Acabo de llegar de ver morirse a un gran hombre: Peru Llorente.
Pedro Llorente Zuazola, nació en Madrid en 1924, dice su DNI, sus apellidos son vascongados, pero yo no lo he visto más sevillano y rociero
Su padre Felipe Llorente Torroba fue uno de los fundadores de la Hermandad del Rocío de Sanlucar La Mayor, a la que Peru estuvo vinculado toda su vida, fue su Hermano Mayor y su benefactor, igual que su hijo Pedro.
Hace muchos años, desde mi infancia, he tenido la gran suerte de conocer a esta familia grande en todo el mejor sentido de la palabra. Pero fue gracias a su hijo Pedro Llorente Morales, con el que hice amistad cuando vivimos vecinos en Tomares, cuando tuve la suerte de conocer y tratar a su padre, a Pedro “Peru” Llorente Zuazola.
Sin darme cuenta me convertí en su médico de cabecera, hace ya mas de una docena de años. Desde entonces nuestra amistad y complicidad fue creciendo y convirtiendose, por mi parte, en franca admiración, en respeto y en cariño a la persona excepcional que quiero recordar con estas palabras.
Peru era un hombre especial. Lleno de bondad de la buena, de la cristiana autentica, generoso sin altavoces ni publicidad, devoto de La Virgen del Rocío, amante de la Marisma y de los Caminos, privilegio que gozaba en Hato Ratón donde pasó los más felices y últimos años de su vida, rodeado de sus hijos y de sus nietos, lleno de alegría que se le derramaba sin poder evitarlo fuera por donde fuera, sobrado de amigos que lo reclamaban para todo, un padrazo junto a su queridísima esposa Mari Morales.
Margarita, Luis, Maria Jesús, Pedro y María. Os quiero felicitar por el pedazo de padre que habéis tenido y disfrutado; por como lo habéis cuidado y lo habéis hecho feliz, por tanto como lo habéis querido.
Quiero agradeceros que me halláis permitido el privilegio de disfrutar de Peru también yo. De haberme sentido querido por el, de haberlo querido, de haber tenido la gran suerte de haber compartido con el (con vosotros) muchos ratos de alegría, de bondad, de ejemplo, de señorío, de verdad, al lado de ese pedazo de buena persona: de Peru Llorente.
Descanse en Paz.
PD: Peru, muchas gracias por esperarme. Hasta pronto.
cuando que le has visto morir, lo dices en sentido metafórico? yo no he visto morir a nadie,En realidad que raro es todo..la vida, la muerte.Yo también me tengo que morir pero siento que soy inmortal.Me iba a suicidar y me di cuenta de que soy inmortal y entonces no me moriré, solo me chafaré.
ResponderEliminarDescanse en paz. ¡Que malos ratos tienes que pasar primo¡. RP
ResponderEliminarEn esta entrada hay, según mi parecer, mucha amistad, cariño y respeto.
ResponderEliminarLe has dedicado a tu amigo el mejor de los elogios que se puede recibir cuando te llama la humedad: Ha sido un hombre bueno, buena persona y buen amigo. Ea, pues con esas armas ya podemos saber dónde está Peru; seguro, seguro.
Me apunto a esa despedida cuando llegue mi hora, por ella lucho y vivo y me esfuerzo en mi día a día.
Lo siento, un abrazo
Descanse en paz. Celso, sus hijas fueron compañeras mias de colegio en las Irlandesas.
ResponderEliminarEn cuanto al final del viaje por este mundo de cada cual, yo le pido a Dios, estar rodeada de todos los que más quiero, ser viejecita, y estar en paz conmigo misma y con la vida. Después, casi que me importa menos, para mí es más importante el mientras estoy aquí, el cada día de mi existencia. El otro día leí una frase que me encantó: "no es tan importante las cosas que nos pasan, es mucho más importante qué hacemos con las cosas que nos pasan". Concha.
Pues sí Concha, compañeras de colegio. Margarita y María Jesús Llorente, mi recuerdo y mi cariño para vosotras, y mi pésame para toda la familia.-
ResponderEliminarLourdes Pareja-Obregón.-
Celso, qué bonita carta. uffff me he emocionado, porque tú sábes que te estaba esperando para morirse de tu mano. Gracias Celso, tantas gracias.
ResponderEliminarMaría
Gracias a vosotros, Maria. Muchos besos.
ResponderEliminarPeru era una escuela viva de sabiduría, clase y generosidad... y sabiendo tanto, conocer a alguien nuevo siempre le parecía un acontecimiento reseñable...aunque se tratara de un patán! siempre con el beneficio de la duda!
ResponderEliminarTodo un CABALLERO. que suerte, Celso!!
CELSO, eres un gran médico y humanista de los de antes... de los de Don Gregorio y Don Pedro..y muchisimos otros anónimos.. sabio, ilustrado, humilde, humano.... El tuvo la gran suerte de poder esperar a que tú llegaras para poder morir de tu mano... le irradiabas paz, alegria, felicidad... y se fué feliz, cuando tú llegaste, te esperó antes de irse... Te admiro tanto como él a tí.
ResponderEliminarGracias.
ResponderEliminarCelso, ésto que te están diciendo, que una persona buena te espere para morir es de las cosas más humanas y más bonitas que le pueden pasar a dos personas.
ResponderEliminarEl Sr. Llorente sería extraordinario, descanse en paz.
Tu tuviste el privilegio de reconfortarlo, me parece extraordinario.
Enhorabuena.
Lourdes P-Obregón.-
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ResponderEliminarJoe Pedro , por fin lo encontré gracias al mi hija Silvia, se merece toda la salsa de Perú
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