El
cáncer de próstata ataca de nuevo. Y seguirá atacando por los siglos de los
siglos porque es ley de vida. Me explico:
La
próstata es una glándula fibrosa exclusiva de los hombres. Tiene forma de
castaña gorda -con su cáscara y todo- y se aloja por delante de la vejiga
urinaria justo en la salida de la uretra (a la que abraza y envuelve) y por
delante del recto. Está formada por un tejido fibro-muscular que engloba multitud
de glándulas prostáticas que segregan el líquido prostático necesario para servir
de vehículo a los espermatozoide que provienen de las vesículas seminales: la
eyaculación vivificadora.
Como
cualquier órgano glandular que está en funcionamiento continuo, la próstata
está expuesta a padecer hipertrofias (inflamación y aumento de tamaño),
adenomas (tumores benignos) y las menos veces degeneraciones cancerosas, en
este caso casi siempre adenocarcinomas (cáncer de las glándulas).
Está
estadísticamente comprobado que a partir de los 60-65 años la incidencia de
cambios prostáticos como hipertrofias y adenomas son practicamente fisiológicos
y es raro encontrar un varón de más de 80 años que no sufra estas patologías.
El
aumento de la esperanza de vida de los humanos varones aumentará
indefectiblemente el índice de cáncer de próstata en la población. De hecho en
muchas necropsias de varones fallecidos por otras causas se encuentran
patologías cancerosas prostáticas localizadas que no han producido síntomas,
pasando desapercibidas.
Esto
se explica porque la próstata es una glándula grande hiperfuncionante y se
pueden producir micro-canceres aislados en la zona más activa de la glándula
que es la parte más externa pegada a la “cascara” pero que no progresan ni se
extienden.
Por
eso una excelente manera de explorar la próstata es mediante el tacto rectal
que da información al médico del tamaño, textura, dureza, nódulos y otras
características de la próstata. Una próstata endurecida y abollonada sería
sospechosa de patología grave. Otros síntomas y signos confirman el
diagnostico. La ecografía es también una prueba complementaria imprescindible
para medir el tamaño y evaluar el aspecto de la próstata, siendo una prueba
barata e indolora.
EL cáncer
de próstata ha sido diagnosticado con más facilidad en las últimas tres décadas
sobre todo desde el descubrimiento del muy nombrado PSA (Prostatic Specific
Antigen) ya que su utilización como “marcador tumoral”, -aunque muy poco
sensible (35% de falsos negativos)- ha derivado en una gran cantidad de
solicitud de biopsias prostáticas y por consecuente en un aumento del
diagnostico precoz del cáncer de próstata en estadios iniciales. (No entro a
valorar el coste/eficacia del procedimiento, tan solo me limito a constatar
hechos).
Ante
la sospecha por tacto rectal sugerente, PSA elevado persistentemente y/o
repetidamente o clínica sospechosa se debe realizar la biopsia.
La
biopsia de la próstata se realiza obteniendo varias muestras del tejido
prostático (por punción transrectal). Su posterior análisis en el laboratorio
de Anatomía Patológica nos informa de si hay o no muestras cancerosas y su
grado de evolución (Gleason se llama esta figura).
En
caso positivo se realizan otras pruebas como el TAC o la RNM para clasificar la
extensión y programar el tratamiento.
El
tratamiento, dependiendo de cada caso individual, puede ser quirúrgico
(extirpación prostática completa) o bien mediante radioterapia, braquiterapia
(radiación intraprostática), crioterapia (aplicación de frio), administrando hormonoterapia
y quimioterapia intravenosa.
Los
resultados del tratamiento son muy eficaces en cualquiera de los casos con una
esperanza de vida a los 15 años de más del 90%.
Las
estadísticas nos cuentan que un varón que por tener el PSA elevado y una
exploración sospechosa y al que se le realiza una biopsia y se diagnostica de
un cáncer de próstata en estadios iniciales (sin extensión a otros órganos
vecinos ni a ganglios linfáticos) tienen una curación cercana al 100% y sin
grandes complicaciones.
De
hecho hay una corriente médica que prefiere no tratar a sus pacientes en estadios
muy precoces de la enfermedad (con biopsias positivas aisladas/Gleason bajos) y
seguir semestral o anualmente la evolución mediante análisis de marcadores
biológicos y pruebas complementarias, evitando de esa manera los riesgos y
efectos secundarios de los tratamientos.
Y
como siempre digo, la mejor medicina es la PREVENTIVA:
Acuda
a su médico para realizar chequeos periódicos anuales desde los 50 años.
Si
tiene más de 60 años acuda al Urólogo para una revisión prostática anual.
PD:
Y no piense en la próstata como en su potencial enemigo. Ha sido (y es) nuestro
fiel aliado desde… A mi ya se me ha olvidado desde cuando… cosas de la edad…
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