Opinión
personal e intransferible (aunque recojo el sentir de muchos amigos y
conocidos):
Sevilla
cada vez es una ciudad menos agradable para lo sevillanos. No digo yo que no
sea una urbe buena para vivir, con sus muchos días de sol y cerquita de las playas
y de la sierra, muy bien comunicada con el resto de España y envidiada por el
resto de las ciudades de Andalucía por ser de hecho “la capital” de la
Comunidad Autónoma, -aunque le pese a nuestros vecinos regionales y les duela
la poca importancia que le damos los “miarmas” a sus celos y duelos-.
Pero
los sevillanos que vivimos en Sevilla y la usamos pateandola a diario de barrio
en barrio -ya sea en busca de tabernas o de capillas- la estamos viendo
transformarse a peor cada año que pasa, estamos notando como se va desmoronando
poco a poco la Sevilla sevillana a la vez que va emergiendo otra ciudad
diferente, una ciudad que no tiene nada que ver con la Sevilla de sus vecinos
habitantes, sino mas bien la Sevilla/Ciudad de los Políticos y de sus caprichos
y ocurrencias, de sus desmanes y dislates, la ciudad de los disparates, que por
cierto rima con botarate.
No
puedo negar que desde mi infancia he visto como se derribaban palacios y
casonas señoriales para construir verdaderos bodrios en las zonas más céntricas
y antiguas, el asfalto acabó con avenidas preciosas de adoquines con alamedas
llenas de árboles que daban sombra al tranvía que llegaba desde el mismo centro
a los arrabales de chalecitos de la expo del 27; que durante muchos años viví
las molestias del intento del construir el primer metro que socavó la ciudad
entera para después enterrarlo de nuevo, que etcétera, etcétera…
Pero
lo que hemos presenciando los sevillanos en los últimos años, primero con el
carísimo (y absurdo) Metrocentro que
no resuelve nada pues estorba más que otra cosa y para mi es una inconsciencia
hacerlo circular por una Avenida
atestada de peatones paseantes que sorteamos veladores, ciclistas contra reloj
individual y por equipos, artistas y músicos variados, truhanes especializados
en el burle y descuido del turista etcétera, y sobre todo con el bodrio Metropol-Parasol vulgo Las Setas de la Plaza de la Encarnación
es de autentico despropósito, un monumento al mal gusto y un desastre
urbanístico.
Bajo
mi punto de vista se trata de como dilapidar una fortuna para no aportar
absolutamente nada a la ciudad. ¿Para que sirven? ¿Qué necesidades de los
sevillanos cubren? ¿Qué beneficios nos aporta? ¿Cuánto han costado? ¿Qué se
podría haber hecho con esos dineros? ¿Quién tiene la culpa? ¿Quién se ha
beneficiado? ¿Por qué? Lo único que sabemos es que los alcaldes se pelean en
público por quitarse de en medio de tamaños desaguisados. Vergonzoso. Que dejen
el centro como está y no lo toquen ya más, por favor.
Miren
ustedes honrados gobernantes: lo que necesitamos los sevillanos no es una Torre Pelli, sino cincuenta, todas
juntitas una al lado de la otra en la Cartuja, llenas de oficinas de negocios y
de industrias y de puestos de trabajo para cuantos más sevillanos felices y
contentos, mejor.
¡Y déjen
de tocarnos los compañones, hombre!
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