Y de nuevo otro Johnny cogío su fusil y decidió
matar.
En realidad Johnny estaba muerto. Era un cadáver viviente desde hace
mucho tiempo, pero el zombi que habitaba el cuerpo de Johnny decidió morir
matando, igual que en las películas de zombis que ponen continuamente en la
tele, esas películas hechas para chavales en las que unos zombis chulísimos
tienen que matar a cuantos mas humanos mejor para seguir siendo unos zombis
televisivos y famosos.
Además, era el momento justo porque el fin del mundo
estaba al caer y aquellos zombis que cuando llegase el apocalípsis no
hubieran matado a muchas personas, no puntuaban y se convertirían en polvo y se
desharian como un puñado de cenizas que el viento las esparce y se difuminan.
Y la mamá de Johnny, divorciada desde unos años
antes, guardaba en su casa, por supuesto legalmente, una gran colección de
armas de fuego para matar a todos los hijos de la gran puta de los vampiros
chupasangres que pululan por esa parte del mundo, que aunque tengan apariencia
de guapísimos humanos, son hombres y mujeres dispuestos a morder en la carótida
y convertir al pobre Johnny en un lobo viviente, un traicionero cánido a las
órdenes del jefe de la manada, anulando su eximia voluntad de zombi.
Pero Johnny no estaba dispuesto a aceptar eso.
Alejado del mundo y de los vampiros que se divierte porque son guapos y triunfan, se introdujo cada vez mas en su convicción
devoto de esa gran pantalla de plasma que en tantos colores megapixelados y en
sonido esterofónico le tranmitian tanta verdad y realidad a él y a su zombi interior.
Y así Johnny era feliz en su mundo completamente real,
encerrado en su cuarto e introduciendose cada día mas en esos videojuegos en
tres dimensiones -largo, alto y muerte- donde con armas sofisticadas de fuego
irreal se van eliminando unos tras otro a humanos que se cruzan en el camino
del Ganador, del Jefe que maneja los mandos de la consola donde se hace
realidad el sueño de Johnny de ser alguien importante y reconocido, de atraer la
atención de los demás videojugadores y matar y matar a mas hombres y mujeres
para alcanzar las mas altas cotas de puntos del universo criminal de los
asesinos cibernéticos.
Y Johnny va dejando que le zombi que habita dentro de
él le susurre palabras al oído que solo él es capaz de escuchar y solo él es capaz
de entender en el lenguaje críptico y misterioso que hablan los no muertos.
Y un día, al solitario Johny le llaman la atención en
el colegio y lo castigan o lo expulsan de clase. Y eso no lo puede permitir. El
es un hombre con un zombi en su interior. Es distinto. El es un elegido. Ha
llegado el momento glorioso.
Y después de haber entendido perfectamente lo que se
espera de él, gracias a los mensajes de los videojuegos y a las órdenes del
zombi que se comunica con Johnny susurrandole órdenes tajantes dentro muy dentro
de su cerebro, decide actuar.
Las armas están preparadas, su madre las conserva
perfectas y engrasadas. Ella es la primera en caer, seguramente para comprobar
si el gatillo estaba duro o blando al apretarlo.
Después se encamina a su
colegio, va sonriente, feliz, lleno de optimismo, con su chaleco antibalas y
varios fusiles llenos de balas de verdad y con muchas ganas de jugar esta
partida en este gran videojuego nuevo que se le presenta por delante, con niños que juegan en un gran patio o que están sentados en sus aulas aprendiendo a vivir.
Y entra en el colegio. ¡Empieza la partida!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para hace comentarios libremente has de tener una cuenta de Google: loquesea@gmail.com
Solo se tarda un minuto, si acaso.
GRACIAS COLEGAS.