Este año los Reyes Magos, tan listísimos ellos, me
han traído un libro estupendo: La Tabla Periódica, un tratado
escrito por el periodista e investigador Hugh Aldersey-Williams acerca de “la curiosa historia de los elementos” en la que nos va contando con ciencia y
arte como se fueron descubriendo cada uno de los elementos mas representativos
de la Tabla Periódica, en su contexto histórico, científico, cultural y
anecdótico. Un tesoro para las mentes curiosas y sin limitaciones científicas
(como espero que sea la mía) que me está robando horas de sueño pues no
encuentro el momento de dejarlo por las noches hasta que se me caen los ojos.
Todos nosotros estamos compuestos por una suma de los elementos de la Tabla Periodica, en
realidad solo somos una mezcla de compuestos químicos y minerales reaccionando continuamente entre
si. Se supone que estamos compuestos por unos 60 elementos, pero los mas
importantes son solo cinco o seis de ellos: Oxigeno (65%), Carbono (18%),
Hidrogeno (10%), Nitrógeno (3%); Calcio (1,5%), Fósforo (1%) y en cantidades
menores Potasio, Azufre, Sodio, Cloro, Magnesio y otros metales en proporciones
infinitesimales… En realidad no somos nada de nada del otro mundo, solo somos
agua, minerales y gases.
Si me defino como “Alquimista” es porque me di cuenta en cuanto tuve uso de razón que tenía alma curiosa y espíritu preguntón. Porque
estoy convencido que los practicantes y devotos de la Alquimia nacemos con una
curiosidad innata y extravagante por conocer los recovecos misteriosos de la
tierra que pisamos del aire que respiramos del agua que bebemos y del fuego
ancestral e hipnotizador que nos abriga, pues son estas maravillas tan
corrientes y molientes el origen de la magia de la vida.
Tan es así que con doce o trece años empezó mi
afición alquimista y monté en mi dormitorio un pequeño laboratorio usando el
buró que supuestamente debería servir de mesa de estudios, pero que contenía el
Cheminova nº3, con sus pipetas, pinzas, mechero, tiras
reactivas y varios productos químicos inofensivos como Nitrato de Chile,
Cloruro de Amonio o Permanganato Potásico con los que practicaba experimentos
rudimentarios de oxido-reducción y cambios de colores de soluciones. Al
principio me limitaba a seguir todos y cada uno de las explicaciones que mostraba el libro de instrucciones del fabricante, pero al cumplir catorce
años y empezar a estudiar Química en quinto de Bachillerato, mi inquietud y
curiosidad hicieron que me fuera instruyendo en procesos de química básica y
comenzara a investigar por mi cuenta, a rebuscar en todas las droguerías de
Sevilla adquiriendo sustancias extrañas como los ácidos sulfúrico, nítrico y
clorhídrico, -que guardaba en sus tarros como tesoros prohibidos- azufre,
clorato potásico y muchos otros elementos químicos y minerales con los que me
pasaba horas y horas haciendo experimentos. Compré matraces y redomas, hasta un
alambique para destilaciones.
Mis experimentos mas sonados consistieron en
introducir las llaves de hierro del armario del cuarto de mis padres en una
solución azul-verdosa de sulfato de cobre durante varios días para que
transmutara. Conseguía soluciones ferrosas marrones de sulfato de hierro y las
llaves se impregnaban de una pátina azulona como verdina sólida de cobre pobre.
Los experimentos con los ácidos fuertes para conseguir gas hidrógeno y oxígeno
me produjeron severas quemaduras en la piel, sofocos, asfixias y numerosos
agujeros en la ropa que no pude disimular ganándome sonoras broncas y amenazas.
Pero el colmo fue mi afición a la fabricación de
pólvora casera y la manufactura de “cohetes” a reacción. Un tubo de Redoxón
empetado de pólvora casera (carbón vegetal obtenido de chamuscar alfileres de
tender la ropa, nitrato, clorato de potasa, azufre…) y las pruebas que
realizaba en el alfeizar de las ventanas que daban al patio interior, dieron
como resultado varios visillos carbonizados y estrépito de cristales rotos, por
lo que mi santa madre tomó cartas en el asunto y me prohibió seguir con mis
experimentos “valencianos” bajo la amenaza de tirar a la basura mi
“laboratorio”… Mis amigos se reían de mis “petardos” con los petardos, que no
subían ni un palmo del suelo y no explotaban, tan solo soltaban un churriagazo
de fuego fosforescente y apestoso, como una diarrea de dragón gastroenterítico.
Cansado de tanto fracaso artillero un día resolví
descargar dos o tres cartuchos de escopeta y mezclé la pólvora explosiva de los
Legia y Gevelot con mi pólvora casera mojonera. Introduje el mejunje en el
tubo metálico Redoxón, preparé la mecha y lo lleve como siempre al campo de
tiro que estaba en los montones de escombros donde ahora esta la avenida San
Francisco Javier y Huerta del Rey. Lo preparé apuntando al cielo como siempre y
le pedí a un amigo que hiciera el favor de prender la mecha. Yo me separe a
distancia y acojonado me tapé los oídos. Ninguno me echaba cuenta. El estruendo
creo que se escuchó en todo el barrio de Nervión y alrededores. Varios colegas
quedaron sordos una temporada. Al día siguiente mi madre me clausuró el "Laboratorio de Alquimia".
Pero como les dije al principio, el que nace Alquimista…
En el imsomnio de las cuatro, miro mi página y abro este blog..Normalmente no comentaría a estas horas, pero la maravilla del alquimista me hacen olvidar la prudencia y en un asombro vehemente te escribo con la luz apagada y la admiración muy encendida..
ResponderEliminarSolo somos um brebaje, una sopa de compuestos universales, un chipazo de energía primaria y un cerebro capaz de asumirlo..y de escribir lo que has escrito..bellísimo..y mijita exagerado..como todo lo bueno..
jajajaja, me ha encantado. Genial. No habrás sido nadie... ¿sabes que mi padre, era el Jefe del Laboratorio de la Fábrica de Artillería?
ResponderEliminarMuchas gracias Lochy. ¡No sabes como me hubiera gustado conocer a tu padre! Un abrazo fuerte amiga.
ResponderEliminarQue arte tienes Celso, me encanta saber que tu blog se está convirtiendo en uno de los más leídos de Sevilla, destilas sabiduría y buen humor y ese temple tan nuestro que se hereda y se va puliendo con los años. Me siento súper orgulloso de ser tu amigo, y espero cultivar tu amistad hasta que nos muramos de viejos...sigue así, te quiero
ResponderEliminar¡Ole tú, Soto! Gracias por escribir en este Cuaderno que, como nosotros decimos: tu le das categoría a mi Blog...
ResponderEliminarArte tú y toda tu familia, tu mujer, tus hijos y hasta tu tata María teneis Arte para hacer ocho series de quince temporadas...
Yo que sí me siento orgulloso de ser tu amigo... la amistad es ASIN... quererse de verdad, sin ojana y tirarse flores por que nos dá la gana...
Y eso... que no muramos de viejo y por orden de aparición...
Un beso Soto mio.
PD: Escríbenos algo para este Blog. Lo que te de la real gana...Si quieres del Betis o de lo que quieras. Será un esitosss....