"Casos Clínicos"

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Sevilla, Huelva, El Rompido, Andaluz.
Licenciado en Medicina y Cirugía. Frustrado Alquimista. Probable Metafísico. El que mejor canta los fandangos muy malamente del mundo. Ronco a compás de Martinete.

viernes, 11 de julio de 2014

58 años

El pasado 1 de julio cumplí 58 años… Cuando uno es joven piensa en estas edades como en algo muy cercano la vejez y se supone a sí mismo serio y adusto, un poco cascarrabias, achacoso y mas bien tontaina. Por lo menos así recuerdo que pensaba yo de lo que sería llegar a estas edades cercanas a los sesenta que era cuando empezaba la vejez por aquellos años de mi infancia.

Pero yo no me veo así ni mucho menos. A quien me pregunta que como me encuentro le contesto que como un chaval: con 29 años de cintura para arriba y 29 años de cintura para abajo (¡eso quisiera yo!)…

De cintura para arriba la verdad es que no me puedo quejar, dadas las circunstancias que os voy a relatar a continuación:

Creo que conservo unas neuronas curiosas y entrometidas en todo aquello que tenga que ver con aprender algo nuevo cada día, no solo en mi profesión y ejercicio médico sino también en el campo de la Psicología humana, de la Bioquímica de la Vida y por supuesto de la Metafísica y de la Alquimia, de las me considero un alumno perpetuo. Leo todo lo que puedo, escribo todo lo que me dejan… y pienso. Me gusta mucho pararme a pensar y pensando he llegado a estas conclusiones:

Mis ojos, que eran verdosos (lo único verde de mi cuerpo aparte de mis más ocultos pensamientos) ahora necesitan de unos cristales que les dicen progresivos para adaptar mi visión y no ver las letras borrosas. Gracias a estas gafas de montura moderna soy capaz no solo de leer la letra chica de los prospectos más embusteros sino también de ver las cosas con nitidez y cercanía (siempre que estén lo suficientemente limpias -las gafas quiero decir-) y así me engorilo mirando la cara de mis nietas Celsa y Leonor con sus ojos azulones iguales que los de su bisabuela Pilar, sus naricillas mocosas y sus sonrisas enormes que me llenan los ojos de lagrimillas microscópicas una y otra vez cada vez que se rien y me empañan los cristales de las lentes de puritita emoción de abuelete.

Y me sirven las gafas graduadas además para ver mejor el subconsciente de las personas a través de sus ojos y de su piel, de manera que puedo discernir quien viene de frente y por derecho o quien de lado y sesgado; quien viene de verdad y de buenas o con disimulada maldad y mas falso que un socio mallorquín. Mis gafas tienen la magia de ser útiles a quien quiera ver con ellas lo mas bonito de la vida: las buenas personas.

De mi napia nada puedo decir solo que me sirven de apoyo junto con las orejas para las antiparras. Eso si, de olfato ando como un mixto lobo, huelo un tonto a doce millas a la redonda, que para eso me titulé con el PER marinero para olisquear hasta doce millas, pues de navío ando mas corto que de cortijos (aunque mi Huevo Frito sigue dando guerra con sus cinco metros de eslora por la costa rompiera)…

Oigo menos que Rajoy, que ya es decir, que solo escucha el sonido del dinero cuando cae en la hucha… Desde hace unos años padezco una sordera neurosensorial dicen los entendidos, aunque yo sé que lo que tengo es el ruido de los miles y miles de tiros de escopeta que me “tragué” vía ótica desde muy niño siendo el perro (a mucha honra) fiel de mi padre pegado a sus pantalones y cobrando zorzales, tórtolas, palomas, conejos, perdices, por todos los cazaderos de Andalucía y después en el Tiro de Pichón de El Carambolo donde pasaba las tardes de los fines de semana y allí empecé a tirar con escopeta del 12 y con cartuchos fuertes, mas o menos con trece o catorce años. Desde los veintitantos años ya tenía zumbidos en los oídos. Ahora mi oído izquierdo tiene dentro una sinfonía de acúfenos ruidosos que no me permiten escuchar ni una sirena de bomberos el día de su Patrona; con el derecho me defiendo de momento y voy capeando el temporal. 

