"Casos Clínicos"

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Sevilla, Huelva, El Rompido, Andaluz.
Licenciado en Medicina y Cirugía. Frustrado Alquimista. Probable Metafísico. El que mejor canta los fandangos muy malamente del mundo. Ronco a compás de Martinete.
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jueves, 27 de abril de 2023

Y Morante...

 Ayer vi torear a Morante de la Puebla y cortar dos orejas y rabo en la Maestranza de Sevilla. Lo vi desde El Rompido por la televisión gracias a Mundorotv. Es decir no estuve en la Plaza de Toros, que conste, pues las corridas de toros desde hace años me resultan tediosas y sin interés. Como no tenía puesto los audífonos ni los auriculares (lo estaba escuchando María José, que me alertó de los primeros oles) tampoco oía los comentarios de los locutores, ni la música, ni oles ni los aplausos... Solo era capaz de ver torear a Morante de la Puebla con mis ojos.

Desde el principio, en los pases de recibo con el capote, se percibió algo especial en la plaza, una actitud extraña en el torero, como una libertad que emanaba de su figura por encima de los cánones del ritual de la manida tauromaquia repetida por todos. Eso me empezó a dejar hipnotizado. Sin sonido, sin música, solo toro y torero en la pantalla de mi Mac.

Dejo, por no repetir otra vez más, el relato de cuantos lances divinos ejecutó en forma de verónicas citando con el pecho, gaoneras apretadas, y otros usos mágicos del capote para embarcarnos a todos - incluso a los más incrédulos- en el ferry que lleva a la Gloria sin escalas, mientras con la muleta daba un recital en forma de enciclopedia de oro del toreo clásico gitano, condensando en cada muletazo ayudado o natural el toreo puro de los más grandes: Ordoñez, Paula, Curro, Ojeda... ustedes incluyan a los que deseen.

Comprendí que estaba presenciando una epifania, pues él único y verdadero motivo que buscamos los aficionados a la Tauromaquia -que alguna vez soñamos- es ser testigos de la Creación de una Obra de Arte.

Pienso en Leonardo Da Vinci cuando estaba pintando La última Cena, o mejor la Gioconda, si en el momento de pintar esa sonrisa enigmática sería consciente de la repercusión actual. O Miguel Angel cuando decoró la Capilla Sixtina, o Rafael de Urbina y todos los grandes maestros de la pintura, la escultura, la arquitectura, la literatura, la filosofía y las ciencias... hasta llegar a los años de nuestra vida actual, donde los espectadores decidimos que "obras" merecen ser reconocidas con el título de "Arte".

Porque el Arte es un atributo que nosotros los observadores, los mirones, los testigos, los curiosos, aquellos que nos dejamos influir sin barreras por las emociones que producen los sentidos de la vista, oido, tacto, gusto, olfato, que sentimos algo especial que sacude nuestros principios, nuestra alma, nuestra vivencia... somos nosotros, usted y yo, los que otorgamos este atributo de Arte y de Artista a los que se lo merecen. 

Y yo ayer fui testigo, en mi pequeño Mac Air Plus, desde mi casa de la playa de El Rompido, que había sido muy afortunado de sentir cómo Morante de la Puebla, se había transfigurado en "el torero" y en "la faena" que todos hemos soñado ver alguna vez en nuestra vida.

Una Obra de Arte.

Un gran Artista.


PD: "Nosotros los artistas"

domingo, 18 de junio de 2017

Muerte de un Torero

Acaba de morir otro torero de una cornada. Estaba toreando por afición y por profesión, por lo tanto haciendo lo que le gustaba y exponiéndose voluntariamente como cada tarde a un toro bravo que embiste y hiere. El toro no entiende de heridas ni de muertes, su instinto de embestir y cornear está implícito en sus genes, el toro hace lo que tiene que hacer. Ni más ni menos.

Sobre las Corridas de Toros y la muerte de los toreros se han escritos muchas de las mejores páginas de la literatura española en prosa y en verso, se representan obras de teatro, se han rodado películas de cine y documentales, se editan revistas taurinas y las crónicas periodísticas ocupan un buen puñado de páginas de los periódicos. No voy yo a hablar de la Historia de la Tauromaquia (preciosa por cierto).

