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"Casos Clínicos"

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Sevilla, Huelva, El Rompido, Andaluz.
Licenciado en Medicina y Cirugía. Frustrado Alquimista. Probable Metafísico. El que mejor canta los fandangos muy malamente del mundo. Ronco a compás de Martinete.

lunes, 22 de diciembre de 2025

El Carajote.

 En el “Gran Libro de los Insultos” de Pancracio Celdrán Gomariz, “tesoro crítico, etimológico e histórico de los insultos españoles”, edición de 2008, -el que quiera que lo encuentre es un afortunado- la voz  proviene del predicado “carajo”, que en su acepción despectiva se atribuye “al sujeto simple y memo, despreciable, que carece de importancia porque es un mierda” o “patoso, manazas, manifiestamente imbécil o huevón, que saca de quicio a quien cae en sus manos”. 

 Hijo menor y tardío es el aumentativo “carajote”, dicho del individuo que acarrea en si lo anterior y suma además “carente de gracia y sin reflejos, tardo de entendimiento, con pocas luces, y que a su sosería natural une una gran dosis de malasombra”. Vamos: un regalito. 

A mi me encanta el insulto “carajote” pero entiendo debemos usarlo con la certeza necesaria, nunca hemos de aplicarlo a la ligera ya que encontrar un autentico carajote es verdaderamente motivo de regocijo y de anotar en el libro de cacerías: coto, fecha, hora, circunstancias ambientales y detalles del lance. 

Se dan bien los carajotes en Sevilla capital. He observado carajotes desde que tengo uso de razón, -como el ornitólogo que dibuja o fotografía aves desde niño-, y he ido catalogando especímenes en mi disco duro cerebral y los mantengo en activo recordando momentos memorables y deseando volverlos a ver siempre que mi tensión arterial me lo permita. 

 Los busco y los encuentro en muchos bares de moda del centro de Sevilla, siempre maqueados a la moda (no se si a la última o a la primera) aparentando ser los dueños del Torbiscal por sus modos y maneras, hablando tonteras con los decibelios justos para ser molestos, exhibiendo sus crestas como gallos de pelea, pero tristemente sin espolones suficientes. Este ardor exhibitorio les dura lo que aguante su peinado y su eximia cartera. Son los muy abundantes “Carajotes Outfit Weekend”. Suelen ser inofensivos y basta un silencio mantenido para espantarlos. Entre semana, siguen su monótona vida normal en la oficina o en el banco aguantando el chaparrón del jefe. 

 En el gimnasio, el carajote se encuentra también en su elemento. Suele aparecer disfrazado de atleta con mas colorines que un abejaruco y aspecto de avezado sufridor de maquinas torturadoras. Aunque se monte cinco minutos en el cacharrito de andar, pone cara de venir de la cima del Annapurna en invierno y sin sherpa. Cree este espécimen que en el gimnasio se liga. Es el famoso “Carajote Gym”. No se recomienda darle palique en la sauna. 

 El carajote de tertulia es muy peculiar. Sabe más que Briján del tema que ustedes conversen, ya sea religioso, político, deportivo, tecnológico, circense, metafísico, austrohúngaro, dietético, geométrico, polisémico, termonuclear, circunstancial, orgiástico, divino o sepulcral. De todo sabe y de todo nos dará su opinión superior y didáctica. El ha estado allí, o ha hablado con el que lo hizo. Lo mismo con el reo que con el difunto. El lo ha visto. Ha sido testigo, aunque no haya ocurrido. Yo conozco a dos o tres y no hay quien los baje del burro. Está demostrado que este “Carajote Tertuliano” está presente en cualquier reunión donde sumen más de once personas. Suele salir escaldado si hay copas de por medio. Muere por salir en la tele. 

