"Casos Clínicos"

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Sevilla, Huelva, El Rompido, Andaluz.
Licenciado en Medicina y Cirugía. Frustrado Alquimista. Probable Metafísico. El que mejor canta los fandangos muy malamente del mundo. Ronco a compás de Martinete.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Pamplina 1.

De pronto una señal me sobresalto. Pensaba que en las carreteras comarcales no aparecerían ese tipo de señales y me asusté. La señal indicatríz era de prohibido aparcar platillos volantes en el arcén.  
Me quede de piedra-pomez de la mitad para arriba y de goma-guash de la mitad para arriba también. De modo que no tuve mas remedio que inventar una nueva aleación: guashpomezine, la cual inmediatamente la patente por telepatía y me hice supermillonario al instante.
Mi vehículo inteligente, aturdido al no poder detenerse por si mismo al estar fuera de cuentas y con dolores de pre-parto, se deprimió y comenzó a llorar amargamente, al tiempo que se evaporaba en vapores aceitosos, como si estuviese en una ciénaga de Macondo.
         No tenía motivos para esperar que nadie viniera a salvarme, pero de pronto noté un ruido sordo a mi derecha. Subitamente apareció por mi izquierda un delantero centro del Arsenal CF que tiro a gol y se le fue afuera por muy poco dinero. Yo lloré amargamente de color, gris marengo. El ariete se marchó no por donde había venido sin dar las buenas noches.
No tuve que llorar mucho, menos mal que me consolaron varios escarabajos peloteros nocturnos que arrastraban apestosas bolas de estiércol de vacas menopausicas, especialmente vomitivas, y que me cortaron el llanto ipso-facto con sus patas traseras serradoras. Les impuse varias cintas de colores tutti-frutti Cum-Laude por su integridad y los mande a la mierda de nuevo.
Otrosí la noche se llenó de pronto de luces de colores desconocidos entre ellos, a los cuales que tuve que ir presentando ceremoniosamente, y de ruidos estratosféricos que anunciaban la pronta llegada de una nave espacial alienígena marciana y forastera. Se fue la luz por donde había venido y todo quedó en silencio una mil millonésima de segundo chispa mas o menos.
Tres o cuatro mil mosquitos todos con las trompas dúctiles en erección se alinearon y alienaron sobre mi cuello en estricta formación del espíritu nacional. Uno de ellos eructo sonoramente dejándome en el cogote un olor a sangre de tórtola.
La nave extraterraquea surgió de improviso de una cueva de conejos y se fue adaptando a las circunstancias estatales, inflandose como una gran boina sin pitorrillo hasta alcanzar cierto tamaño indefinido. Se estabilizó sobre mi cabeza. Debería pesar unos trescientos millones de libras esterlinas, pero no lo parecía al estar exenta de derechos reales.
Un conejo asomó el hocico por la madriguera susodicha y expuso una muy bien argumentada queja en el lenguaje culto de los lepóridos. Antes de despedirse tuvo un altercado con un búho que lo miraba fijamente y ambos se acusaron mutuamente de infidelidad manifiesta y mejorable.
El batallón de mosquitos, rompiendo filas, atacaron por los flancos blancos a un Hada Madrina que se equivocó de sueño materializándose vaporosa y cursi sobre la negra boina espacial.
Tuvimos que rescatar al Hada entre el ave rapaz el conejo y yo, pues entre suspiros advirtió a todo el que quisiera escucharla que era alérgica al zumbido de los insectos y nos vimos en la obligación de administrarle metilprednisolona y de ingresarla en un cajero automático.
Sin darme cuenta me apoderé furtivamente de la varita mágica y con ella espanté uno por uno a los insectos trompeteros los cuales decidieron irse a dar por culo a Punta Umbría.
De pronto, de la negrura opaca de la nave alienada abriose un resquicio de luz y un ente con aspecto vago del siempre recordado Fary se materializo ante mi. Se me hizo un haz de guía en la garganta. De mis ojos brotaron restos de las patas de los escarabajos peloteros. El conejo huyó despavorido detrás de una joven que pasó corriendo detrás de otro conejo. El búho cerró los ojos y se quedó sin carácter.
El ente estelar muy parecido a El Fary no se dignó darme las buenas noches tampoco. Noté que llamaba a un Tele-Taxi en un idioma gutural y sin contemplaciones apresuró su evanescencia y desapareció. La aeronave cerro el portillo con pestillo y se piró derechita para su casa.

Total, que me fui andando.

1 comentario:

  1. Podrías haber cogido el tranvía malva que va del polígano san pablo al palacio real sin paradas de por medio, pero no te lo aconsejo porque es un tranvía moderno y no lleva conductor ni vivo ni muerto, no lleva, un robot lo conduce desde la lejanía de un zulo enterrado en las entrañas de algún lugar remoto y a veces se le cruzan los cables cansado de jornadas tan largas y coje velocidades interestelares, por lo que podrías subir al tranvía malva con 60 años y bajar con 6 y a lo mejor no te apetece desandar lo andado. Vete caminando y cruzas las selvas a golpe de machete cortando lirios sangrientos y espantando salamandras doradas procurando no oir los chillidos de los monos azules, igual que hicieron los pioneros de Macondo. Cuando llegues a tu destino ponnos un wasap y nos dices si has llegado bien.-

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