"Casos Clínicos"

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Sevilla, Huelva, El Rompido, Andaluz.
Licenciado en Medicina y Cirugía. Frustrado Alquimista. Probable Metafísico. El que mejor canta los fandangos muy malamente del mundo. Ronco a compás de Martinete.

jueves, 4 de marzo de 2021

Ánsares de "La Abundancia"

Este recuerdo precioso me manda mi hermano Jose María: 

 En esta tarde entre gris y sol de primeros de marzo he salido a pasear como todos los días con mi perrita “Chica “por los campos cercanos a mi casa. 

Vivo en un lugar privilegiado, Aljarafe profundo, donde las viñas en este tiempo podadas empiezan a asomar sus nuevos brotes que en el verano darán sombra a los racimos de esa uva que en septiembre se recoge para dar el maravilloso mosto santo y seña de esta tierra. 

 En las estácales los olivos se están desmarojando para dejarlos limpios y que en octubre den esas aceitunas de verdeo únicas de esta zona; los arados mueven la tierra para quitar la yerba que después de un invierno lluvioso y con los rayos de sol ha invadido los cercados; los frutales están floridos de blanco y rosa llenando de colorido las veras de los caminos; las codornices están en pleno celo y alegran con su canto el paseo del caminante; las perdices ya acolleradas buscan sitio para su nido y los verdones, jilgueros, chamarices y cogujadas revolotean celosas por las ramas de los árboles. 

Al caer la tarde ya volviendo de regreso escuché en el cielo el canto de los ánsares que tapados por las nubes, me los imagine volando en V para pasar la primavera y el verano en las tierras del norte después de haber estado el invierno en los humedales de esa maravillosa marisma arrocera. 

 Al escucharlos y sentirlos me vino a la memoria un recuerdo imborrable de cuando era un niño e iba con mi padre a “La Abundancia” histórico cortijo de la marisma en el que pastaban los toros de Concha y Sierra -la tía Concha-, tierra llana y calma donde la vista se perdía en el firmamento, allí las yeguas y los potros corrían libres retozando juntándose con las vacas de vientre y los becerros bravos; los toros sardos y berrendos reburdeaban oliendo a las lejanas hembras mientras se afilaban los pitones en los bordes de los lucios haciendo que gallaretos y polluelas volaran asustados sobre el agua buscando el aguardo de los juncos. 

Íbamos en un Seat 800, como un 600 de cuatro puertas, mi padre conduciendo, mi hermano Celso al lado porque se mareaba y detrás Lourdes, Concha y yo. Parábamos en la venta del cruce donde mi padre compraba pan y dulces y nos adentrábamos en la marisma. 

Al llegar al cortijo los galgos salían a recibirnos y corrían parejos a las ruedas del coche, en el patio había siempre una jaca alazana aparejada por si algún vaquero tenía que salir corriendo a resolver alguna urgencia con el ganado. Al momento salían Pepe “la vaquera” y Diego el conocedor y nos daban un beso, mi padre subía a la casa con mis hermanos, yo me quedaba en el patio jugando con un perrito y mirando al caballo tranquilo que movía la corta cola y las orejas para espantar los mosquitos que allí había por millones. 

 Un vaquero salió y me dijo que no me arrimara a las patas de la jaca y entonces me cogió como si fuera una pluma y me montó en el caballo, mis piernas desnudas apenas salían de la azalea de la montura y el olor a cuero engrasado me pareció maravilloso. 

Era un hombre muy moreno con traje gris de campo con remiendo en las rodilleras, fuerte, rudo y bondadoso, cogió a Concha y la subió también, me dio las riendas y él, llevándolo desde abajo, nos dio vueltas por el patio donde el caballo perfectamente domado seguía sus indicaciones. Fui el niño más feliz del mundo y ese hombre que en ese momento me pareció Dios, era el Gran Curro Morón, maestro garrochista y caballista antiguo, genio de la Puebla del Rio. 

En el cercado detrás de la casa había una bandada de ánsares encerrados que tranquilos masticaban las malvas y los cantuesos y un macho de avutarda domesticado que eran utilizados por mis tíos y mi padre como reclamos en las cacerías. Yo estaba tan tranquilo mirándolos cuando de pronto se formó una algarabía y los ánsares empezaron a reclamar fuerte y a mover las alas como queriendo salir volando con el cuello arriba. Fijé la vista en el cielo, una bandada de ánsares silvestres pasaron a la altura de la veleta del tejado y dieron varias vueltas al cortijo. 

Mi padre salió corriendo de la casa con los hombres y dijo:” ya están aquí los ánsares hay que preparar los puestos”, yo los miraba absorto y su sonido me pareció maravilloso, era el mes de noviembre y la bruma de la marisma empezó a rodearnos… 

 Cuando volvíamos en el coche yo miraba por los cristales, todo el conjunto de toros, caballos, galgos, bueyes y sobre todo los ánsares se me quedaron grabados en la retina para siempre, por eso, cuando hoy escuché ese canto inconfundible, estos recuerdos afloraron a mi memoria y retome la ilusión que tuve aquel día frio de noviembre con los ánsares de “La Abundancia”. 

Jose Maria Pareja Obregon 

 Villanueva del Ariscal 4 de marzo de 2021.
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Ahora escribo yo, Celso:

Jose, yo tengo recuerdos muy parecidos de la Abundancia y de aquellos años.
También montado a caballo con Curro Morón, yo delante de él agarrado a la perilla y andando entre los toros. 
Un mulo o un becerro que se quedó enredado en una alambrada y fue papá con los vaqueros a zafarlo.
Yo intentando guiar un tractor ruidoso sentado en las piernas de papá y haciendo eses.
El cuarto de mecánica, lleno de repuestos y motores, de neumáticos y cámaras, de enorme tornillos y tuercas por el suelo.
La tia Concha sentada en su sillón con andas, en el mirador de la plaza de tientas tomando notas en un cuadernito.
El tio Joaquin parando los becerros a caballo.
Toros berrendos, enormes, amenazadores.
Yeguas preciosas.
Papá siempre pegando tiros y yo cobrando pájaros...
Ricardo, Lucas, Luís...

Benditos recuerdos.

Muchas gracias hermano.

1 comentario:

  1. Que preciosidad Dios mío de mi vida, voy a felicitar a José, habéis sido hombres de campo, papá lo fue hasta el final, era un potro salvaje y libre que le costaba domesticar se, Jose sabe de campo lo que no está en los escritos y tu eres un científico más de la punta la barra sólita para ti porque es tuya. Os quiero mucho y sois mis hermanos queridos, tu siempre apoyando a Jose que es otro artista más noble que el mosto y la marisma😍😍😍😍😍😍😍

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