Hay un tipo de carajote que debemos evitar: el que aparece en los convites o saraos sin ser convidado, o “Cara Carajote”. Aparece con singular sangre fría e indolencia como si fuese uno más de la pandilla. Pero se ha colado por la misma cara amparándose en la buena educación de los organizadores. Casi nunca va solo pues lleva del brazo a una señora a la que ha engañado y le sirve de parapeto social o, viceversa, la señora lo lleva del brazo a él, que se comporta como un pagafantas. Este tipo de carajote sinvergonzón perdió su dignidad hace tiempo y ya le da igual ponerse amarillo por dentro. Por afuera luce sonrisa dientosa y busca cómplices que le den conversación a diestro y siniestro, pero no suele tener éxito en su misión a no ser un socio de su cuerda carajotil. Se le nota en la mirada que está fuera de lugar. Suele termina borrachuzo y metiendo la pata. 

Hay un ejemplar de carajote que disfruta mucho en Sevilla sobre todo en las ocasiones que el cree que debemos ponernos chaqueta y corbata. Ahí lo borda. Lo que sea, pero con chaqueta azul y corbata. Funciones de Hermandades, Feria de Sevilla, una boda, un bautizo o un entierro: la chaqueta y la corbata obran milagros en su carácter, les da una importancia atroz, una transfiguración que los lleva de la ceca a la meca sin despeinarse y sin que la corbata se le despegue de la nuez. No son peligrosos, pero se creen que son superiores a los civiles descorbatados y los miran por encima del hombro. Son los “Tie Carajotes”. Tie cojones la cosa… 

Y por último tenemos un grupo de carajotes bien definidos y que vemos a diario en los medios de comunicación. Son los “Carajotes del Peugeot” y similares, incluyendo fontaneras fondonas. En realidad, son una mezcla de todas las anteriores categorías, pero metidos en una coctelera (coche) donde se mezclan horteras puteros con corbata, babosos recaderos chabacanos y calentorros oliendo a Varón Dandy, chorizos repartidores de chistorras, robaperas al vino peleón con un buen chorro de ron “Delsy” venezolano. Suelen llegar a ministros socialistas, señores. 

El que manda en esta opereta chufla es el “Carajote Presidente”, ese que se menea al caminar con aires de impostura y falsedad, que miente más que parpadea, que va perfumado con unas gotas de veneno de áspid roja, bebe concentrado de malauva con zumo de odio ancestral, ese que traga sapos verrugosos pestilente del norte de España, que se baja los calzones cuando tose un vasco o un catalán y luego le limpian el ojete con la lengua sus socios progresistas comunistas. Ese al que se le está quedando cara de maniquí arrumbado en un escaparate mohoso. Entre su querida esposa y su artístico hermano, lo visten de Armani. Pero, aunque el carajote se disfrace de que lo quiera, carajote toda la vida se queda. 

 Véase Zapatero.

miércoles, 22 de octubre de 2025

Síndrome de Fatiga Crónica

 Aunque en Andalucía tendemos a usar “fatiga” en su acepción de ganas de vomitar, la fatiga que nos referimos en este complejo Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) es la que significa “cansancio”.

 Nos encontramos en la consulta con pacientes de entre treinta y sesenta años, más mujeres que hombre, que refieren padecer desde hace tiempo -ponemos el límite menor en seis meses- cansancio exagerado la mayor parte del día, astenia intensa, agotamiento fácil, desfallecimiento a esfuerzos sin causa justificada, así como otros síntomas muy similares y recurrentes: dolores musculares y articulares que empeoran con la actividad física pero que no mejoran con el descanso, a veces sensación de tener fiebre, molestias de garganta y cuerpo como griposo. 

 Es importante constatar que este cansancio crónico no remite con el descanso diurno ni con el sueño nocturno; los pacientes suelen contarnos que duermen muy mal ya sea por insomnio de conciliación o por frecuentes despertares, teniendo la sensación de que amanecen sin energías por lo que tienden a evitar cualquier actividad que implique esfuerzo físico, incluso a veces solo con incorporarse notan aumento de todos los síntomas y mareos o lipotimias. 

 Este conjunto de síntomas titulado Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) produce en los afectados que lo padecen un deterioro progresivo en la esfera personal, en el ámbito familiar, laboral y psico-social pues se sienten imposibilitados para llevar una vida normal. Con el paso del tiempo se va produciendo también un deterioro cognitivo que empeora la calidad de vida de estos pacientes. Todo esto hace que se haya venido incluyendo el SFC en el catalogo de las Enfermedades Psicosomáticas. 

