"Casos Clínicos"

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Sevilla, Huelva, El Rompido, Andaluz.
Licenciado en Medicina y Cirugía. Frustrado Alquimista. Probable Metafísico. El que mejor canta los fandangos muy malamente del mundo. Ronco a compás de Martinete.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Mis Papeles


Papeles...

Desde pequeño me gustan los papeles. Cuando era un niño –bueno, como ahora pero con menos edad- aprovechaba cualquier papel que se cruzaba en mi camino para ilustrarlo con monigotes, aviones, coches o intentando dibujar (“pintar”) una y otra vez un perro o un caballo, sin éxito, pues nunca lo he conseguido y se que nunca conseguiré hacerlo, dado que mis dibujos de perros parecen caballos y los equinos siempre canes.

Me encantaban las libretas de tapas celestes o rosas con los renglones dobles para hacer las letras y aprender a escribir, libretas con sus márgenes delimitados por finas rayas de colores, y los cuadernos de cuadrículas que nos servían para hacer las cuentas primitivas con lápices que permitían nuestros errores sin tener que arrancar páginas ni afearlos con tachaduras gracias a la magia de la goma de borrar.



Pronto llegaron los libros a mi vida, aquella maravillosa Enciclopedia Alvarez de mis primeros años de párvulo con letras y dibujos en blanco y negro… Yo la pintarrajeaba donde no debía y por eso me llevé alguna reprimenda de las monjitas de la Sagrada Familia.


Con los años mi vida fue empapelandose a marchas forzadas por los diferentes “blocks”, las libretas de anillas, los libros de texto, los cuadernos de apuntes y de “deberes”… A la vez, la curiosidad bendita me hizo adentrarme en otra lecturas menos “escolásticas”: empecé a leer todos los libros de cuentos que encontraba por mi casa, los tebeos que conseguía que me compraran semanalmente y coleccionaba o los que me prestaban mis amigos de sus colecciones. Gracias al ejemplo de mi padre  y a la sabiduría de mi madre adquirí la costumbre de leer un buen rato en la cama todas las noches antes de dormir, costumbre que hasta la fecha conservo como un verdadero tesoro.



Entonces el papel se conservaba y no se dilapidaba. Se coleccionaban los tebeos y los libros de cuentos, se guardaban año tras año los libros de texto, se encuadernaban las revistas, se cambiaban las novelas del oeste, el papel del periódico se usaba para muchos menesteres desde envolver alimentos hasta encender estufas y candelas… No recuerdo yo que se tirara mucho papel a la basura.



Y cuento todo esto porque estoy absolutamente sorprendido de la cantidad de papel que, solo en mi casa, se “recicla” cada día. No es mentira si digo que tiro unos cuatro o cinco kilos de papel cada dos o tres día al contenedor azul de reciclar papel. Multipliquen eso por todos los vecinos de mi barrio, por los de mi ciudad, por los de Andalucía… Y eso me parece un derroche y un gasto excesivo e inútil que quizá podríamos evitar entre todos y de esa manera contribuir a tener un mundo mas ecológico y seguramente mas justo y solidario.

Mis “papeles” para reciclar son los siguientes: estoy suscrito al diario ABC en papel, que me dejan amablemente en la puerta de mi casa cada mañana con sus suplementos correspondientes. Suelo comprar El País al menos tres veces en semana para contrastar noticias y porque me gusta su sección cultural y el dominical. Mi quiosquero me guarda todos los viernes el suplemente El Cultural que viene con El Mundo, yo solo me llevo la revistilla que la colecciono… Los domingos me gusta leer el Diario de Sevilla también.  

Afortunadamente no recibo mucha correspondencia personal en el buzón, -pues unicamente los señores de Hacienda y Tráfico parecen confabulados para gastarme el nombre en esos desagradables papeles amarillos de las notificaciones de Correos…- y solo recibo casi a diario las típicas cartas del banco que no sirven para nada (estoy al tanto puntualmente de mis números rojos por Internet), algunas cartas de organismos varios pidiendo que me asocie y pague mas y mas cuotas para nada util, revistas y periódicos médicos mensuales a los que estoy suscrito… y cientos de folletos publicitarios de los mas diversos almacenes y supermercados con las ofertas mas inverosímiles, de tiendas de muebles mecanos que además de tener que trasportarlos como un burro los tienes que montar sin seguro médico incluido, de vendedores de enormes televisiones que te leen el pensamiento, de tropocientos mil albañiles que están deseando reformarte lo que sea, consultorios de belleza, masajes linfáticos realizados por ninfómanas, informáticos sin papeles, astronautas en paro buscando cohetes de segunda mano, magos del tarot  a  domicilio (previa cita), encantadoras de serpientes masculinas, etc, etc…

Lo que quiero decir es que aunque los de mi generación le debemos al papel casi toda nuestra formación y muchísimos inolvidables momentos de lectura, que gracias al papel conservamos como oro en paño nuestros queridos libros y cuentos y revistas y tebeos y poemas y las cartas de nuestras novias y muchos otros recuerdos escritos y fotografiados en papel… ha llegado el momento de detener esta sangría que le estamos produciendo a la naturaleza esquilmando los mas necesarios bosques, que no son otra cosa que los pulmones de nuestra Tierra, para convertir este oxigeno vital en tóxica pasta de papel convertible en periódicos y revistas que nadie lee porque están obsoletos antes de enfriarse, en folletos de publicidad fatua y engañosa que arruina a los más arruinados, en “best-sellers” de cagalastima que no aportan nada a la cultura ni al aprendizaje de quien los lee, papel que no arde siquiera como tiene que arder el papel…



Desde este Cuaderno insignificante propongo que evitemos despilfarrar y gastar dineros en consumir papeles que no se lo merezcan ya que podemos sustituir el papel por opciones mas adecuadas, léase Internet o los lectores electrónicos, etc. Si todos nos hacemos llegar por vía electrónica las facturas, los extractos bancarios, los periódicos diarios, las revista, etc, estoy seguro que en pocos años habremos conseguido algo para que se dejen de cortar miles y miles de árboles  que de verdad necesitamos para que limpien la atmosfera de anhídrido carbónico y lo reconviertan en oxigeno fresco y vital…


Yo voy a empezar por suscribirme a la edición digital de los periódicos que leo… aunque echaré de menos a ese papel que me mancha los dedos de tinta… claro que si…


3 comentarios:

  1. Ah, no!! Yo no me leo el Marca en el cuarto de baño en edición digital. Ni hablar!! jajaja

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    1. Aparte de esta broma, suscribo todo lo escrito por ti, don Celso.

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