Después de la muerte de un torero nos damos cuenta de la grandeza y el valor de quienes se ponen cada tarde delante de un toro, ya sea en una plaza de tientas, en una portátil de cualquier pueblo perdido o en una plaza de primera de cualquier capital del mundo taurino. Cada persona tiene sus motivos para elegir su destino. Respeto a los toreros.

Admiro a los ganaderos de bravo y soy un enamorado del toro de lidia como el animal más bello y singular: embiste y acomete por casta y linaje genético una y otra vez mientras tenga fuerzas, se crece ante el castigo de puyazos y banderillas y se aferra a la vida con dignidad y gallardía a pesar de estar mortalmente herido. Respeto a los toros.

Ahora los anti-taurinos volverán a esgrimir sus argumentos: los toreros son unos salvajes sanguinarios, unos torturadores y otros adjetivos peyorativos ampliados con variados insultos a todos los taurinos, a los aficionados, al público.  

Los más agresivos anti-taurinos desean encarecidamente y lo publican en las redes sociales que a los toreros en activos les ocurra lo antes posible mas o menos lo mismo que a los toros de lidia… ¡Ya ven ustedes la paradoja! A los toros ni tocarlos pero que se mueran los toreros no les parece mal. No son anti-taurinos, son anti-toreros.

Sinceramente a mi no me gusta ir a ver una corrida de toros. Me da miedo lo que pueda pasar y no tengo yo el cuerpo para sobresaltos y disgustos y mucho menos para valorar la posibilidad de ver morir a un torero en directo. Dios me libre.

Hace años que vengo diciendo que no voy más a ver una corrida de toros, aunque cada años y por motivos variados asisto incómodo a dos o tres “festejos” en la Plaza de Toros de Sevilla. Nunca salgo feliz ni contento de lo presenciado (si acaso respiro aliviado si no ha habido percances…)

Tampoco me gusta que hombres “luchadores” dentro de una jaula se peleen a golpes demoledores casi hasta la muerte, que se den patadas en la cabeza o puñetazos hasta quedar kao. Nunca iré a ver un “espectáculo” de ese tipo. Pero tienen millones de seguidores en todo el mundo y se mueven millones de dólares en cada combate. Allá ellos.

Tampoco me gustan las carreras de motos, tan españolas, en las que unos chiquillos se ponen a 300 kilómetros por hora y se dan hasta patadas para adelantarse y subir a un podio de tres escalones, sin importarles dejar caer al rival y que se parta la crisma. Igual pienso de las carreras de coches, bólidos absurdos dando vueltas demenciales a un circuito sin fin con conductores jugándose la vida y la de los otros pilotos sin ningún miramiento. Absurdo.

Y tampoco me parece bien que usen a los animales con fines comerciales confinándolos en jaulas minúsculas como hacen con los leones, los tigres, los monos, los elefantes y otros muchos en los Circos o Zoológicos represores. Esos animales deberían estar sueltos en su hábitat natural o en reservas animales adecuadas. No más maltrato animal.

Tampoco me gusta que aborten la mujeres por motivos económicos o políticos-sociales, considero que es un crimen contra Vida humana. Y se les facilita el aborto, con todas las bendiciones de los politicastros de turno.

No me gusta ver como se mueren de hambre o de enfermedades comunes millones de personas cada año en el mundo mientras otros tiramos alimentos diariamente y despilfarramos el dinero en gastos absurdos que podrían evitar miles de enfermedades proporcionando vacunas e hidratación.

Y no me gusta que en nombre de las religiones y los dioses mueran cada día cientos de personas en guerras absurdas y atentados criminales contra inocentes. Todos estamos bajo la amenaza terrorista.

Me aterrorizan los parricidios, la violencia de sexo contra mujeres, hombres y niños, los psicópatas que andan sueltos violando a niñas o torturándolas. El machismo es una lacra social que debemos denunciar y erradicar.