 El diagnóstico es complicado. Hasta ahora se realiza por exclusión de patologías objetivables que pudieran ser las causantes de estos síntomas tan inespecíficos, pero a la vez tan sensibles: enfermedades hematológicas, metabólicas, reumáticas, autoinmunes, auto-inflamatorias, patologías mitocondriales, infecciones subagudas o crónicas, trastornos neurológicos y psiquiátricos deben ser descartados. Lo cual implica el estudio por diferentes especialidades médicas con un gasto considerable en pruebas complementarias y el consiguiente deterioro anímico del paciente que no encuentra luz en su enfermedad. 

 Para el internista es un reto hacer un correcto diagnóstico diferencial y evaluar correctamente a estos pacientes hasta llegar al diagnóstico de certeza. Los últimos avances de que disponemos como los Algoritmos de IA que analizan datos clínicos y de laboratorio para diferenciar el SFC de enfermedades similares, son de gran ayuda. En los últimos años han aparecido grupos de investigación intentando objetivar con nuevas hipótesis la etiología del SFC. Se rastrean alteraciones inmunológicas que afecten al funcionamiento normal neuro-muscular; o bien alteraciones de las mitocondrias (que son las fábricas de energía celular) disminuyendo la eficacia energética ante el esfuerzo; o comprobando funcionamiento anormal del microbioma intestinal para producir tóxicos sistémicos; o que sean secuelas crónicas de enfermedades víricas, como el Covid prolongado, produciendo infección subaguda crónica persistente. 

El diagnóstico del SFC basado en la evidencia se basa en la búsqueda de biomarcadores alterados capaces de ser detectados y cuantificados en paneles analíticos o epigenéticos; pruebas de neuroimagen (RNM y PET) que detecten neuroinflamación medible y comparable; test específicos de tolerancia a esfuerzos con ergoespirometría, consumo de oxígeno, lactato y otros parámetros que midan agotamiento metabólico celular anormal durante la actividad física y en las horas posteriores.

 Actualmente están en marcha ensayos clínicos terapéuticos -algunos bastante avanzados- con inmuno-moduladores, anti-citocinas pro-inflamatorias, antihistamínicos, antivirales, estimuladores mitocondriales y otros fármacos que consigan devolver la salud a los afectados. 

Para ellos es importante el reconocimiento social de la enfermedad, el apoyo sanitario multidisciplinar, la atención psicosomática personalizada, la ayuda psiquiátrica o psicológica y el correcto manejo de la actividad física programada. 

 El tratamiento del cansancio, dolor, insomnio y depresión con dosis personalizadas de fármacos, parece estar ofreciendo resultados esperanzadores para mitigar los síntomas. 

Porque, aunque a día de hoy seguimos sin tener un tratamiento curativo, podemos mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes aportando medicación sintomática empírica: nutracéuticos bioactivos, antioxidantes, aminoácidos, coenzimas, vitaminas y prebióticos han demostrado disminuir la fatiga, el cansancio, el dolor, mejorar la calidad del sueño y del descanso reparador, siempre evitando los analgésicos antinflamatorios e hipnóticos de uso común que cronifican más si cabe esta enfermedad.

Publicado en ABC de Sevilla el 21/10/25

jueves, 4 de septiembre de 2025

Agosto 2025

Terminó el veraneo recurrente rompiero de dos meses y ya estoy en la capital de Andalucía por mucho que le duela a los que le duele que esta bendita ciudad- Sevilla- sea tal y como es, es decir, como los sevillanos queremos que sea y ni una palabra más. 

El agosto playero ha sido un mes tranquilo para mi. El Huevofrito escacharrado nos ha impuesto a la familia un día a día que me ha recordado a los veraneos de mi infancia muy dependientes de las mareas para el baño sin fango (o con fango). He vuelto a mirar a la luna todas las noches y a la ría todos los días. Y he disfrutado de las corrientes y los vientos que rolan y mueven los barcos fondeados en digna lid de a ver quien puede mas y los perfila rumbosos. 

