Otro
año empieza esta noche con la costumbre española de celebrar las campanadas fronterizas
ingiriendo doce uvas al compás, después brindis con cava o licores, buenos
deseos con abrazos y besos para seguir la fiesta de tiros largos en discotecas
bailongas o en casita hasta que el cuerpo pida cama…
Otro
año más que no es sino la continuación cósmica de nuestra vida instantánea en
este espacio-tiempo que nos ha tocado alterar. Somos una mota infinitesimal de algo
parecido a la nada – nuestra masa atómica individual es infinitesimal en
comparación con el Univeroso- vagando a bordo de una minúscula partícula que
llamamos planeta tierra, que prácticamente no tiene influencia alguna en el
orden cosmológico. Somos casi la nada más absoluta.
Nuestro
tiempo de existencia como unión de átomos, moléculas, células con ADN, y forma
de cuerpo humano será difícil de mensurar en la escala de tiempo cósmico pues volveremos
a ser polvo de estrellas prácticamente en un instante.
Nuestra
vida efímera no tendría sentido alguno si no tuviéramos la capacidad de ser
conscientes de ello, de tener sentimientos y capacidad de raciocinio, de pensar
y comparar, de reír y de llorar, de hacer distinción entre el bien y el mal a
veces tan difíciles de discriminar, de amar y de desear ser amados, de besar y
desear ser besados…
Por
eso celebramos estar aquí y ahora con alegría deseándonos todo lo mejor para
los próximos 365 días y pico.
Porque
somos humanos.
Feliz
Año Nuevo.
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