Leí en El Pais
del domingo 11 de mayo de 2014 el articulo “¿Quién
teme al miedo feroz?” escrito por Manuel
Cruz, Catedrático de Filosofía Contemporánea de la Universidad de Barcelona
y desde entonces vengo dando vueltas al tema del “miedo” como motor y freno de
nuestras vidas, a veces impulso de actos heroicos y las más veces responsable
de parálisis de la voluntad y en casos especiales hasta de las funciones
motoras.
¿Qué es el miedo? Sin duda los médicos y científicos
sabemos que es una reacción fisiológica producida en un área del interior del
cerebro de los humanos llamada “sistema límbico”. En este sistema complejo de
neuronas específicas y sustancias químicas (hormonas y neurotransmisores) se
producen además las emociones básicas, la alegría y el placer, la ira y la
agresividad, el instinto y atracción sexual… Y curiosamente en este sistema
límbico radica también el centro de la atención al entorno externo y la memoria
a corto y a largo plazo.
Una definición fácil para el miedo podría ser la
reacción producida ante el peligro de perder la vida. Esta definición incluye
el instinto de supervivencia de los animales cuando “huelen” el peligro y se
defienden o se ponen instintivamente a salvo. Pero en el ámbito humano esta
definición ha de extenderse a la reacción cerebral ante la amenaza de perder
algo que se cree poseer, ya sea la seguridad o integridad física, psíquica,
económica, familiar, la salud…
Pero este Catedrático profundiza en una cuestión muy
interesante como es el origen de los miedos en el ser humano. De hecho opina
que los niños nacen sin miedos y que el grueso de estos son inducidos en el
cerebro mediante el proceso de la educación: “educar a un niño implica también traspasarle un repertorio de miedos
que actúen a modo de mecanismos automáticos en tanto no pueda utilizar su
propia capacidad deliberativa.” Es lógico. Ejemplo: el miedo de los padres
a que a nuestro hijo lo atropelle un coche nos hace inculcarles el miedo a
cruzar las calles sin nuestra
ayuda. Cada sociedad crea sus
estereotipos de miedos para asustar a los niño; mi Tata Meme con toda su buena
intención, pero supongo que harta de niños a las diez de la noche, nos daba un
buen repertorio de sustos para que nos durmiéramos antes de que llegaran el
coco, el lobo, el ogro, el hombre del saco, la bruja, etcétera.
Con el paso del tiempo vamos desechando los miedos
infantiles (yo sigo teniendo miedo a la oscuridad…) para adquirir otro tipo de
miedos mas juveniles basados en el tipo de educación familiar, religiosa,
entorno social y político… estos miedos son inducidos por aquellos que tiene
capacidad de hacerlo, es decir por los que ostenta El Poder: “…bien podría decirse que la historia de los
miedos es la historia del poder y de sus formas.” De esa manera el miedo es
usado por los gobernantes, los militares, los educadores, los profetas, los
semidioses religiosos, etc, como la mejor arma para someter a cientos de miles
de ciudadanos. La Historia de la Humanidad es la historia de la manipulación
del hombre por el miedo al hombre.
Pero el miedo que a mi me interesa es el miedo
nuestro de cada día. El miedo irracional y absurdo que no nos deja disfrutar de
la realidad verdadera y normal de nuestra existencia. Es lógico que tengamos
una alerta siempre de miedo en nuestra mente ante determinadas amenazas: catástrofes
medioambientales, epidemias, inseguridad ciudadana, crisis económica, pérdida
de empleos…esta alerta es útil y forma parte de nuestras experiencias de
adulto.
Pero supongo que un exceso de miedos en la infancia
y en la adolescencia suponen un lastre difícil de soltar para el resto de
nuestra vida. Estoy seguro que muchos miedos infantiles se convierten (se
pueden convertir) en inseguridad y amenaza constante en nuestra madurez. En el
sistema límbico se procesan y archivan también los recuerdos, y el miedo a
veces puede aparecer como un recuerdo… pero no sabemos por qué.
El “ser adulto” implica un riguroso control y
racionalización de nuestros miedos. Superados los miedos infantiles y
discriminados los miedos juveniles por nuestra capacidad de raciocinio, debemos
afrontar nuestra etapa “adulta” con confianza y seguridad. Si no es así, no
alcanzaremos nunca (yo el primero) la templanza necesaria para disfrutar de los
placeres que nos pueda ofrecer el otoño de nuestras vidas.
Y existen soluciones para aquellos que padecen
exceso de miedos irracionales que no les permiten llevar una vida “natural”
acorde a sus circunstancias.
Los Psicólogos nos pueden ayudar a racionalizar y
superar estos “miedos” que solo aportan angustia y ansiedad a nuestras vidas.
Me da miedo hasta el miedo, pero no me dan miedo los miedosos, tienen/tenemos la valentía de levantarnos diariamente a hacer una vida normal, a superarnos continuamente y a intentar racionalizar temores sin sentido, y se puede, doy Fe.
ResponderEliminarMe dan miedo los que no tienen miedo a nada, los osados felices, los gañafotes que pegan el salto y no saben donde caen o las águilas certeras que descienden desde las alturas en picado y despeñan a su victima peña abajo.
El equilibrio entre un miedo racional y si es patológico tratado, es para mi mucho más "leve" que la cobardía del supermanes...estos a veces se llevan por delante a los demás...También se puede tratar pero es mucho más complicado.-