Gracias al interés y a la
amabilidad de mi amigo Carlos Delgado
Ribelles, con el que comparto curiosidades comunes por la historia de nuestras
familias, el cual me hizo llegar unas fotocopias de varias páginas del libro Semblanzas
Taurinas escrito por don Natalio
Rivas Santiago -el que fuera entre otras muchas cosas (abogado, político,
historiador…) gran aficionado y escritor taurino superlativo- he podido conocer
con los detalles aportados por un testigo excepcional, como sucedieron los hechos aquella fatídica tarde del 27 de mayo de
1894 en Madrid cuando el toro Perdigón
de Miura segó la vida de Manuel García Cuesta "El Espartero".
Pues don Natalio Rivas resulta
que nos relata en su libro: “por una feliz casualidad llegó a mis
manos una carta manuscrita por el que fuera eminente cirujano don José Ortiz de la Torre, que estaba de guardia en la Plaza de Toros
de Madrid (entonces no
habría equipo médico “de cada plaza” como ahora, sino que atendían a los
heridos de las corridas de toros los cirujanos de guardia de la capital… que
por supuesto se trasladaban a las
plazas de toros…) la tarde que tuvo trágico fin el infortunado diestro
sevillano”…
La carta del doctor Ortiz de
la Torre, en lo que atañe a la muerte de “El Espartero” dice así: (paginas 136
a 141)
“ Voy ahora a relatar a
usted lo que conozco de la cogida de El Espartero:
Estaba yo en el palco que
tenemos para el servicio sanitario, que, como usted sabrá, se presta del
Hospital General.
El toro que causó la
tragedia era de los que llaman recelosos e inquietos y necesitaba un trasteo de
mucha calma y frescura, como comenzó dándole el diestro. Se tiró a matar en
buenas condiciones y salió enganchado por la ropa, volteándole a unos dos
metros sin consecuencias apreciables, porque enseguida se levantó y volvió al
toro. Pero aquí empieza lo lamentable.
El Espartero matando un toro.
Yo no sé si por el
aturdimiento que le produjera la caída o mas bien “quemado”, dio otros cuatro
pases en malas condiciones y se preparó a tirarse de nuevo, no estando el toro
cuadrado, sino muy adelantado y moviendo la cabeza, buscando por todas partes.
En mi entender había
mucha gente cerca de El Espartero que distraían al toro y que mas bien
estorbaban. Si allí hubiera estado un torero inteligente le hubiera impedido
tirarse en el momento que lo hizo.
El caso es que después de
meter una estocada contraria, salió arrollado recibiendo un fuerte golpe de
testuz en pleno pecho, y una vez en el suelo y sin intervalo apreciable, el
toro (que iba muerto) metió el cuerno por donde se lo encontró por delante, sin
intención, ya que le pasó por encima sin enterarse.
Encontronazo toro y torero
Tan rápido fue todo esto
que mucha gente no se enteró de la cornada. El pobre Manuel no hizo más que un
estremecimiento con todo el cuerpo y cayó desplomado.
Yo entonces corrí a la
enfermería y al llegar a ella entraban entre cuatro al pobre desgraciado con
una cara tan descompuesta que no pude menos de decirles: Le traeis muerto…
Reconocí con rapidez la
herida, que ocupaba el epigastrio, y tenía unos cinco centímetros, por la cual
se herniaba el colon transverso, y una vez reducido, empecé a ocuparme de aquel
colapso tan profundo que semejaba la muerte.
Le hicimos la respiración
artificial un cuarto de hora, inyecciones de éter, etc, etc… sin conseguir
nada. Por la herida no salía sangre. La sangría en ambas manos no dio ni una
gota. Estaba muerto, a mi juicio, de síncope cardiaco rapidísimo, producido por
la conmoción violenta del pecho y la cornada en el epigastrio, que obró sobre
el corazón, produciendo una inhibición de los centros motores del corazón.
Digo esto porque alguien
ha pensado que la hemorragia le había matado, cuando si así hubiera sido habría
sido la agonía mas larga. Y es más: si yo hubiera sospechado tal cosa habría
intentado abrir el vientre para buscar el foco hemorrágico. Pero esta bien
claro que la muerte fue producida de un modo instantáneo, antes de que la
hemorragia tuviera tiempo de producirla. Una cosa semejante a lo que sucede
cuando a una rana se le infieren pequeñas percusiones sobre el vientre, que
determinan la parálisis del corazón con sístole.
De modo que nada pudo
hablar ni hizo el mas pequeño movimiento que indicara conciencia. Para mi,
murió en la plaza.
Nada le digo a usted de
la escena que allí se desarrolló luego con la cuadrilla y los amigos, porque
usted puede figurarsela.
Al día siguiente fui a
ver el cadáver antes del embalsamamiento, y dilatando lo suficiente la herida
pudimos observar que el cuerno entró unos quince centímetros hacia atrás y
arriba, hiriendo el hígado en su cara inferior y borde posterior y desgarrando
ramas de la porta que produjeron una mediana hemorragia, insuficiente a todas
luces para matar tan rapidamente. De todas suertes, la herida era, como usted
ve, mortal en mayor o menor plazo. En este punto los periódicos se han
despachado a su gusto, fantaseando y falseando los hechos, como es frecuente.
