Gracias a mi hipoacusia severa del oído izquierdo y a
estar muy teniente del derecho estoy desarrollando una cualidad o percepción a
la que cada vez presto mas atención: observar hablar a las personas sin
escuchar absolutamente nada de lo que dicen. En una conversación habitual cara
a cara sería una falta de educación no advertir a mi interlocutor de mi sordera
o no usar el audífono para poder enterarme de lo que me dicen. En mi casa para
escuchar las noticias de la tele -y para no alterar a mis vecinos- utilizo unos
cascos inalámbricos que me permiten oír con comodidad telediarios, documentales
y películas, de tal manera que cuando no me interesa lo que sucede o lo que
cuentan tan solo tengo que apagar los cascos prodigiosos y entro en la gloria
de los sorditos.
Hace ya unos meses me propuse –con doble finalidad
a)no cabrearme b)no dejarme engañar- que cada vez que en los noticiarios
hablaran los candidatos a gobernarnos (otra vez) me despojaría de los cascos
altavoces o los desconectaría con un sutil toque de dedo índice. Además
anteriormente ya tenia decido no leer absolutamente nada de las chorradas que
suele propagar estos candidatos a tomarnos el pelo cada cuatro años, o lo que
pudieran escribir los periodistas y articulistas al respecto de estos señores.
Vale, no puedo decir que lo haya conseguido al cien
por ciento, pero si puedo decir que llevo unos meses sin enterarme de las
mentiras que lanzan a los cuatro vientos estos mentecatos con la intención de
apoderarse de nuestras papeletas de votantes.
Pero una cosa es no oír y otra no ver. Ver a una
persona hablar o dialogar, ver como escucha, como discute, como mueve los
labios, como mira a los que hablan con él o mira a la cámara, que posturas
adopta, como mueve las manos, el cuello, como se va crispando o como van
apareciendo tics imperceptibles… ustedes no
se pueden imaginar lo que se aprende analizando todos estos datos con
imparcialidad (si es que eso es posible).
Y por eso os voy a contar mis conclusiones de sordo
observador a día de hoy de los cuatro principales candidatos a tomarnos el pelo
a partir del próximo 26 de junio.
1. Pablo Iglesias.
Actor. Muy buen actor autodidacta. Suele dar lo mejor de su actuación cuando
está sentado y le enfocan las cámaras, entonces está en su salsa. Cuando camina
se siente inseguro, sabe que no da buena imagen pues tiene algo de chepa –la
cual intenta ocultar con el pelo largo- y sus pasos son indecisos. No sabe ser
espontaneo ni cercano con los que le saludan, creo que porque siempre ha estado
perorando desde una tarima rodeado de correligionarios y no ha tenido público
en contra casi nuca, solo ha tenido seguidores y aplaudidores. Es por eso por
lo que sabe perfectamente donde tiene que acudir para que su discurso se
escuche sin interrupciones. Escoge perfectamente las cadenas de televisión y
los entrevistadores. Se viste con ropas de tallas grandes para disimular su
delgadez de estrecho de pecho. Su sonrisa es falsa de libro. A veces da grima
verlo intentar sonreír. Su verdadera faz es cabreado y movilizando masas desde
una tarima o un escenario. Cuando habla para la tele siempre parece que esta
contando la misma historia, nunca cambia el gesto ni su parla monocorde hable
con quien hable. Los brazos cruzados casi constantemente denotan su mala
educación. Las manos le sirven solo para acusar con el índice a los contrarios.
Cuando calla parece que escucha pero no es cierto, tan solo está preparando su
siguiente arenga, y cuando cree oportuno interrumpe a quien tenga la palabra
sin miramientos y se lanza de nuevo al circo mediático. No deja hablar a sus
interlocutores, y la verdad es que yo no sé porqué se lo permiten.
