Terminó mi veraneo en El Rompido.
Dos meses en una preciosa casa, uno de los primeros chalets que se construyeron
en la orilla de la ría de El Piedras hará más de 50 años por el que fuera su
propietario el arquitecto Joaquín Díaz Langa.
Ha sido un mes de agosto que recordaré
y agradeceré toda mi vida. Tener la suerte de que mi santa y yo hayamos podido
compartir casa con mi hija Ana su marido David y mis tres nietas Celsa (7) Leonor
(5) y Ana (3), mi hijo Celso y su novia Paloma, ha sido un privilegio y un
honor que no merezco.
La primera semana de agosto -como
todos los años- me embarqué en un velero de 42 pies con unos amigos rumbo a
Portugal. Navegar, comer, beber, oír música, pasear por Culatra… el mar es un
buen método para desconectar de todo, os lo aseguro.
El resto del mes lo he dedicado a
dejarme llevar por mis hijos y por mis nietas. Muchos paseos en el Huevofrito, con mis tres grumetes rubias
que ya son muy marineras, baños diarios en las mejores playas de la punta de la
barra (ahora le llaman la “Flecha de El Rompido”), cervezas heladas y pescados
en cualquiera de los bares y restaurantes rompiéros, almuerzos y cenas en la
terraza para terminar el día mirando estrelladas tumbados el relente..
Pero me quedo con la tranquilidad,
el silencio y unas vistas a las marismas excepcionales. En pleamar el agua
llega hasta la escalera del porche y en bajamar tenemos naturaleza y
documentales de La 2 en directo: garcetas cangrejeras, zarapitos, archibebes,
chorlitejos, ostreros, correlimos, andarrios y otras limícolas se dejan mirar
tan plácidas con los prismáticos. Hemos convivido con una familia de urracas en
el jardín.
Mis nietas ya brujulean solas por
los caños de las marismas con sus cubos y palas, saben coger barriletes y
bocas. Este año les he enseñado a coger camarones con las redecillas y
disfrutan como enanas que son. Ellas me han enseñado a mi a tener paciencia e
ilusión en cada actividad que emprendemos y en disfrutar con cualquier plan por
estrafalario que sea: visitar a una familia de gatitos callejeros, seguir a un
escarabajo errante, construir un columpio, disfrazarse continuamente…
Como digo ha sido un veraneo
rompiero excelente, gracias a Dios sin percances. Vuelvo a Sevilla con las
pilas cargadas de optimismo y de satisfacción personal y familiar. Tengo la
suerte de tener una gran mujer a mi lado que me hace sentir feliz y me transmite
serenidad, ella es la gran artífice de todo lo anterior, sin duda.
Vuelvo al trabajo mañana lunes
con ilusión y lleno de energías para poner en marcha nuevos proyectos
profesionales, de trabajar con mis compañeros y compañeras, con ganas de volver
a tratar a mis pacientes, de estresarme con los casos difíciles, de estudiar y
aprender cada día algo nuevo.
Sé que hasta que llegue el próximo
verano voy a disfrutar de la suerte que tengo.
Y que ustedes lo vean.
No, no se me ocurre nada. Estoy cansada en este final de verano, otoño ya, de los avatares catalanes, se que es un problema de todos pero a mi me cuesta hacerlo mío porque me coje muy lejos y no precisamente geográficamente que también, es que tengo muy claro que lo que opine alguien de fuera de Cataluña, les importa un pepino agrio y olé, pues eso. De los demás temas políticos igual, que si tu, que si po anda que tu, y los platos sin fregar, las pensiones bajas y el paro alto. Del tema del desentierro ni me pronunció que pa mi que con mi antigua y casi segura pizca calé me da un yu/yu que me muero, quita, quita, quita, que lo desentierre perry que yo en esos asuntos no me meto que me da ojana. Solo se que pronto veo a mi madre y a mis amores. Se que las tardes acortan y nos dejan respirar, soy más de atardeceres que de amaneceres porque con estos últimos detrás viene el jaleo. Ha habido un tsunami tremendo, que cosas tiene el mar, yo desde que lo vi por primera vez supe de su belleza cruel. Es tiempo de vendimia y las moscas vuelan chocandose contra los cristales porque agonizan en esta época del año. Buenas noches. -
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