Ni siquiera quiero esperar a llegar a la humilde
biblioteca de mi casa de Sevilla para –desde mi Macondo personal que es El
Rompido- repasar cada uno de los
libros gastado que alumbran mi percepción de Gabriel Garcia Marquez –GGM-
(Gabo, le decían sus sus amigos, creo) el escritor inconmensurable y Premio
Nobel de Literatura en1982.
Aunque dicen que como persona era así o asao, que se
dejó llevar por unos más de izquierdas que por otros de más de derechas cuando
ya su niebla vespertina estaba presente, a mi me da igual que me da lo mismo:
para este que suscribe GGM ha sido y será un dios de la Literatura y ya
quisiera yo redactar un solo párrafo con la poesía que tiene cada frase que
escribe, con la mágica visión de la realidad y la capacidad de fabulación que
este genio de la ciencia no-ficción, de la verdad discordante, de la realidad
onírica o de los sueños vívidos como vidas enteras, nos ha dejado en herencia
para toda la Humanidad.
Tendría yo unos trece o catorce años cuando me bebía
literariamente hablando los libros que encontraba en la estantería de cuatro o
cinco baldas de la salita de mi casa, llenita de ejemplares maravillosos de
Editorial Molino, Vergara, Circulo de Lectores, etcétera, con sus tapas
uniformes verdolagas o azulonas y otros con sus sobrecubiertas llenas de
colores y de explicaciones de los autores. Por esa época fue cuando pase de las
novelas de Agatha Christie (que me
las leí todas) a otros libros con las tapas mas duras y las letras mas pequeñas:
Frank Yerby, Pearl S.Buk, Harold Robbins,
Dahpne Du Maurier, Graham Green… tesoros para un devorador de palabras.
Pero un día que no olvidaré nunca encontré enredado
con otros libros mas vistosos un librito de pastas verdes, tamaño mediano,
letras mas bien apretadas unas contra otras y sin sobretapas: Cien
Años de Soledad, de un tal Gabriel Garcia Marquez, que yo creí entonces
español…
Comencé a leerlo con dudas pero me atrapó sin darme
cuenta desde los primeros párrafos con esa prosa tan fluida y minuciosa donde
cada palabra refulgía como metal precioso. Pero algo estaba fallando en mi
manera de afrontar el libro y me percaté que no lo estaba digiriendo
correctamente así que, cuando ya llevaba varios capítulos “leidos” decidí
volver a empezar a leerlo con más cuidado y detenimiento para comprender en
profundidad todos los arcanos mensajes que el libro mágico guarda en su
interior. Además cogí papel y lápiz y a medida que leía iba creando mi propio
árbol genealógico de la familia Buendía. Este ejemplar y mis apuntes de
entonces los conservo como oro en paño.
Aquellos personajes me asombraban de tal manera que
cambian mi manera de ver la vida. Me asombré con Melquíades el gitano “de
barba montaraz y manos de gorrión” que nos metió en el cuerpo el veneno de
la Alquímia a José Arcadio Buendía y a mi... Este magnifico gitano que muere
cuando le parece bien, “he muerto en los
médanos de Singapur…”, y que se aparece a los vivos con la naturalidad de
los sueños, es un personaje importante en la vida de toda la familia Buendía
puesto que se complementan perfectamente El Conocimiento que adquiere Melquíades
en sus continuos viajes por el mundo y el afán de los Buendía por Aprender y tener
la mente abierta para dejar entrar información y ciencia por extraña que les
parezca: el imán, el astrolabio, la transmutación de metales, el hielo… Metafísica pura y verdadera.
