"Casos Clínicos"

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Sevilla, Huelva, El Rompido, Andaluz.
Licenciado en Medicina y Cirugía. Frustrado Alquimista. Probable Metafísico. El que mejor canta los fandangos muy malamente del mundo. Ronco a compás de Martinete.

miércoles, 14 de agosto de 2019

Mi opinión del 14/08/19

Soy de una quinta de gente primaria. De los que decíamos lo que pensábamos sin coacciones (no las había) políticas ni sociales. Uno decía lo que quería decir y punto. No teníamos que pensar si era políticamente correcto o si era socialmente adecuado. 

Pensamiento, opinión respetuosa, discusión, debate, conclusión, cervezas, canuto y a otra cosa mariposa...

Y si ahora intento hacer lo mismo que cuando tenía los años del post-franquismo, de la apertura, de la primera democracia, de la libertad, de la fraternidad, de la reconciliación, del olvido, de los 25 años de paz, de la esperanza, de la ilusión, del socialismo ilustrado, de la derecha moderada, de cuadernos para el dialogo, de la clave, de informaciones, de triunfo, de la codorniz, de hermano lobo, y de todo lo que los curiosos de cultura e información buscábamos, encontrábamos y coleccionábamos como oro en paño... 

Pues resulta que soy un fascista o un retrógrado facha que no tengo ni idea de lo que ocurre en España porque unos cuantos mentecatos se han apoderado de la Historia y de la Verdad y la están interpretando en centros de interpretación adecuados a sus necedades (si necedades, no es un error), dejando la historia de España amputada de una de sus dos bases: 
1) Hubo una Guerra (In)Civil y hubo tiros en todas direcciones. 
2) Hubo criminales hijos de puta en los dos bandos.

Si alguno de mis lectores no está de acuerdo con una de estas dos premisas, que le vayan dando mucho por la retambufa y que no se moleste en hablar conmigo pues pierde el tiempo y la alegría.

España y los españoles de mi generación, sean del color que sean, aquellos que no se dejan manipular, tenemos ya muchos pelos en el sur para que vengan ahora niñatos con coletas y mentecatos con corbata a contarnos lo que llevamos vivido durante 63 años.

Idos a tomar por culo, imbéciles.

5 comentarios:

  1. Yo sere joseantoniano pero reconozco la libertad de expresión y pensamiento de mi interlocutor; pero que vengan los niñatos a enmendar la plana ¿a donde ha dicho que se vayan...? Ah, VIVA toda ESPAÑA

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  2. Esto... Celso, pisha (y no soy de Cadi) Silvio, sólo hubo uno.

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  3. A las 6,30 en punto de la tarde, en fila militar, nos montabamos al fin en el autobús un poco tartana después de un día agotador de colegio. Una anciana con rodete que casi no se podía mover era la encargada de cuidar a cerca de 70 crías agotadas, alguna además con más mala leche que otra cosa. Desde las ocho menos cuarto de la mañana que salía de mi casa para cogerlo, ya eran horas, y con hambre, que no me quiero ni acordar de la comida. La ruta era, Bami, Avenida de la Borbolla, El Prado, Puerta Jerez, me parece recordar pasar también por el Paseo Colón, La Campana, C/Imagen, Santa María la Blanca, La Ronda, La Florida, en fin, una barbaridad; ya por fin el Puente de La Puerta de la Carne ... Y mi casa frente al campo del Sevilla F. C. No se me puede olvidar nombrar que en ese viaje de hora y veinte, hora y cuarto, mañana y tarde, las paradas eran continuas para que fueran bajando las niñas, la de mi hermana y la mía era la última. Doce horas agotadoras, teníamos 14 años. Será por eso que me adapto a mucho y que soporto los avatares de la vida, si no hubiera sido por estas historias colegiales, (tengo más que si me animo, voy y las cuento), hubiera sido seguramente menos disciplinada, pero el desprecio a algunas personas, a algunas situaciones y a ciertos convencionalismos, me acompañarán mientras viva, y no quiero que se me olviden. -

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  4. AÑOS HAAA, MUCHOS YA, CUENTAN, y no es embuste, que en un tren algo tartana, viajaban por el norte de España un torerillo agitanaíto con su cuadrilla, dos chavales escuálidos que cantaban por alegrías para quitarse las penas, tocaban las palmas y acompañaban al aspirante a torero, que más cornás da el hambre (dixit, El Espartero).
    Intentaban abrirse paso en el mundo del toro a fuerza de viajes duros e interminables por toda la geografía española, tirándose a las plazas sin aviso y con algún que otro contrato en alguna aldea con poderío para poner cuatro tablas y soltar una vaquilla. Combatían el tiempo eterno de los trenes lentos y casi baldíos con el humor y las risas, con el cante y el vino peleón. En una estación perdida que son las mejores y más bellas estaciones, subió al vagón ocupado por la cuadrilla torera un cura enorme, dos metros de alto por uno de ancho de cura, un hábito como un cortinaje de teatro y unos zapatos negros enormes, zapatos de cura que va por los caminos del suelo y del cielo.Se quedaron los calés mudos de la impresión y el tren con un pitido de humo inició la marcha. El cura se sentó muy serio y se acomodó en el asiento de tablas como pudo. La cuadrilla se quedó en silencio, estaban perplejos, como si vieran a un toro de Concha y Sierra, grande y noble, no sabían que decir ante tan enorme persona de Dios. Pasó un rato y se miraron con los ojos achispados por el vino, el cura cerró los ojos y se decidió al viaje, al parecer, sin más miramientos. Uno de los muchachos se atrevió y rompió a hablar, fue a decir algo así como: "Endikela la java que gahta er gachó", risas entre disimuladas y nerviosas cuando, de pronto dice el cura con voz grave y sin mover un músculo, sin inmutarse, "un cuarenta y sei, ¿pasa argo?, soy de Doh Hermana provinsia de Sevilla". Se quedaron helaítos los muchachos y sin saber que hacer, "¿me dai un trago de vino? dijo el cura entreabriendo los ojos, el vagón estalló de júbilo por esos caminos perdidos.

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