natural basada en la evidencia científica; en algunos casos precisarán inhibidores de la recaptación de serototina a dosis bajas, al mismo tiempo que aceptará las recomendaciones de cambio de hábitos de vida y alimentación.
Si es necesario deberá realizar Terapia Conductual, o bien de proveedores de Medicina Física y Rehabilitación, Fisioterapia o técnicas de relajación adecuadas a cada caso particular. Con estas pautas conseguiremos mejorar la calidad de vida muchos de nuestros pacientes, ofreciéndoles un futuro menos negro y amenazador.
La Medicina Psicosomática como complemento a la Medicina Interna ofrece al médico la oportunidad de integrar en su práctica diaria el aspecto más humanístico de la ciencia médica. Para mi es una gran satisfacción poder ejercer ambas especialidades.
El Profesor Laín Entralgo en su libro “El Médico y el Enfermo” concluye: “Eres por lo pronto un ente que puede enfermar y que un día u otro estrás enfermo. Y entonces desde el fondo mismo de tu ser, sentirás la necesidad de que te atienda y ayude un hombre dotado de saberes técnicos especiales y dispuesto a conducirse como amigo tuyo. Con menos palabras, un buen médico”
Publicado en ABC de Sevilla el 05/03/24