Además la imagen idílica de Macondo fundado entre la
orilla de un río “con fondo de piedras
pulidas blancas y enormes como huevos prehistóricos” y la inmensa ciénaga
que no se atreven a cruzar, me recordaba a El
Rompido de mi infancia adonde también nosotros descubríamos cuando niños
tesoros que no sabíamos nombrarlos, cangrejos con ojos humanos, anémonas de colores
imposibles que se escondían en el fango tan solo con mirarlas, barro arcilloso
maleable que se cocía al sol de los tejados con formas artísticas, peces
eléctricos fosforescentes, escarabajos dorados y verdes al mismo tiempo…
Cuando en pocos días acabé de leer el libro puedo
aseguraros que yo era otra persona. Cien
años de Soledad me abrió los ojos a la Magia de la Literatura y Gabriel
García Marquez se erigió en mi autor favorito. Me dediqué a comprar y leer todo
lo que encontraba de este hombre hasta entonces desconocido para mi. Creo que
el segundo libro que encontré de él en mi casa fue El Otoño del Patriarca, en
la colección de Libros Reno, Ediciones G.P., Plaza y Janés. Y después no paré
hasta leerme todo lo escrito por GGM, La
Hojarasca, El Coronel no tiene quien le escriba, La Mala Hora, etcétera…
conservo todos estos libritos como los tesoros que son. Me encantan Ojos de Perro Azul y Cuando era Feliz e Indocumentado… recuerdos
de los años periodisticos de GGM.
Cien Años de
Soledad es “mi
libro”. He comprado muchas ediciones de él y he regalado muchos ejemplares a
las personas que quiero, lo releo continuamente (a veces me lo pide el cuerpo)
y cada vez encuentro detalles que me asombran y me despiertan las ganas de
escribir o de soñar con ser escritor.
Como dice mi hermana Lourdes: ahora si que nos
quedan Cien Años de Soledad…
Mi hermana Lourdes escribe:
GABRIEL GARCÍA
MÁRQUEZ HA MUERTO, si, y lo lloro como amigo de ilusión, maestro de literatura,
mago de la fantasía y artista de juntar las letras del abcdario y escribir
maravillas. En Cien Años de Soledad escribió que los Buendía y su estirpe
avanzaban por la selva en busca del mar remoto, ahuyentando salamandras doradas
y destrozando lirios sangrientos, que Rebeca
Buendía es el único nombre que ella llevó hasta la muerte con dignidad, que
Melquíades se aparecía con su
sombrero negro como las alas de un cuervo y su chaleco con una pátina de grasa
de siglos, que Ursula Iguarán
resolvía con sensatez las locuras de una estirpe de majaretas, y que el coronel
murió viendo pasar un circo con un elefante amaestrado un payaso desgarbado y
un dromedario triste, Amaranta Buendía
tejió su mortaja porque uno se puede morir cuando quiera porque así es la vida,
y que las estirpes están condenadas a borrarse de la faz de la tierra porque el
tiempo con su polvo casi eterno lo termina tapando todo.
El Coronel no tiene quién le
escriba es en sí mismo un relato solo el título, la novelita termina
con un rotundo y elegante !!!Mierda!!! Ojos de perro azul, Doce
cuentos peregrinos, para añadir, porqué cuentos, porqué doce y porqué
peregrinos. Su libro favorito, El Amor en los Tiempos del Cólera,
que maravilla de encabezado, que serenidad de novela, que fascinación por la
vida por su tierra.
Lloro su muerte desde los tiempos aquellos en que en una
tablita tenía yo mi biblioteca y Cien años era la primera, hacía la tontera de
apuntar en un papel el árbol genealógico de los Buendía, pero era inutil,
García Márquez te metía en un berenjenal de padres madres hijos e hijas
imposible de resolver, magnífico, cuanta admiración maestro de la literatura,
mago de lo fabuloso, amigo de la juventud, de la primera sensación del arte y
la belleza.
Descansa en
paz, que suerte más grande hablar el mismo idioma, para poder maravillarnos de
las palabras y sus significados y de la maestría de saber poner unas al lado de
otras y crear una obra de arte.
Vargas
Llosa llorará la muerte de su compañero distante y admirado, lo sé.
Gabriel García
Márquez dijo : “El secreto de una buena
vejez no es más que un pacto honrado con la soledad".
Adiós mago, maestro,
artista, adiós con el corazón.-
PD: Ahh Gabo y
no se te olvide darle recuerdos a Pilar
Ternera que con su risa loca espantaba a las palomas, a Remedios la Bella que subió al cielo en
cuerpo mortal rodeada de un halo de luz y una algarabía asfixiante de mariposas
amarillas, acuérdate del patio de la casa de Macondo donde en la noche se podía
oir si ponías atención el aliento silente de las rosas y las polillas en el
viejo cuarto del alambique para convertir el fierro en oro, al patriarca
cansado de estar amarrado al árbol a la intemperie y a todos los hijos del
coronel borrados de la faz de la tierra y con una señal de la cruz de ceniza en
la frente... A Ursula Iguarán que
tuvo ciento tres años de vida para aliviar las ideas delirantes desde aquel día
que su joven marido llevó a sus hijos niños a conocer el hielo, poco después se
empeño el patriarca en retratar a Dios pero murió sin conseguirlo... recuerdos
a todos...