No me gustan las botellones de los jóvenes que se emborrachan cada fin de semana y matan con el coche a ciclistas o a paseantes… Y no hacemos nada al respecto.

En el mundo hay muchas injusticias, incongruencias, hipocresías, partidismos, falsedades, distorsiones, opiniones para todos los gustos y colores. Pero con prioridades, señores, prioridades.

Y me parece que los anti-toreros-taurinos deberían gastar sus fuerzas e inteligencias en otros menesteres que aporten solidaridad y beneficio a los que más lo necesiten. Prioridades.

Digo yo.



miércoles, 9 de marzo de 2016

La Casa de Concha y Sierra






 Escrito por mi hermano Jose María:


El otro día paseando por el centro de Sevilla como sin darme cuenta llegue hasta un pasaje que une las calles ODonnell con San Eloy. Aquí se ubicaba la antigua casa palacio de Concha y Sierra, residencia de la familia ganadera, desde donde salían los coches de caballo que iban para la” Abundancia”, la “Alegría”, “Carcahueso”, El Juncal”, fincas donde pastaban las vacas y los toros de esta histórica divisa.

Como iba sin prisa me detuve observando -desde lo que fue el antiguo patio- el viejo marco de piedra que lo separaba de los salones y miles de recuerdos de mi infancia se me vinieron a la mente. D. Fernando de la Concha y Sierra dueño de la ganadería y personaje importante en la Sevilla de la época, se caso con Dª Celsa Fontfrede y tuvieron dos hijos, Fernando y Concepción. 

Al morir don Fernando le hereda su viuda Dª Celsa y la ganadería pasa a ser conocida como la de la “Viuda”. Tiempo después fallece joven su hijo Fernando y se queda Dª Celsa sola con su hija Concepción, llevando ella el mando de la ganadería, siempre asesoradas por gente del mundo taurino. Una de las personas que más ayudó fue el diestro Manuel García “El Espartero”, ídolo ya de la Sevilla taurina, llegando a tener una relación personal con Dª Celsa. 

De esa relación nació mi abuela Pilar García Fontfrede que se crio siempre a la sombra de su hermana Concepción, e incluso al casarse, se fue a vivir a la calle ODonnell para estar cerca de ella. 

Al morir Dª Celsa la hereda su hija Concepción, La tía Concha, que fue para mí la abuela paterna que no conocí. 

Recuerdos los domingos cuando nos llevaba mi padre a mis hermanos y a mí a visitarla: el patio con las cabezas de toros donde mi padre nos asustaba subiéndose en una silla y haciendo el mugido por la oreja del toro disecado, la escalera de mármol donde subíamos para ir a la salita donde estaba la tía Concha para darle el beso, sentada en la camilla y con las dos mujeres que la cuidaban Pepa Sánchez y Carmen Palacios.

Abajo las cuadras donde me pasaba las horas muertas con Pepe el mayoral y los mozos de cuadra viendo los caballos como daban con sus cascos en los adoquines, siempre preparados por si en algún momento la Señora tenía que salir por la puerta que daba a la calle San Eloy. 

Era una casa que nunca debió de derribarse pues era la arquitectura típica sevillana -de patios con flores rodeado por columnas de mármol, escaleras, salones arriba y abajo, cuadras- que representaba una forma de vida en el centro de esa Sevilla que marcó una época y de la que muchos escritores la tomaron para dar forma a sus novelas. 

Los recuerdos con el tiempo se van haciendo más borrosos pero los de la primera infancia se quedan como mas grabados y yo el otro día al pararme enfrente del viejo marco cerré los ojos y por un momento sentí el agua, el aroma de las flores, el ruido de los caballos y busque la mano de mi padre asustado ante el mugido ficticio de aquel lejano toro de mis sueños ...

