"Casos Clínicos"

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Sevilla, Huelva, El Rompido, Andaluz.
Licenciado en Medicina y Cirugía. Frustrado Alquimista. Probable Metafísico. El que mejor canta los fandangos muy malamente del mundo. Ronco a compás de Martinete.

miércoles, 23 de junio de 2021

Malas personas

 Me cuesta escribir esta reflexión. Mi conciencia me avisa de que sea prudente y no cometa el error de ser yo mismo una mala persona... Pero si no lo digo, reviento por dentro...

Ustedes me perdonen por anticipado.

Las malas personas existen. Coexisten muchos grados y clases de personas malas, desde aquellos que nuestro cerebro no tiene más remedio que calificarlos de monstruos, como esos asesinos-as de niños inocentes, ejecutados cruelmente para causar el mayor daño posible a la madre o al padre, o para desembarazarse de una responsabilidad, o para liberarse de una molesta interferencia... Ejemplos tenemos suficientes en los últimos años de este desprecio absoluto por la vida de menores inocentes, de ángeles desprotegidos. 

Estas personas encarnan el mal más absoluto y real. En mis neuronas no encaja esta categoría de perversidad como no sea explicándolo por una perturbación enfermiza y patológica. Pero me consuela pensar que si existe la Justicia, estos monstruos pasarán el resto de sus vidas macabras en la cárcel.

Muy similar sentimiento me producen los "machitos" que maltratan y violan a sus parejas, por celos, rencor, envidia o por machismo puro y duro, haciendo de las vidas de estas agredidas un infierno diario, y que muchas veces finaliza con la muerte violenta de la abusada y maltratada. Parece que se enorgullecen del dolor ajeno. Ejemplos diarios, desgraciadamente. Todos estos criminales deben terminar en prisión con las máximas condenas. No dudemos en denunciar a estos malvados a la mínima evidencia.

Pero también detesto a aquellas malas personas que día a día se pavonean con disfraces de honestos y de ejemplares, de cara a la galería social de su entorno social, laboral y familiar, y en el fondo son malos de solemnidad. Personas que siempre que tienen que elegir entre hacer el bien, lo justo, lo honesto, lo lícito, lo ético, eligen continuamente hacer lo injusto, lo incorrecto, lo desleal, lo inmoral, lo que más daño pueda hacer a aquellos donde dirigen su dardo del maldad y de escoria.

Suelen ser personas acomplejadas, con distorsiones cognitivas, que han crecido educados con malas artes o que ellos se han desviado voluntariamente de la bondad por egoísmo, por codicia, por envidia malsana, por complejos de inferioridad, por celos...

Aunque se vistan se sedas... malvados se quedan. Hacen participe de su maldad y sus rencores a todos los que los rodean, tan solo admiten la absurda visión de su catálogo de sinrazones, se van creando tantos enemigos como personas se rozan con ellos, desunen a hermanos, hijos, nietos, crean malestar en su entorno familiar, laboral, social... Y perseveran en el error y en la maldad con actitud altiva y prepotente.

Son sembradores de odios y de maldades, malas personas con balcones a la calle, por mucho que se empeñen en disfrazarse de honestos.

Los tenemos a nuestro alrededor y en todas las clases sociales, aunque los peores son los que van "triunfadores"... Pobres personas que día a día van cavando con su rencor y su codicia una fosa de soledad.

Los he padecido en diferentes momentos de mi vida, alguna vez me enfrenté a ellos con la energía quijotesca de la edad, pero tan solo obtuve mas sinrazón y clara evidencia de su perturbación. 

Mi actitud desde hace muchos años es de evitación total y absoluta de estas malas personas. No permito que se me acerquen ni que me afecten sus actos, aunque a veces me llegan noticias de sus fechorías... Me causa sorpresa y a veces indignación, tener noticias de estos pobres personajes que siguen actuando con malas artes y malas intenciones, sin que nadie les pare los pies y los ponga en su sitio.

Y repito, se les distingue porque siempre que pueden elegir entre hacer el bien o el mal... 

Pues eso.

PD 1: Cualquiera de nosotros y yo el primero, en un calentón de enfado puede hacer daño, ser injusto, ambicioso o egoísta. Pero tenemos el maravilloso poder de reparar inmediatamente el daño causado, pedir perdón, restaurar lo fracturado, ser justos, honestos y honorables. Y eso es lo normal y habitual. Equivocarse es humano. Perdonar y pedir perdón es una cualidad que engrandece a las personas.

PD 2: No he escrito esto pensando en política ni en políticos, ni en religión (¡Dios me salve!) ni en economía y sus ardides... solo en personas que conozco y hacen daño a otras personas que conozco.