 Mis nietas son peces de luz, creo que tienen branquias y respiran bajo el agua y cuando salen luminosas de sal y riéndose veo princesas angelicales que se ríen de mis miedos y me tranquilizan con su sabiduría y su valor, que quizá yo he olvidado que tuve algún día. Les regalé hace años una tabla inflable que amarran en lo hondo a la popa de una patera y suben y se tiran tres trillones de veces seguidas sin cansarse. Los dos pequeños juegan en la orilla a ser mayores y ya van surfeando olas imitando a su padre. Y yo camino indiferente y me baño en mi ría fangosa cada día más orgulloso de estar allí y de repetir lo mismo desde hace más de no se cuantos años, muchos. 

También hemos recorrido -buscando baños distintos- chiringuitos costeros tanto de la costa El Rompido-Punta Umbría, como del Algarve cercano. Ganan por goleada los lusitanos en servicio, atención al comensal, cocina y limpieza. Es una pena lo mal que tratamos a los clientes de restauración en la Costa de la Luz, pero eso es otra historia. Y la basura de nuestras playas y la falta de urbanidad es la misma historia. Educación desde la infancia, programas educativos sociales continuos en los medios de comunicación, menos series gamberras y mas lectura señores, que se están ustedes quedando atrás con tanto cubata y tanto porro. ¡Y no me tiren las colillas a la arena por favor! ¡Y vamos a hablar sin gritar, coño, que los que tenemos audífonos nos los tenemos que quitar del ruido infernal! 

Bueno. Mucha piscina de la “urba” -como dicen los jóvenes- también ha habido. Es mi gimnasio donde ando contra el agua sin meter la cabeza que el cloro es enemigo de mis pobres oídos y hago aguayin personal a mi manera que me sienta estupendamente. Tenemos un chiringo piscinero que pone los botellines helados de verdad y que le hemos dado mucha caña agosteña. En la barbacoa comunal arroces se han degustado varios. Yo hice uno con conejos, perdices y zorzales. Soy raro. 

Y así día a día ha ido pasando agosto, saliendo poco por las noches al pueblo porque se llena de “comegamgas” (es una broma que gastamos entre nosotros) hasta unas cantidades verdaderamente impensables hace algunos años. Me alegro muchísimo por los restaurantes de mis amigos que llenan todos los días y tiene cola para sentarse y le dan dos o tres pases a cada mesa. Algunos advenedizos se vienen arriba en verano y se ponen tontitos si les pides una mesa como favor y te quieren perdonar la vida… ya llegará el invierno, criaturas mías. 

He leído mucho, un poco sin orden ni concierto, pero un libro me ha turbado: “A cuatro patas” . No lo recomiendo. Spotify con cascos, le he dado un buen repaso a mis clásicos, hásta he hecho unas listas de esas de compartir. 

Resumiendo, que es gerundio. Mes de agosto caluroso, bullicioso, ruidoso, pero que ha sido un buen mes para descansar y completar un verano que ha transcurrido sin incidencias, al menos que se puedan y deban contar en estas páginas. 

 A por septiembre.

sábado, 2 de agosto de 2025

Julio 2025

Cada año me vengo antes a veranear a El Rompido huyendo de las calores y del agobio veraniego de la capital. Es un premio que me impongo como autónomo currante de sesenta y nueve tacos (01/07/1956) sufridor de diez meses de trabajo a destajo yendo de una a otra consulta con mis motos eléctricas de alquiler haga calor o haga frio, llueve o diluvie, para ver a mis queridos pacientes o visitarlos en el Hospital si están ingresados. 

 Este año me vine a la playa a finales de junio y aquí sigo felizmente prisionero de esta cautivadora luz choquera, de este sol veraniego, del fresco foreño cuando salta, preso del vaivén de las mareas de la ría purificadora, del fango de mi infancia y de los días largos como mangas de jerséis dados de sí. 

 El mes de Julio ha transcurrido plácidamente. Pocos veraneantes entre semana, lo que hace de este bendito rincón de Huelva un paraíso de paz y tranquilidad ideal para dar largos paseos por la marisma y entre los pinares de la forestal, o bien detrás de una pelotita por los campos de césped bien cuidados. 

