Publicado en ABC de Sevilla el 21/12/17
Están
de moda y su uso es cada vez más usual tanto en los jóvenes como en los adultos
de edades medias y provectas. Los podemos encontrar y adquirir con facilidad tanto
en boticas y parafarmacias, pero últimamente las he visto a la venta en
supermercados, en gimnasios, también por internet y me temo que dentro de poco
aparecerán en el top manta en plena calle. Solo es cuestión de tirar de billetera,
hacer nuestro pedido, comenzar la ingesta y en poco tiempo (se supone)
empezaremos a notar los efectos de estos “complementos alimenticios” que nos
presentan en costosos frascos coloreados y que se venden como si fueran los mas
raros tesoros de la Mesopotamia.
Nos
los presentan como comprimidos de vitaminas de nombres encriptados bajo
fórmulas alquímicas inescrutables casi siempre asociadas con minerales de
nombres que evocan secretos arcanos. Otras veces son cápsulas de antioxidantes misteriosos
obtenidos de las más exóticas raíces y frutas polinésicas o de extractos de
algas procedentes de mares ignotos. Incluso anuncian sin recato un puré de crustáceos extraídos de las procelosas
simas abisales que prometen la fortaleza del abecedario griego como panacea
universal. Y si no, sobres o papelillos rellenos de misteriosas sustancias
vivificadoras en forma de bacilos que lo mismo mejoran un roto que un descosido
intestinal y que nos aseguran aumentar las defensas naturales hasta niveles
adecuados a nuestras necesidades menos necesarias.
¿Quien
no ha tomado alguna vez un compuesto de estas características sin ser prescrito
por un médico? Los tomamos a discreción por diversos motivos y también por
ganas de probar y experimentar las maravillosas virtudes que les atribuyen sus
prospectos y que van a mejorar los mas insospechados síntomas que imaginar
podamos, ya sea decaimiento, cansancio, astenia, flojera, abulia, desidia,
angustias, arrugas, flatulencias, estreñimientos o cagaleras, caída del pelo, resfriados
o toses, angurrias, tisis, caspa, dolor de higadillos, flujos molestos y
desbarajustes inespecíficos de lo que sea…
Por
supuesto que soy un fan desmedido de los polivitamínicos, antioxidantes y
minerales. Sin duda. Lo único que pasa es que a mi me gusta preparármelos en mi
casa, ya que dispongo de un sencillo laboratorio de alquimia pero con las
redomas y atanores necesarios para su elaboración. Cosas mías.
Recién
despertado me gusta sintetizar diariamente vitamina C en forma líquida con
fibra biológica añadida que favorece el tránsito intestinal y el uso del
retrete. A continuación elaboro una infusión de polifenoles con catequinas
antioxidantes con un poco de fructosa y glucosa de origen biológico. Eso hace
que mis defensas se espabilen. Casi al mismo tiempo ingiero una generosa ración
–abusiva casi siempre- de fluido acido graso monoinsaturado con hidroxitirosol
rico en omegas, certinas y hasta en rolex, de lo bueno que es. Esto me engrasa
las entrañas y me lubrica el ánimo hasta la hora del Ángelus.
Las
vitaminas y minerales indispensables las obtengo en una droguería al por mayor
que tengo a pocos metros de mi casa y me las despachan envueltas en ligeras
bolsas transparentes que dejan ver todas sus propiedades saludables: textura,
color, y –curiosamente- hasta olor y sabor. Allí adquiero semanalmente dosis
adecuadas de antioxidantes variados: carotenos, licopenos, tocoferoles,
isoflavonas, cinarinas, índoles e isotiocianatos que tanto bien me proporcionan
aportando la necesaria fibra biológica vegetal y desintoxicando mi organismo.
También
dispongo de un proveedor de ácidos grasos poliinsaturados repletos de yodo y
otros minerales salutíferos, que me dispensa el tratamiento recién procesado ya
limpio e inmaculado para darle yo el último condimento en mi domestico crisol.
No desdeño entonces un saludable zumo de cebada fermentada muy rica en ácido
fólico, tan necesario.
De
vez en cuando mi metabolismo precisa de un suplemento de aminoácidos esenciales
y proteínas de alto valor biológico, las cuales encuentro con facilidad
envasadas al vacío en forma de láminas sonrosadas y perfumadas con aceite
vegetal de Quercux Ilex abundante en
ácidos grasos y en vitaminas del grupo B. Este concentrado proteico gusto de
acompañarlo de una dosis líquida del poderoso antioxidante resveratrol rico en
taninos y polifenoles, procedente de la ancestral Vitis Vinifera de cuyo uso medicinal ya se refería en la Sagrada
Biblia.
Y me
gusta culminar el día elaborando una generosa ración semi-liquida de los
mejores probióticos fabricados por hongos caucasianos -millonarios en levaduras
y lactobacilos combinados en perfecta y untuosa simbiosis-, ración a la que añado
unas perlas de Phoenix Dactilífera o
de Juglans Regia, perlas cargadas de
calcio, magnesio, selenio, etcétera, y de triptófano, precursor de la
tranquilizadora serotonina.
Para
terminar y casi al mismo tiempo del “Jesusito de mi vida” me administro una
pastilla de Theobroma Cacao,
inductora de melatonina, que me hace tener dulces y salutíferos sueños.
Igual
piensan ustedes que me estoy sobremedicando con tantos compuestos raros… pero
bueno, alguna libertad nos podemos tomar los galenos con nosotros mismos. Digo
yo.
PD:
Un adulto sano tiene cubiertas todas las necesidades de vitaminas, minerales y
antioxidantes que se precisan a diario si se alimenta correctamente con una
dieta mediterránea equilibrada.
Usted sí que sabe, don Celso!
ResponderEliminarMe ha encantado el post de su blog, encontrado por casualidad y justo cuando me estaba comiendo una perla de phoenix dactilífera, yo le llamo dátil...;)
ResponderEliminarLo natural siempre es mejor!
Gracias!