 José Mª Pareja-Obregón           Sevilla 8 de Marzo de 2016


viernes, 26 de febrero de 2016

La Plaza de Toros del Barrio de Nervión


 Escrito por mi hermano José María

En esta tarde de invierno sevillano cuando la bruma se impone al tímido sol y el frio poco a poco se va metiendo por las rendijas de nuestras casas me he ido a dar un paseo por los recuerdos de mi infancia en un barrio de las afueras donde nací, el barrio de Nervión y la Huerta del Rey, prolongación del torero barrio de San Bernardo donde nacieron toreros de las dinastías de los Vázquez, Pepe Luis y Manolo, Diego Puerta y tanta gente torera que se criaron jugando con las reses que iban para el matadero. 

 Siendo un niño jugaba en los descampados de la antigua basílica del colegio Portacoeli, de los Padres Jesuitas y dueños de una gran extensión de terrenos en lo que es ahora la avenida de Eduardo Dato. En mis paseos por dicha avenida antes de subir el puente de San Bernardo me fijaba que había una solitaria portada cerrada a cal y canto y siempre me pregunte que a quien pertenecería aquel bello y triste marco de piedra abandonado, yo me imaginaba una casa solariega y campesina absorbida por el crecimiento de la ciudad hasta que un día un profesor de historia de mi colegio me dijo que allí hubo una plaza de toros; los antiguos aficionados a los toros lo sabían pero para  las nuevas generaciones al no ser un monumento típico de Sevilla fue quedando en el olvido. 

Sevilla, ciudad dual en casi todas sus costumbres, Vírgenes: Macarena y Trianera; Cristos: El Cachorro y Gran Poder; toreros:  Belmonte y Joselito. En cuanto a su plaza de toros solo tenía el templo de la Maestranza en el Arenal de Sevilla, cuna del Toreo y puerta de embarque pegaito a la torre del Oro. En este amarillo albero traído de Alcalá de Guadaira venían a jugarse la vida los chavales que con tan poca de esperanza de encontrar un medio donde ganarse la vida soñaban con salir por la Puerta del Príncipe y si no por la que olía a hule y formol por que como dijo uno de esos torerillos del que tengo el honor de llevar la sangre que corre por mis venas, Manuel García Cuesta “EL ESPARTERO”: “mas cornás da el hambre” 

Esta plaza de la Maestranza pertenecía a la Real Orden de caballería, noble y regia institución presidida por la más alta aristocracia sevillana, círculo cerrado y excluyente donde los apellidos marcaban la posición social y donde había que rendir pleitesía. Pero una de las grandes figuras del toreo sevillano: Joselito “El Gallo “quiso que el toreo pudiera llegar a todos los estratos sociales y fundó la Plaza Monumental de Sevilla en pleno barrio de Nervión. 

En el año 1918 se inauguro la nueva plaza de toros para -como dijo Joselito- que el pueblo obrero y llano pudiera disfrutar de las corridas. Desde el principio se encont con muchas dificultades por parte de las autoridades para su construcción pero el gran Maestro de Gelves siguió con su sueño hasta que se inauguró.  

Este sueño duró como un suspiro, poco más de un año y sus ilusiones se toparon con la fuerza del poder dominante que ejercía la clase alta en esta ciudad tan vehemente.  

Problemas de construcción y seguridad acabaron con la historia de esta plaza Monumental que más que un coso taurino tuvo un significado social y de reclamación del cambio que este genial Maestro hizo como suyo. 

José Mª Pareja-Obregón

lunes, 24 de agosto de 2015

Libertad y Toros

Es mas fácil ser antitaurino y estar en contra de la llamada “Fiesta de Toros”, de las “corridas de toros” y de otros festejos cuyo protagonista es el toro bravo y que se celebran en muchas ciudades y pueblos de España sobre todo en estos meses de verano, que defensor de ella. 

