Mi Hermana Lourdes escribe:
He estado ojeando a vuelapluma la media de edad
de vida en la historia aún breve del hombre en esta roca tan bella que da
vueltas al sol.
Durante el largo periodo prehistórico aumentan
los años a medida que el homo sapiens evoluciona en sus conocimientos y en sus
recursos, aunque no varía de unos primitivos 20 a 25 de media en la época de
las glaciaciones a 30-35 años en las distintas etapas o eras, piedra tallada y pinturas,
organización social y agricultura, metales y cerámica y así hasta la baja edad
media donde la media de vida sube otros diez años, de 40 a 45.
A partir del renacimiento son otros diez llegando
en la época del descubrimiento a ser ya de 50 años, todo un record para unos
mamíferos tan vulnerables y sobretodo tan alocados y enfrentados unos con
otros.
Por supuesto en todas estas divisiones de edades
hubo quien vivió más y menos, hablamos de estadística, esa cuestión tan fría y
tan certera.
En la era moderna, los siglos diecinueve y
veinte, la media de vida llegó a 70 años, a pesar de la repetitiva historia
humana, guerras sangrientas, enfermedades y desigualdades.
A finales del siglo veinte y principios de
veintiuno que es desde donde escribo este 15 de agosto por la mañana día de Las
Advocaciones Marianas, la media de vida es de ochenta años, aunque seguimos con
guerras que más que de espadas son de palabras, hay lenguas en los medios y en
las redes más peligrosas por el odio que destilan que un batallón de
mercenarios.
Ochenta años de media de vida es todo un avance,
se han erradicado muchísimas enfermedades, otras tienen cura o alargan la vida
con tratamientos duros pero efectivos, a veces no, como viene ocurriendo desde
siempre pero la investigación que es el arma y el alma del avance, sigue su
trabajo a duras penas.
Hoy día hay accidentes de coches, aviones y
barcos porque no paramos de movernos en una locura frenética muy por encima de
algún invento que remedie tantas desgracias mecánicas todavía muy imperfectas y
de eso no somos conscientes.
Pero vivimos más, hay muchísimos ancianos y
ancianas en este mundo agitado y sin un respiro. La ancianidad es una etapa de
la vida a la que se debe llegar, si, por que aunque es dura, muy dura, es una
culminación de la vida, un triunfo de la biología y de la ciencia, una suerte y
un bien vivir que ayuda mucho. La principal característica de la vejez y de la
que nadie en esa edad se puede librar es la soledad. Todavía ese tema no está
resuelto, ni por la sociedad que no nos permite ayudar a nuestros mayores como
querríamos en un mundo tan ocupado y tan veloz, ni por ell@s mismos en un
ejercicio descomunal de aceptar a la soledad como compañera de vida, de los
últimos momentos, de un ejercicio durísimo de introspección, revisión de vida y
lucidez serena para quien todavía mantenga la capacidad de los recuerdos.
Las facultades mermadas no convierten a un
anciano en un atontao, si lo lleva bien puede ser un pozo de sabiduría, un
universo de sensibilidad, unos ojos acuosos y de mirada profunda que cuando te
sumerges en ellos te parten el alma y el corazón.
En el día de hoy dedicado a mi madre a la que amo
con toda mi alma y a mi suegra casi centenaria. -
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para hace comentarios libremente has de tener una cuenta de Google: loquesea@gmail.com
Solo se tarda un minuto, si acaso.
GRACIAS COLEGAS.