Pero desde primeros de año estoy usando una maravilla de la tecnología moderna en forma de prótesis auditiva o audífono que hace que vuelva a enterarme con claridad lo que dicen los actores en las pantallas del cine y mas o menos me entero de los embustes que me cuentan los amigos en los bares. Estos audífonos modernos son bastante útiles para conversaciones en ambientes silenciosos pero si hay mucho ruido de fondo yo me entero con absoluta nitidez del llanto del niño de la mesa de enfrente y nada de lo que me hablan en mi mesa…

El sonotone tiene dos momentos espectaculares. Cuando te lo pones y cuando te lo quitas. Cuando me lo coloco por ejemplo en la consulta me entero divinamente de lo que me cuentan mis pacientes sin tener que estar preguntando dos veces lo mismo una y otra vez, que a veces habrán pensado que estoy distraído –seguro-; o cuando disfruto de una grata charla con amigos, o viendo una película sin tener que subir el volumen hasta pelearme con mi santa esposa (que pone la tele tan baja que yo dudo que escuche algo y además no la mira porque está haciendo siempre punto)…

Pero hay un momento que es casi mejor para mi, que es cuando empiezo a escuchar una tontera detrás de otra, ya sea en las telediarias noticias, o en la radio del taxi o en una conversación con conocidos o desconocidos o en donde sea que haya un tonto del culo queriendo ser escuchado por cojones y diciendo pamplinas una detrás de la otra con frases de tertuliano barato y con tono de voz de locutor de carrusel deportivo… entonces con un suave y disimulado gesto imperceptible para los no iniciados me llevo la mano a mi oreja izquierda y con un certero gesto como si me rascara el pabellón auditivo escamoteo el artilugio que queda disimulado en la palma de la mano y colorín colorado el escuchar estupideces se ha acabado… A mis 58 tacos me puedo dar el lujazo de escuchar a quien quiero cuando yo quiera, digo yo. Solo es cuestión de poner cara de estar enterandome y asentir de vez en cuando con la cabeza… mientras pienso en mis cosas o en lo guapa que esta mi primera mujer que cada día que pasa está mas guapa, si señor…

Tengo que confesar que tengo otra prótesis en mi vida. Y tuve que empezar a usarla para satisfacer a mi santísima esposa. Si. Era necesario usarla y la tengo que usar: la máquina para no roncar. Este artilugio que se compone de una mascarilla nasal igual que la del oxígeno de los hospitales, un tubo corrugado que va conectado a una máquina eléctrica que proporciona aire a presión, el cual mantiene abierta vía aérea superior y se evita tanto el molesto ronquido así como las hipoapneas o apneas durante el sueño… un regalito. Sus siglas son CPAP y se pronuncia “cipap”. Me costo adaptarme al correaje y a la mascarilla, pero ahora duermo como una marmota, no ronco… y duermo en mi cama a la vera de mi partenaire… A mis 58 añitos no me gusta dormir solo, me da jindama.

Como hice mucho deporte a lo largo de mi vida: atletismo, judo, futbol, vela ligera, remo, padel me conservo aceptablemente bien del cuello al ombligo. Ahora me he quitado de hacer grandes esfuerzos, (como los partidos de padel que me pegaba hace unos años a cara de perro) y solo me dedico a caminar a paso ligero, a veces un trote garboso que me sienta de maravilla. Me mantengo alrededor de los 75-76 kilos aunque debería perder dos o tres de ellos que se me alojan en la barriga y en la papada, pero me gusta la cerveza con melva o mojama y el vino tinto con manitas o menudo. Por eso mismo me tomo casi a diario una píldora para que se entienda con mi colesterol. No fumo desde hace años (era fumador de unos 4-5 cigarrillos suaves al día) y mi corazón creo que va como un reloj japonés (yo tengo dos relojes suizos y los dos escacharrados…); la presión arterial normal para mi edad, no tengo estrés importante, voy al retrete como un reloj de cuco suizo (ahora si, estos no fallan) todas las mañanas después del zumito de naranja y por lo menos dos propinas más al día… ¿Qué más se puede pedir…?

Claro, ustedes se preguntarán que como estoy del ombligo para abajo, y yo estoy dispuesto a contarselo a ustedes con pelos y señales, en dos palabras:

Con Tinuará…



6 comentarios:

  1. JAJAJAJAJ...No me olvidé de ti en tu cumpleaños, lo sepas, pero estoy feliz cual perdiz cuidando de mi nieto Juan y no tengo tiempo ni pa escribí...Besos artista!!!

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    1. lo sé hermana un beso fuerte rompiero... ¡ole tu Juan! Es mi colega, me lo como a besos y se queda tan tranquilo¡

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  2. Un buen amigo me decía:
    .........compadre, que ya estamos en la edad de los metales.
    Yo le preguntaba: ¿Que es eso de la edad de los metales?
    Y el me aclaraba la cuestión; ......compadre, la edad de los metales consiste en que ya tenemos "las sienes de plata, las muelas de oro y del ombligo para abajo plomo....amigo...plomo"

    Muchas felicidades compañero.

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    1. Pincho, yo estoy en la edad del Grafeno... metales poco pesados y con alta conductividad y eficacia.... ¡Ojala! Un fuerte abrazo amigo mio¡

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  3. ¡Muchas felicidades doctor!...Un abrazo verdiblanco.

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    1. Gonzalo mi verdor si que es de cintura para abajo... Pero estoy orgulloso de mis verderones amigos de alma y corazón: y te considero uno de ellos aunque nos veamos poco¡. Un abrazo bético¡

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