Comprendo que es difícil presenciar algunas escenas que repiten machaconamente los telediarios. Pero tenemos que comprender que el Toro Bravo embiste, acomete y si puede hiere gravemente, de manera que se entabla una lid entre toro y torero o entre el toro y los parroquianos que –voluntariamente- deben correr para no ser alcanzados por el toro. Por eso si fuera un toro manso no serviría para estos fines y no habría festejo alguno. Es decir la esencia de esta ancestral costumbre es el enfrentamiento –aunque sea un instante- cara a cara entre hombre y toro bravo, asumiendo el primero el riesgo de ser corneado y herido a veces con resultado fatal. Ya sea en una Plaza de Toros o en espacios abiertos se escenificará una lucha entre hombre y toro que casi siempre termina con la muerte del animal. Como colofón de la “fiesta” el toro debe morir, debe ser sacrificado para finalizar el duelo toro-torero o bien como consuelo y regocijo del pueblo… 

La verdad es que yo comprendo que para muchas personas esta “fiesta” no tenga mucho sentido. Muchos se preguntan qué ha sucedido en realidad: ¿Un espectáculo lúdico? ¿Una expresión cultural? ¿Un drama? ¿Una salvajada?...

La respuesta está en la Libertad de Expresión y que cada uno opine como quiera. Pero con respeto. La Fiesta de Toros esta permitida, regulada con Leyes y aceptada por un gran número de españoles. Forma parte de nuestro bagaje cultural y de nuestra idiosincrasia. Los que asistimos o participamos como actores o espectadores no estamos cometiendo ningún delito. Yo le exijo a los “antitaurinos” respeto y tolerancia sin violencia. Que cada uno opine lo que quiera, pero sin salpicar.

Porque lo que me llama la atención de los “antitaurinos” es el fervor “taurino” que muestran para exponer su opinión al respecto, embistiendo con agresiones verbales y físicas, insultos y provocaciones constantes, sin diferenciar entre hombres mujeres o niños. Esa son sus señas de identidad. Y eso es un delito. Al parecer son acérrimos defensores de la vida del toro de lidia pero no de la vida de los que no piensan como ellos: “al toro ni tocarle pero al torero que lo mate un toro” han llegado a decir estos sufragistas. Y eso es un delito.

Supongo que no solo serán defensores de estos bos taurus sino que también repartirán sus fuerzas en la defensa de otros tantos animales “injustamente maltratados” por el hombre.

Estoy seguro que defenderán con uñas y dientes a los pobres animales de los circos encerrados en minúsculos vagones y obligados a realizar malabarismos a golpe de eso mismo; a los pobres canarios y otras aves trinadoras de bonitos colores prisioneros eternos sin juicio sumario; que defenderán sin tregua a los cetáceos impunemente arponeados y descuartizados aún vivos en las cubiertas de los barcos y a los indefensos atunes extraídos de la mar con fierros y arrojados vivos en congeladores japoneses; también a los indefensos bogavantes aburridos en minúsculas peceras y que son escaldados sin anestesia previa; a las aves de corral criadas industrialmente sin dejarlas descansar ni dormir para ser electrocutadas al llegar al peso convenido; a los cerdos ibéricos criados solo para engordarlos y luego sajarles el cuello solo por el afán de comernos sus jamones y sus tripas; a los pobres elefantes, leones, tigres, cebras, jirafas, búfalos, gorilas y demás trofeos de cacerías “legales”… La lista es tan larga que solo he nombrado algunos ejemplos de estas “animaladas” que creo que necesitan con urgencia de la protección de los “antitaurinos”…

Otro aspecto que se me viene a la cabeza que no debería ser pasado por alto por estos defensores de la vida de los toros es que podrían dedicar un poco de su tiempo dedicado al antitaurinismo a explicarles detenidamente a todas las personas y familias que viven gracias al “taurinismo” como van a resarcirles económicamente si desaparece como ellos desean su “modus vivendi”. A lo mejor estarían dispuestos a aportar parte de sus ingresos para compensarlos… digo yo.

También pienso que gran parte de ese fervor antitaurino estaría muy bien aprovechado en labores sociales y humanitarias pues dentro de nuestras fronteras muchas personas (no taurinas) pasan hambre y necesidades, incluso algunas mujeres se ven obligadas a abortar y lo lógico es que estos defensores a ultranza de la vida del toro bravo sean unos incuestionables defensores de la vida humana… digo yo… ¿nooo?