La Navidad me confunde. Cuando creo que estoy llegando
resulta que no he salido y si me paro ha pensarlo me doy cuenta que vengo de
vuelta. No sé siquiera si estuve. O me vuelvo antes de salir de casa, es el
camino más corto entre los puntos suspensivos. A veces tengo hambre y otras
veces nauseas. Mi cara se va rellenando de polvorones de almendra al mismo
tiempo que mi esófago sirve de embudo de lo que contienen botellas de
colorines. La digestión no apaga nunca cual fabrica celulosa peremne.
Recibo cientos de felicidades aerotransportadas que
llegan a mi IPhone con los mas originales soniquetes acompañando a fotos y
videos que se autodestruirán en cinco segundos. Contesto mecánicamente una
frase hecha de cortar y pegar muy saludable. Salud Bienestar y Feliz Navidad.
Ya pasó la Nochebuena con estruendo de familias
numerosas y el almuerzo fraternal de Navidad con pavos disfrazados de zorzales.
Ahora se brinda con yintonis en copas de balón. Lo catalán no esta de moda,
aunque el cava es la bebida mas barata y exquisita que tenemos los españoles, a
mi me disloca. El champan esta el doble de bueno mejor pero cuesta el triple de
caro, no me salen las cuentas.
Intento hacer vida normal y me sale regular. Me dejo
llevar por las luces y las ofertas de bicarbonato de sosa. Me calzo las de
correr y voy andando. Que le vayan dando dice mi barriga oronda. Estoy
enganchado al kiosko de la melva. Veremos a ver como me desadicto (palabro
recién cocinado).
Intento no ir al centro. Me asfixio bajo la
muchedumbre. Solo entiendo algo de bullas pulmonares. Los centros comerciales
los tengo prohibidos por prescripción facultativa. Estas botas son para caminar
en espacios abiertos.
Me gusta regalar cosas sencillas que nunca se olviden
en el fondo del baúl de los recuerdos, ¡u u uu! Y me gusta que me regalen el
oído derecho que por el izquierdo no escucho.
Y queda por pasar el divertidísimo día de Fin de Año
con sus caretas y matasuegras y globos y campanazos y uvas y cotillón y alegría
desbordada por cohones. No cuentes ustedes conmigo si son tan amables. El único
día del año que me gusta madrugar es el uno de enero. Cosas mías. Casos
clínicos peores se han visto.
Que ustedes lo pasen bien y que el 2016 etcétera
etcétera…
PD: El otro día me convertí en Page Real durante unas
horas recogiendo las cartas que escriben los niños a los Reyes Magos. Incluso
vestido de Califa en lugar del Califa mi nieta Celsa me reconoció al segundo y
me guiñó un ojo celestial. Cuando le tocó su turno me abrazo como nunca me ha
abrazado nadie. Y luego lloré al terminar.
Eso es Navidad.