Este
pasado agosto, después de dos años luchando cara a cara contra un terrorífico cáncer,
murió nuestra amiga Cristina.
Amiga de nuestra familia desde la adolescencia y
juventud hasta sus esplendorosos cincuenta y pocos años.
Una
vida vivida con sinceridad, honestidad, bondad, alegría, simpatía, humor, belleza,
generosidad a raudales, educación y clase.
En
estos dos años de enfermedad ha sido un ejemplo para todos nosotros de
fortaleza y serenidad ante el sufrimiento.
Yo
me quedo con el recuerdo de una persona buena con mayúsculas, de belleza griega,
de risa contagiosa, de elegancia aristocrática, de fortaleza de mujer…
Un
ejemplo de señora.
Descanse en paz.
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Mi
prima Carmen Pareja-Obregón de los Reyes era como su hermana – Cristina era
hija única- y las dos pasaron juntas los mejores años de su vida.
Carmen
escribió esta bellísima poesía cuando murió Cristina:
Me voy para ser feliz
No es que no quiera estar aquí…
Es que este viaje es distinto
Y tengo que partir sola.
Os dejo aquí mis recuerdos y todo lo que tuve.
Es que adonde voy no os puedo llevar
Y no puedo volver.
Me dicen que siga rumbo a ese destino
Y no es que no quiera volver
Es que no se andar hacia atrás.
Dejo una vida llena de emociones, de risas y lágrimas
Dejé mi esencia dentro de cada una de las personas que
he querido
Pero es que no puedo volver
Tengo que seguir andando.
No se el camino de vuelta
Pero se que os recibiré con los brazos abiertos un día
muy lejano
Ya quisiera yo volver a estar con vosotros.
¡Pero es que no puedo volver
y ahora ya soy libre!
17 de agosto de 2018.