 Yo soy más de caminar por la playa solitaria, saludando y pegando la hebra con las gaviotas confidentes que me cuentan como han pasado el invierno, insultado por charranes pendencieros y chillones, jugando al esconder con los correlimos y -como Alfonsina- metiéndome en el agua y dejándome llevar por el oleaje hasta que el cuerpo se me arruga y se me salan las meninges. 

 Para tranquilizar mi conciencia “laboral”, he despachado consultas médicas por las mañanas durante dos o tres horas de lunes a jueves, bien por video, teléfono, correos, haciendo informes de pruebas pendientes y recetas, resolviendo dudas, explicando diagnósticos y aconsejando tratamientos, actos médicos que se puedan realizar sin consulta presencial. Esto me mantiene activo y me obliga a mantener mi disciplina profesional (y me aporta sustento suficiente para convidar a mi familia cada vez que me salga del alma, que mi alma es espléndida por cierto…). 

 Mis nietos Celso (5) y Esteban (3) cuando se despiertan les encanta venirse cada mañana a casa (sus padres teletrabajan también) y me amenizan las consultas con sus preguntas casi imposibles de contestar mientras se comen sus melocotones o paraguayos y a la vez pintan acuarelas en un cuaderno o la guapa abuela les enseña a jugar al dominó y luego les cuenta un cuento de piratas y tiburones. 

 A media mañana o por las tardes el afamado Huevofrito nos lleva navegante al baño diario a la otra banda, paraíso familiar donde mis hijos y mis nietas Celsa (14); Leonor (12) y Ana (10) no paran de tirarse cabeza desde la borda mientras el paseante solitario se va a reflexionar de lo divino y humano, es decir: a esperar ansioso que llegue la hora de la cerveza que espera helada en la nevera del barco.

 Antes del sol alto y gordo regresamos al pantalán buscando sombra, baño en la piscina (yo me quedo con la sal) y cervezas con “ratita” en El Vertical. 

 Tristemente desde mediados de julio el motor del Huevofrito decidió pararse y está en el dique seco esperando diagnostico. Algo electrónico dicen. Si alguien entiende de fueraborda Evinrude 90 cv E-TEC de 2 tiempos, se agradecen consejos. 

 Leo mucho a diario: periódicos varios, artículos que busco, un par de libros en la mesilla de noche, dudas raras que pregunto a chatGPT; pierdo mucho tiempo viendo bobadas en YouTube; veo o reveo alguna película interesante en la tele; escribo poco, no se si por pereza o por falta de imaginación, creo que estoy perdiendo esa facultad escritora, si alguna vez la tuve. 

 Por las tardes, después de una buena siesta y un baño reparador en la ría (el Gin Tonic de la Pezera es insuperable), me acerco al Restaurante Paseo Marítimo de mi amigo Joaquin Ceada -hombre de pocas palabras, malajoso- y me siento a su lado con una cerveza por delante a curiosear como se pone el sol y admirar como se tiñe el lubrican de colorines pastelosos que se reflejan en la ría pintando un cuadro distinto cada día. 

 Cuando llega la noche y salen las estrellas y se encienden las luminarias de los restaurantes freidores y planchadores de pescados y mariscos, este que está aquí se va derechito a su casa -ya tomado el fresco de birras barrigonas- y se sienta en la terraza con su señora a tomar unas tapitas a la luz de una vela, mientras van apareciendo una tras otra las nietas para ser condecoradas por su abuela con collares y abalorios que lucirán como princesas en la plaza del pueblo. 

 A la cama temprano, lectura obligada hasta que el cuerpo aguante antes de nana coco… y Jesusito de mi Vida. 

 Este ha sido más o menos mi mes de julio rompiero. Gracias a Dios sin incidencias. Lo del Huevofrito es una molestia, pero todo lo que se pueda arreglar con dinero no tiene precio. 

Sé lo que digo. 

 ¡A por Agosto!

miércoles, 18 de junio de 2025

El Ejemplo

El antiguo “exemplum” medieval era un relato basado en leyendas o tradiciones de hechos atractivos o el recuerdo de un caso peculiar bien traído -la mayoría de las veces con intención moralizante-, que los narradores referían para conseguir la atención de los oyentes con el propósito de que lo imitaran y siguieran, siendo bueno y honesto, o por el contrario para huir de ello y evitar un comportamiento similar siendo malo y despreciable. 

