El cerebro humano es una fábrica maravillosa capaz de
ir convirtiendo casi instantáneamente la información que le llega por los
órganos de los sentidos en emociones. Las emociones van creando recuerdos que
se van archivando en la memoria.
Con el paso de los años somos capaces de ir
analizando emociones y recuerdos y de ir “razonando” para adaptarnos a las
circunstancias. Pero el mecanismo interno por el que esto acontece es mucho más
complejo de lo que nos podemos imaginar y los neurocientíficos aún desconocen
como se originan determinadas conductas y comportamientos adaptativos.
Lo que
sí intuimos es que no toda la información que llega al cerebro es utilizada
emocionalmente, gran parte es “escaneada” y eliminada inmediatamente por ser
considerada conocida y aceptada como rutina no útil. Por ejemplo si vamos
conduciendo un coche con serenidad el cerebro va procesando el sonido del motor
y del rodamiento, la visión de otros vehículos y de la carretera sin producir
emociones duraderas, pero si suena un claxon o un chirrido inusual instantáneamente
se desencadena un proceso de alerta cerebral que activará mecanismos
emocionales hasta que pase el peligro. ¡Qué susto!
En nuestra vida diaria sucede algo parecido. No es
bueno para la razón ir por la vida diariamente con el acelerador pisado a fondo
siempre alertas, mas vale ir pasito a paso disfrutando del paisaje y
gestionando las emociones de forma racional. Lo sensato es usar la razón para
ir gestionando nuestras emociones y tomar decisiones certeras, pero en
determinadas ocasiones el cerebro responde a estímulos externos o internos
produciendo emociones que afectan a la razón. Y si actuamos –o conducimos-
desbordados por las emociones ya sabemos lo que suele ocurrir.
El conflicto entre razón y emoción suele producir
estrés. En el caso del estrés mantenido se genera ansiedad y angustia que afectan
a la razón, y la persona afectada sufre y padece los síntomas del exceso de
liberación de catecolaminas: inquietud, falta de concentración, palpitaciones,
opresión de pecho, fatiga, sudores… Si este cuadro persiste puede afectar
seriamente la calidad de vida de los afectados.
El descanso es necesario para la salud de nuestra mente.
Durante las horas de sueño se restablecen circuitos cerebrales desgastados y se
ordenan las emociones y recuerdos. Una vida saludable y ordenada, el deporte,
el yoga, la meditación, la naturaleza, la lectura, el conocimiento, el arte, la
conversación… generan emociones placenteras.
Yo aplico estos consejos conmigo mismo y con mis
pacientes. Considero el estrés y la ansiedad como una patología de alta
incidencia en mi practica médica, en una franja de edad entre treinta y
cincuenta y tantos años, y le doy la máxima importancia. Me consta que muchos
síntomas que se pueden interpretar como anginas de pecho o problemas
neurológicos son atribuibles a crisis de pánico producidas por mala gestión de
las emociones secundarias al estilo de vida estresante y angustioso que llevan
estas personas.
Los médicos nunca debemos banalizar estos diagnósticos
psicosomáticos ni quitarle importancia a los síntomas de estos enfermos. Al
contrario, un diagnostico correcto y el adecuado tratamiento coordinado entre
médico y psicólogo consigue la remisión de estos padecimientos además de evitar
gastos innecesarios en pruebas médicas y en medicamentos.
Nos preocupamos diariamente y con el mayor interés de
las gestión de nuestros dineros y bienes materiales. Preocupémonos igualmente
de la gestión de nuestras emociones con la herramienta mas útil que tenemos: la
razón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para hace comentarios libremente has de tener una cuenta de Google: loquesea@gmail.com
Solo se tarda un minuto, si acaso.
GRACIAS COLEGAS.