Llega otro verano que nos altera nuestra rutina. Los días son más largos y las temperaturas van a subir en Sevilla hasta más de 40ºC. Los fines de semana empiezan a ser de viajes en caravana a la playa o a la sierra que nos coja más a mano. Tenemos que planear las obligadas vacaciones estivales en las que lo normal por estos lares es trasladarnos a cualquiera de las abarrotadas playas andaluzas, aunque otros prefieren la serenidad de la sierra y otros el bullicio de los aeropuertos y trenes para conocer otras regiones españolas o ser turistas en otros países durante unas semanas. Para gustos los colores (de los billetes).
En
estos días previos andamos con prisas por adquirir cuanto antes el bronce
necesario para no desentonar en la piscina, pero nos damos de cara con la
terrorífica imagen de un señor barrigón y con papada que nos devuelve el espejo
al ponernos el bañador por primera vez. Por lo menos yo sí.
Es
decir que hasta octubre vamos a estar todos mas o menos en modo “veraniego” con
ropas muy fresquitas y cómodas, y con muchas ganas de disfrutar de las noches
en terrazas y bares hasta que llegue el finde para coger el portante a la playa
pensando que ya mismo está aquí el famoso mes de vacaciones en el que todos los
años depositamos nuestras esperanzas.
Y me
paro a pensar y me doy cuenta que lo peor que podemos hacer es estresarnos
porque llegue el veraneo. Expectativas bajas. Creo que hay que tomarse estos
tres meses con calma, pero sobre todo tomarnos con mucha parsimonia el periodo
de “Vacaciones de Verano”. Y lo digo con la experiencia de un sesentón (y uno
ya mismo) que me encanta el verano y se me hace cada año más corto.
Una
vez instalados donde elijamos pasar las vacaciones, debemos dejarnos llevar por
lo que nos dicte nuestro cuerpo-cerebro. Y para eso lo mejor es no tener muchos
planes preparados de que vamos a hacer esto o aquello y vamos a ir aquí o allá.
Yo
propongo (para todos mis compañeros y para mi primero…):
·
Vida y dieta sana. Lo cual no implica que no nos
tomemos nuestra cervecita con sardinas, ¡hasta ahí podíamos llegar! No tomar
alimentos precocinados ni conservas. Dieta mediterránea pura: gazpacho, mucho
pescado, verduras y hortalizas frescas. Aceite de oliva. Fruta a diario.
·
Ejercicio aeróbico todos los días. Paseos largos
por la playa o la montaña, a paso ligerito, charlando, disfrutando del paisaje,
del aire puro. Siempre crema de protección solar, camiseta de algodón y
sombrero. No tomar nunca el sol desde la hora del aperitivo y el almuerzo, hasta
después de la merienda. Háganme caso.
·
Observar la naturaleza con los ojos bien
abiertos y los oídos atentos. Mejor que mirar el móvil podemos disfrutar
observando el trajín de las aves acuáticas o de los cientos de pájaros
distintos del monte. Escuchar el ronroneo del mar o el sonido del bosque es más
relajante que mirar el guasap o el twiter. Unos prismáticos no cuestan mucho
dinero y se aprende mucho mirando a través de ellos.
·
Conversar. Charlar siempre es bueno, pero si es
con nuestros hijos, familiares y amigos es un placer. En verano tenemos mucho
tiempo para hablar y hablar sin prisas. Recuperemos las tertulias entre
familiares y amigos. Expresémonos con palabras de voz en directo, sin
emoticonos.
·
Leer es obligatorio. Lo que mas le guste a
ustedes, no hay porqué intentar leer el Ulises ni buscar el tiempo perdido de
Proust; leamos lo que más nos relaje durante esas horas de la siesta o tumbados
en una cómoda hamaca o antes del Jesusito de mi vida… Leer relaja. Limpia la
mente y da esplendor (en la yerba).
·
Dormir. Para mi es fundamental. Hay que relajar
a las neuronas para que se relajen nuestros músculos. Dormir a pierna suelta
sin tener en la mesilla a Jack El Despertador es un estupendo modo de comenzar
cualquier día. Y yo creo que siguiendo los consejos anteriores no debe ser muy
difícil conciliar el sueño. ¿A que no?
PD:
Se me olvidaba: Hacer el Amor. Ustedes perdonen…
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