Evolucionando, el “ejemplo” va ganando protagonismo para definir los actos y conductas personales que mueven o inclinan a otros a imitar estos hechos dignos de aprecio por ser conformes a la razón más elemental, a la ética personal y a las normas morales que sustentan la convivencia en paz. 

Igualmente se usan estos sucesos, textos, cláusulas o recuerdos citándolos -como ejemplares- para autorizar, remarcar o ilustrar un aserto, doctrina u opinión personal. 

De tal manera que hoy día “dar ejemplo” con los propios hechos es excitar a nuestros semejantes a que nos imiten, para que ellos a su vez sean ejemplo para otros y se transmita la ejemplaridad en un árbol ramificado y lleno de frutos que nos inciten a ser mejores personas, más civilizados, altruistas, honestos y felices. 

Tenemos cientos de ejemplos donde mirarnos cada día, tantos que es imposible citarlos, pero me consta qué en el trabajo honrado y solidario, en la ciencia esclarecedora, en la impagable docencia, en el deporte, en la respetuosa tauromaquia, en la estructura familiar, en la bendición de la amistad, en el arte en todas sus manifestaciones, en la música, la literatura, la filosofía, en la espiritualidad y donde ustedes vean luz con buen brillar encontraremos siempre espejos donde mirarnos que nos marcaran el rumbo correcto de nuestras vidas. 

Tanto es así que la educación de nuestros hijos infantes, adolescentes y jóvenes debe estar basada sobre todo en el ejemplo (más que en la palabra). 

Sus referencias fundamentales deben ser sus padres, su familia, sus maestros y educadores, sus amistades y su entorno social con todas sus virtudes e inconvenientes. 

Y entre todos debemos darles buen ejemplo a estos proyectos de adultos, hombres y mujeres que en poco tiempo que regirán nuestro destino y serán nuestros cuidadores. 

Pero tenemos un serio problema de “mal ejemplo” instalado en la sociedad española. Mal ejemplo que está impregnando nuestras vidas y sobre todo la de los más jóvenes tergiversando todos los aspectos en los que se basa la educación ya que están normalizando comportamientos perturbados y malvados de aquellos que deberían dar el mejor de los ejemplos. 

Tenemos que proclamar alto y claro que son “malos ejemplos”: la mentira, la traición, la indecencia, la desvergüenza, el insulto, la falta de respeto, la ausencia de autocrítica, la degeneración personal, la intolerancia, la justificación de latrocinios, la impunidad a los delincuentes por un puñado de votos, la amnistía interesada, la compra de voluntades con dinero venezolano, el enriquecimiento ilícito, el blanqueamiento del terrorismo, la ocultación de delitos, el nepotismo oficializado, la carcoma programada de la democracia, el comportamiento mafioso instaurado y mantenido… y añadan ustedes todos los malos ejemplos que quieran. 

Los titulados anteriores no deben ser ejemplo para ninguno de nosotros, por mucho que los veamos en los medios de comunicación y redes sociales, por muy bien colocados que estén o por muchas subvenciones y ayudas que reciban, hayan recibido o vayan a recibir de cualquiera de los chiringuitos, eres, fafes, asesorías, fontanerías o como se llamen. Son muy mal ejemplo para la sociedad. 

Y sobre todo para los jóvenes que están siendo testigos de esta inmundicia diaria, y que pueden ver en el truculento lodazal de la política una salida fácil, ya que sin estudiar ni formarse adecuadamente, tan solo siendo un “político” con su carnet y su enchufe de alto voltaje pueden vivir de la sopa boba de las ayudas hasta que puedan asar la famosa vaca. “Por ejemplo”: (añadan ustedes los nombres que gusten). Eso sí, a cambio de perder su integridad. Pero eso les da igual. 

Ustedes saben perfectamente de quienes estoy hablando y sobre quien descargo toda la responsabilidad. 

Me refiero al cotarro perturbado en que se ha convertido el Partido Socialista Obrero Español y a sus socios partidistas nefandos que mantienen a Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno. 

 Son los peores ejemplos.

Publicado en Tribuna Abierta de ABC de Sevilla el 13/06/25