En resumen, yo creo que
la primera cogida le produjo, no lesiones, sino un aturdimiento que le impidió
luego la necesaria calma para hacer las cosas bien.
Con que ahí tiene usted
los detalles que desea en la parte que conozco de ciencia propia…
Hasta su vista, sabe que
no le olvida su amigo y compañero José
Ortiz de la Torre.”
Para mi, bisnieto del esta gran
figura del toreo e ídolo de los aficionados sevillanos en su tiempo (ya os
contaré lo que se escribió en la prensa y como fue el traslado hasta Sevilla y
entierro en San Fernando) esta semblanza tiene un interés especial, pues como
médico puedo extraer mis propias conclusiones a la luz de los conocimientos
actuales.
Lo que viene a decir el doctor
Ortiz de la Torre, con muy buen criterio, creo, es que la causa inicial o
fundamental de la muerte de El Espartero no fue la cornada en el abdomen, sino que la causa principal se produjo a causa del primer encontronazo entre el pecho del torero contra la testuz de el toro que le hace salir despedido por el
aire unos dos metros.
Este traumatismo directo sobre la
zona del corazón produce un efecto retardado -en pocos segundos o minutos-
debido a un mecanismo del sistema nervioso parasimpático, lo que se conoce como
una contusión torácica y un síncope vaso-vagal, con descenso brusco de la
presión arterial y lipotimia o síncope… En caso agudos y extremos la contusión
sobre el corazón puede producir arritmias malignas, como una parada cardiaca, o
una hemorragia del pericardio que impide que el corazón se expanda y sobreviene
un colapso progresivo. De esta manera es muy posible que después del
traumatismo torácico el torero quedara a merced del toro, sin capacidad de reacción, debido a un sincope
cardiogénico y falta de circulación al cerebro… ¡que se le fuera parando el
corazón y se desmayara vamos!
Por esa causa no se apreciaba una
franca hemorragia después de la tremenda cornada… que lo más seguro es que le
hubiera causado la muerte por sí misma, ya que en la observación post mortem realizada (necropsia) se
evidencia rotura de la vena porta y laceración hepática, difícil de solucionar
con los medios de aquella época.
Pero nos queda la duda de que si
no hubiera habido el encontronazo previo y el golpe en el pecho… igual la
historia hubiera sido otra…
PD: Un placer compartir con vosotros
estas elucubraciones mías y os dejo estas coplillas en memoria de mi bisabuelo:
NO SE SI PUEDO ENTRAR.-
ResponderEliminarAGOOORAAA.-
ResponderEliminarNo pues nada, que el pobrecito bisabuelo murió tan y tan joven, víctima de la necesidad y sobre todo de su vocación y de la necesidad de los demás de un torero figura, de la rivalidad con otro diestro y creo de puro cansancio, agotamiento, presión, estrés, en fin, valores de hoy que ayer ni se conocían, lo único cierto es que éste muchacho de 29 años quiso ser una estrella....y lo consiguió.
Me siento muy orgullosa de el y muy apenada.
Un muchacho tan joven no debe morir..hoy son otras cosas que ni nombrar quiero, y como hoy no vienen a cuento, y siguiendo con el tema, que no muera más ni un solo torero.-
Y un placer haberlas encontrado, Celso.
ResponderEliminarLa pregunta que se me viene como lega completa en la materia: si hubiera habido posibilidad de reestimulación del corazón en aquellos tiempos ¿habría vuelto a latir el órgano? Ya entiendo que es una pregunta casi capciosa, pero más que nada se la hago porque aunque creo comprender bien esa especie de colapso (en mi lenguaje) que le sobreviene al corazón tras el encontronazo con el toro, no me explico por qué no le dieron masajes en el corazón (hablan de respiración artificial y éter "y éter", a menos que en aquellos tiempos... pues eso, no se contemplase.
Encantada de encontrar este lugar.
Un cordial saludo,
Sofía
Bienvenida Sofía a este Cuaderno, que es tu casa, y estaremos también encantados de que compartas tu tiempo con nosotros.
ResponderEliminarEn el año 1984 no se conocía muy bien la fisiología cardiaca y no se practicaba la Reanimación Cardio-Pulmonar (RCP) a los accidentados tal como lo hacemos hoy día.
Lo que opina este señor médico que lo atendió o que estuvo presente en la enfermería es que después del encontronazo primero con el toro sufrió un colapso progresivo que determinó una falta de reflejos y la consecuente cornada en el abdomen. La cornada era gravísima y casi mortal de necesidad en aquel tiempo (cirugía muy precaria, no había antibioticos, et, etc).
Pero si no hubiera existido la cornada es muy probable que si le hubieran aplicado medidas de reanimación, como masaje cardiaco eficaz y respiración asistida durante unos minutos, se podría haber recuperado de la contusión cardiaca... y hubiera vivido.
Muchas gracias por tus palabras.
Un saludo afectuoso.