NADA QUE DECIR, no, y mira que me pasan cosas por la cabeza, las primeras las vitales, es decir mis amores, gestionar mi vida y mis ánimos y estar bien en el sentido más rotundo, mejor y más amplio de la palabra. Después me vienen los acontecimientos cercanos y cotidianos que son muy míos también y luego la actualidad de mi tiempo, los sucesos históricos que me están tocando vivir desde que nací hasta este preciso momento. De fondo Roy Orbison que me gusta muchísimo y yo tecleando en esta tarde y a esta hora tan buena del día. ¿Porqué tanto miedo a Podemos?, que es una pregunta criaturas, pero vamos estamos en un estado de derecho, en el primer mundo, en Europa, ¿que pensáis que si ganan vamos a ser una república bananera?, noooo, creo yo ¿eh?, pero bueno allá cada cual con sus miedos respetables...Hay periódicos o revistas satíricas de humor fuerte y ácido, a mi personalmente no me gustan, pero con no comprarlas tengo bastante, como no me gusta el porno o las películas línea gore con sangre y machetazos a mogollón. Las religiones están por encima de todo eso, al menos para mi y no me molesto ni en mirar cualquier cosa que no me interese, las ideas las tengo demasiado claras...y el concepto de libertad de expresión también, en todo caso, para quién lo vea como una ofensa gravísima o sacrílega, lo respeto, pero por eso no se mata, nooo criaturas noo. Otra cosita y acabo: no os engañeis, los terroristas, porque esta es la palabra que tienen asesinos como estos, no matan por amor a una tierra independiente, por una ofensa o por un ideal, MENTIRA, es solo por dinero, por poder y por quítate de ahí que esto es pa mi...os lo lo prometo. Bueno, vayancondió.-
ResponderEliminarLA REALIDAD, LA FELICIDAD Y EL DRAMATISMO.- En realidad la vida no está hecha para que seamos felices. Viendo todo biológica y fríamente, nacemos, tenemos que sobrevivir en un mundo lleno de dificultades y multiplicarnos como especie a pesar de los pesares. Esto es una verdad puramente animal. Cuando nos dio por pensar, un poquito, aprendimos mejores métodos para la supervivencia, estar en comunidad ayudándonos unos a otros, el fuego, la agricultura, las armas para la caza indispensable, también para destruirnos mejor. Cuando pensamos algo más nos dimos cuenta de nuestro principio y fin, de la brevedad de la vida, y quisimos ser felices, entonces, además de las religiones que alivian, consuelan, apaciguan y también destruyen cuando son mal entendidas, hubo un Renacimiento en las artes que es un gran alivio y una muestra de inteligencia, escritura y escritores, pintura, música, arquitectura, orfebrería y cerámica, la filosofía, cálculos matemáticos y astronómicos... Ahora, en la modernidad, todavía pensamos más, la tecnología va casi más rápida que nosotros, y los avances, aunque podrían ser más, son muchos, pero habría que quitar intereses económicos de por medio. Y ya hoy día pensamos tanto que nos dispersamos en los defectos de siempre, ahora con un refinamiento sibilino, aunque la brutalidad más primitiva sigue existiendo. Lo que no hemos superado es la verdad absoluta de que la vida es dura y la supervivencia difícil. No entiendo bien a las personas que para ser felices se olvidan de todo y se sumergen en una realidad inventada edulcorada y adornadas lucecitas de colores fugaces, una huida a ciegas con la sonrisa puesta feliz y falsa que se resquebraja inevitablemente a cada momento. Pero menos me gustan (entono mi culpa) los seres humanos que todo lo dramatizan. Dificultades siempre las hay y las habrá, pero el drama añadido no hace más que engrandecerlas y salpicar de tristeza a todo el entorno. Asumir que la felicidad nunca es completa es muy sano, ver la realidad con serenidad y objetividad también, y quitarle el peso del dramón, mientras se pueda humanamente, a las dificultades inevitables es la señal más clara de nuestra evolución.-