2. Albert Rivera.
Este se nota que tiene también tela de tablas, pero que le han enseñado el
oficio de actuar ante el público buenos profesionales. Sabe que tiene buena
percha de nadador y lo aprovecha cada vez que puede. Ropa cara y ajustada que
marque pectorales y cintura estrecha. Andares de campeón y soltura de
movimientos. Es capaz de mirar a la cara en un auditorio de cientos de personas
a cada una de ellas al menos una vez. Maneja muy bien los tiempos del discurso
y sería capaz de estar hablando horas y horas antes de que nos diéramos cuenta
de lo quiere decir. Mueve los brazos como si estuviera dirigiendo a un Airbus
antes de despegar y a la vez dirigiendo a desde la banda a un equipo de futbol.
Mueve los labios al compás de la cara y los ojos le bailan muy atentos y
abiertos por eso es muy fácil traducir su mensaje corporal. Intenta transmitir
sensatez y honradez allá por donde va, pero a veces pone cara de contradecirse
a sí mismo. No puede evitar tener ademanes de catalán triunfito y su pose de
yupi (sin serlo) le sale natural. Sabe escuchar con educación y es un
conversador respetuoso. Creo que sabe reírse sin complejos.
3.
Pedro Sánchez.
Antinatural por definición. No está cómodo consigo mismo. Parece que le sobran
centímetros de altura y se mueve muy impostado, como acomplejado. No le cae
bien a las cámaras. No es un tío feo, pero no tiene buena imagen. Me recuerda a
algunos horteras-pijas de mi barrio que los domingos se vestían con los
pantalones planchados y los zapatos caros y relucientes y cuando iban caminando
no paraban de mirarse de cintura para abajo gustándose a ellos mismos. Este
hombre, cuando habla, es la crispación en su absoluto significado. Está
cabreado con el mundo aunque intente disimularlo con una sonrisa más falsa que
la del gato de Cheshire. Da la impresión que tiene cuentas pendientes con
alguien, yo pienso que seguramente con su pasado de currito poco valorado del
partido, y ahora tiene que demostrar por cojones de lo que es capaz, sea como
sea, sin atender a razones. Su lenguaje corporal es que miente más que
parpadea, aunque creo que el pobre ni siquiera lo sabe…
4.
Mariano Rajoy. Es
una mentira tolerada. La gente dice que Mariano habla poco y no dice nada. Es
la única manera que tiene de no mentir. Lleva demasiados años en la política
para saber que nunca se hace lo que se dice
que se va a hacer y mucho menos
en España, porque los que nos gobiernen tendrán que hacer los que nos ordenen
desde Europa o si no al rescate puro y duro. Rajoy esta pasado de rosca
política y no se entretiene ya ni en intentar convencer a sus votantes, más
bien espera que saquen conclusiones ellos solitos viendo el panorama del resto
de candidatos. Por eso no le interesa salir mucho en los noticiarios ni medirse
en los cara a cara mediáticos. Está torpón de movimientos para su edad, creo
yo. Cuando habla mueve poco los labios y menos la cara, y mira para abajo como
si le rozara un gato para que nadie sepa si lo que dice es importante o no, si
es verdad o mentira, si es un chiste o una tragedia. A veces, este gallego,
abre un poco más la boca para reírse y entonces se le ven los dientes gastados
de comer percebes y teñidos de fumar puros. Pero como se le ve cómodo es en
silencio y con los labios apretados.
PD: Por supuesto esto es solo una opinión “personal e
intransferible” (como estaba escrito en los billetes cuando alquilaban las
sillas metálicas en la Plaza Nueva).
Buenísimo. El catalán del flequillo no tiene definición, no la tiene. ¿Será un robot?.-#nohaynadapeor
ResponderEliminarBuenísimo. El catalán del flequillo no tiene definición, no la tiene. ¿Será un robot?.-#nohaynadapeor
ResponderEliminarPues menos mal que no oyes, que si no... Genial.
ResponderEliminarGenial, como siempre, enhorabuena!!
ResponderEliminarGracias Pili y gracias Soto... son ustedes grandes "fanes" mios...
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