"Casos Clínicos"

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Sevilla, Huelva, El Rompido, Andaluz.
Licenciado en Medicina y Cirugía. Frustrado Alquimista. Probable Metafísico. El que mejor canta los fandangos muy malamente del mundo. Ronco a compás de Martinete.

viernes, 21 de junio de 2019

Filosofía y Política


¿Es el hombre capaz de comprender el mundo en el que vive? ¿Cómo se adquiere el conocimiento necesario para intentarlo?

Desde que el hombre tuvo uso de razón comenzó a plantearse conceptos tan elementales como estos: ¿Qué hago yo aquí? ¿Qué sentido tiene mi existencia? ¿Qué significado tiene la vida humana? ¿Somos dioses o esclavos? ¿Porqué la vida y la muerte? Piensen ustedes en cualquier otra pregunta sobre el alma, dios, el universo, el infinito, e intenten responder con su propia experiencia. Eso es la Filosofía: Amor a la sabiduría, al conocimiento, a la Verdad.

La Filosofía es la búsqueda de la Verdad sin subterfugios. No sirven medias verdades ni comodidades. El hombre necesita respuestas que colmen sus aspiraciones de conocimiento y es lícito buscarlas. La Metafísica indaga las causas primeras del ser (ontología), la naturaleza y origen de las cosas que existen (cosmología) y nos afectan como seres humanos susceptibles, entroncando así con la psicología racional y con la teología, que pretenden dar respuestas al origen del yo, a la existencia del alma y de dios. Por esta inquietud aparecen también las religiones que ofrecen respuestas diversas a estas cuestiones e intentan apaciguar la angustia que crea la inseguridad y el desconocimiento.

Pero hay un concepto primordial que se adquiere desde el nacimiento, implícito en la condición humana: la autocrítica. Los animales humanos tenemos esa capacidad extraordinaria de analizar nuestros propios actos y compararlos, nos examinamos y sacamos conclusiones y así podemos adaptar nuestra evolución en base a los resultados obtenidos.

Podemos optar entre varias opciones en cada momento y con todas sus consecuencias. Es decir, vivimos continuamente eligiendo entre el bien y el mal de manera libre y voluntaria. Filosofía, Ética y Moral (o Religión, para quien profese) nos señalizan el camino. Yo creo que el Hombre es y nace bueno, que elige siempre la opción correcta: hacer el bien.

Cambio de tercio. La “Politica”.

Si estamos de acuerdo que una de las aspiraciones básicas del ser humano es poder actuar del modo mas libre y autónomo posible, tenemos que convenir que existen unas “normas de comunidad” para vivir en sociedad que nos exigen un comportamiento coherente y consecuente. Estas normas no escritas de convivencia social están regidas tanto por la ética personal -es decir tener un conocimiento previo, una experiencia consciente de la diferencia entre los que está bien y lo que está mal- y la moral, entendida esta última como el conjunto natural de normas, costumbres, usos, tradiciones y creencias, que dan sentido propio a un grupo humano obligado a relacionarse entre si.

A los señores que optan por ejercer de “políticos” los encargamos de que escriban y regulen estas “normas de comunidad” basadas en la Filosofía, Metafísica, Ética, Moral… En teoría estos amables señores han de estar formados y con experiencia en las disciplinas necesarias para ejercer con profesionalidad sus cargos de tanta responsabilidad y deben dar ejemplo de ética y moral intachables, de honradez probada, de transparencia en la gestión encomendada, de ser garantes del bien común y de la paz social…

Tararí que te ví. La Política es el arte de la ocultación de la verdad, sin la más mínima duda. Ocultar la verdad es una manera perturbada de mentir. Por eso nos sentimos siempre defraudados con nuestros dirigentes. Sabemos que no son precisamente filósofos.

Mienten en el Parlamento y en el Senado, mienten en los medios de comunicación, mienten delante de los jueces y serán capaces de mentir delante de Dios si hace falta para conseguir sus objetivos materiales.

Muchos llegan a la política no con vocación de servicio, sino con intención de servirse de todos los mecanismos que dispongan a su alcance para vivir del cuento de unas siglas y un ideario impostado. Mindundis con ínfulas de grandeza que hacen mucho daño por su absoluta inutilidad. Algunos han alcanzado las mas altas cotas de su incompetencia.

¿Cuántos políticos nos han estafado y robado impunemente durante años aprovechándose de sus cargos? Pero lo peor ha sido ver cómo sus compañeros de partido ocultaban sus delitos e intentaban justificar lo injustificable. Cómplices con caras de santurrones.

Otros se aferran al poder de una manera demencial como si estuvieran enganchados a la más dura de las drogas, y son capaces de vender su alma a los diablos con tal de mantenerse en la cima. Y los diablos aceptan satisfechos el envite.

La mayoría de los políticos son expertos en confrontar a los ciudadanos y crean problemas donde nunca debería haberlos, fomentan desigualdades sociales, raciales, lingüísticas, económicas, culturales. Hacen creer a sus votantes que son superiores moralmente a sus detractores. Siembran semillas de odio, como la Historia nos recuerda.

Observen los efectos que produce cualquier manifestación de un político en las redes sociales: insultos, discusiones, burlas, amenazas… saliendo a relucir una parte muy ofuscada del ser humano. ¿Por qué? Porque estos mensajes destilan falsedad y oprobio.

Yo creo que nuestros políticos – salvo honrosas excepciones- jamás han ejercido la autocrítica, no se contempla en sus esquemas mentales. Son la cruz del revés de la Filosofía. La parte mas oscura de la sombra que deja el ser humano en la tierra.

Publicado en ABC de Sevilla el 20/06/19