Tengo que decirlo alto y claro: si hay algo incompatible es beber alcohol y conducir un coche por cualquier carretera.
Incompatible porque conducir un vehiculo es un acto de responsabilidad extremo no solo para nosotros mismos si guiamos, sobre todo para las personas que transportamos confiadamente como pasajeros con nosotros, y muchos más por los inocentes que podamos dañar por culpa de nuestra negligencia, ya vayan en otro coche, en moto, en bici, paseando, cruzando un semáforo o un paso de cebra o sentados tomando el fresquito en la puerta de su casa.
Conducir bajo los efectos o inmediatamente después de beber alcohol, teniendo disminuidas las capacidades necesarias y obligatorias para manejar el coche creando peligro y causar la muerte del prójimo, es un delito que debe estar castigado con las mismas penas que el que comete homicidio (dejo a los abogados el tema de los adjetivos).
Un coche mal usado, con exceso de velocidad y baja los efectos del alcohol es un arma mortal de necesidad, es un proyectil de mil kilos lanzado a cientos de kilómetros por hora sin control ni freno, es un amasijo de aceros y fierros capaces de seccionar miembros instantáneamente, en un abrir y cerrar de ojos, es una máquina de aplastar a otros coches, de segar vidas inocentes, de crear horror y destruir a familias enteras durante generaciones, de dejar a niños huérfanos, a mujeres viudas, a padres destrozados…
En pocos días hemos tenido varios tristes ejemplos en Sevilla y en Huelva de la ferocidad de la carretera con aquellos que incumplen las normas básicas de circulación. ¡Si señores, si! La mayoría de los accidentes suceden por culpa de uno de los pilotos de los coches, es culpa nuestra, de los que guiamos esas potentísimas máquinas llenas de caballos de potencia, de válvulas e inyecciones, de turbos, tracciones controladas y frenos de disco con ABS, airbags hasta en el cenicero y la biblia en verso si la pedimos.
Pero todo este nivel de seguridad no sirve de nada si no cumplimos las normas elementales de conducción:
- No beber alcohol. Mejor ni una gota. Si bebes no conduzcas, hazme el favor. Yo reconozco que a veces he manejado el coche con copas, pero afirmo que es una de las pocas cosas de las que me arrepiento en mi vida. Beber y conducir es de autentico gilipollas.
- No correr. Respetar las señales y las prohibiciones de velocidad y adelantamientos. Lo peor que se puede tener al volante es prisa, ganas de llegar a un sitio. La prisa, la ansiedad, nos hace cometer muchas más imprudencias que si conducimos relajados y tranquilos. La diferencia de tiempo al final del trayecto es insignificante y depende más del atasco y de los semáforos al llegar que de la velocidad en carretera y de jugarnos la vida con maniobras peligrosas. No seamos gilipollas.
- No distraerse nunca. La radio, el móvil, el gepeese, el tonton, el cigarrillo, el mechero… basta un segundo para dar un volantazo y tener una tragedia. ¡Precaución amigo conductor! No seamos otra vez gilipollas.
- Creo que un cochazo como los que ahora fabrican como churros está perfectamente capacitado para, con un chofer prudente, andar tranquilamente por una autopista a ciento treinta o ciento cuarenta sin poner en peligro la integridad de los demás autos que circulen por ella. Pero eso no implica que no cumplamos las normas de conducción y de seguridad cuando circulamos por carreteras no adecuadas, de doble sentido, comarcales, etc. Por muy seguro y grande que sea nuestro coche tenemos que andar siempre con respeto y precaución por estas carreteras.
Porque lo verdaderamente injusto en estos accidentes son las victimas colaterales, los que no han bebido ni una gota de alcohol, los que van por su sitio sin saltarse una sola indicación, los que conducen con la máxima prudencia sin apartar la vista de la carretera, … y de pronto, en un segundo fatídico, se les echa encima un coche desbocado por exceso de velocidad, por distracción, por falta de reflejos… y casi siempre motivado todo lo anterior porque el conductor había bebido alcohol… las copas… ¡si solo he tomado tres cervezas… ¡
He tenido que atender a muchas victimas de accidentes de tráfico. Es algo terrorífico y desalentador para los médicos ver a muchas personas muertas o con secuelas gravísimas por culpa de una noche de copas o por la distracción u error de un conductor que circula con exceso de velocidad, por incumplir las señales de tráfico, por adelantar indebidamente … ¡en un segundo cambia la vida de muchas familias!
Jóvenes atropellados y muertos al salir de una discoteca, cruzando un semáforo en pleno centro de Sevilla, yendo a su trabajo con su amotillo por una carretera secundaria, chavales destrozados en noches largas de discotecas y carreteras oscuras, ciclistas deportistas entrenando confiados por el arcén… casi siempre el exceso de alcohol al volante.
Repito que un coche mal utilizado es igual que arma mortal, peor que el que utiliza mal una escopeta en una cacería o en una montería. Un automóvil de los de ahora, en manos de un inconsciente bajo los efectos del alcohol, termina causando mucho daño, lo más probable es que sea el causante de accidentes donde mueran inocentes.
No se si esto que escribo horrorizado por los últimos sucesos que leo en los periódicos tendrá algún efecto sobre alguno de vosotros, pero os puedo asegurar que yo cada día tengo más miedo a la carretera, por mí, por mis hijos, por toda mi familia, por mis amigos…
No quiero ni pensar lo que tienen que sufrir las victimas inocentes que han padecido accidentes de tráfico y sus familias. Mi sincero pesar y condolencia con los familiares de todas los afectados.
A las autoridades les pido que extremen las multas y los controles de alcoholemia por el bien de todos.
Y por supuesto nada más lejos de mi ánimo que juzgar o dar lecciones de nada. Es solo una reflexión que hago en voz alta, en primer lugar a mí mismo y a mis hijos, sin ánimos de polémica de ningún tipo.
Por lo tanto si alguien se siente afectado u ofendido por mis palabras le pido sinceramente perdón.
Pero que no beba si tiene que conducir y que sea muy prudente.
Muchas gracias.
Celso, todo lo que has dicho es la pura verdad, y no sólo nadie se puede sentir ofendido por las verdades que dices, sino que has hecho un gran bien escribiendo todo lo que pensamos todos. Yo soy otra persona que le tengo pánico a la carrtera. Mis hijos tienen coche, moto y bicicleta, y yo estoy sufriendo siempre por ellos y por todos los que os quiero. Rezo continuamente para que no nos ocurra nada y llegemos siempre sanos y salvos.
ResponderEliminarOFENDIDO POR ESO?....PORQUÉ?....Lourdes..
ResponderEliminarQuerido doctor, nadie se puede sentir ofendido, salvo que sea una acémila de buena raza.
ResponderEliminarAhora una reflexión: Con el paso de los años, vamos tomando conciencia de estos asuntos. Los años, y como decis, el temor visceral a que un hijo se desgracie para siempre o pierda la vida en un accidente, y tu propia vida se vaya tambien por el retrete en ese mismo momento. La juventud es inconsciente y por eso tiene un pase su falta de prudencia, pero el adulto cuerdo que se sienta al volante bebido es un irresponsable y a veces tambien un "hijo de puta". Yo reconozco que he sido ambas cosas, pues alguna vez lo hice y tambien me siento muy arrepentido. Me gusta este comentario tuyo como me gustan las campañas que detallan con gran crudeza y realismo las consecuencias del alcohol al volante, nos recuerdan que la vida tan valiosa, se va en un instante de inconsciencia estupida o de consciente estupidez.
Pues acémilas, como las meigas... haberlas hailas...
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