Ya en Sevilla. Lleno de energía y de ganas de empezar
el nuevo “curso escolar”. Descansado y feliz después de un verano tranquilo y sin
incidencias estresantes ¿qué más se puede pedir?
Este mes de agosto en El Rompido ha sido caluroso, con
predominio del viento de levante tan molesto en las playas de Cádiz pero tan
apacible y cálido en la costa de la Luz. El sol pegando fuerte desde bien
temprano y el agua con una temperatura
perfecta para el baño diario.
Mi Huevofrito
se ha portado estupendamente navegando sin problemas por la ría desde el muelle
hasta la Punta de la Barra o a la Casa del Palo. Mis nietas Celsa y Leonor son
ya unas marineritas muy aventajadas y da gloria verlas sentadas en la proa con
sus chalecos salvavidas naranjas bien abrochados, de cara al viento, avisándome
de cada barco que se acerca o que alcanzamos. Celsa con cinco años ya sabe
llevar el timón y se preocupa de las defensas, de guardar el cabo del rezón y
de ayudarme en el atraque. Leonor con tres años se baña en lo hondo sin
manguitos y bucea como una sirena. La pequeña Ana de solo un año es un
“pajarito” que le encanta el barco, el agua, las gaviotas, los cangrejos y los
perros. A la vuelta del baño se queda dormida reliada en una toalla -siempre en brazos de su abuela- sin
importarle el ruido del viejo fueraborda.
Esos son mis mejores recuerdos de este verano, los
baños familiares con las niñas en esas lagunas naturales que se forman cuando
baja la marea y que para ellas son como piscinas de agua salada.
Me traigo también el cerebro relleno de la
impresionante luz del atardecer que tanto me relaja en mis paseos solitarios
por la orilla del mar, y del sonido de las olas -que aunque yo las oigo lejanas
y amortiguadas por mi hipoacusia (no me llevo el audífono a la playa…)- me
suenan como un mantra relajante que me ayuda en la especial sesión de “mindfulness”
mientras paseo.
Pero tengo que reconocer que este verano he conocido
unos playas espectaculares que no están en Huelva. A mediados de agosto mi
primera mujer y yo decidimos hacer una excursión portuguesa a la península de
Troia y Comporta. Y voy a confiaros un secreto ahora que no nos escucha nadie.
Si ustedes van alguna vez por esa parte no dejen de buscar y llegar hasta la
playa de Aberta Nova. La mejor playa
que he visto en mi vida: kilómetros de arena inmaculada, agua verde jade,
fresca limpia y transparente curiosamente muy poco salada pues no nos dejó
rastro de sal en el cuerpo, y muy pocos bañistas pues está escondida detrás de
un bosque. Después de un magnifico almuerzo en el pequeño restaurante “O
Farista” de un pueblecito llamado Melides nos fuimos a otra playa preciosa pero
mas conocida, la de Pego en Comporta
con su chiringo superpija y gente guapa en las tumbonas, todos esperando la
puesta de sol al ritmo del diskjockey (o como se escriba) con unos deliciosos
yintonis de a doce euros el pelotazo… Al día siguiente a la vuelta paramos a almorzar en Aljezur
– casa “Pont a Pé”, pidan percebes- y a dormir la siesta a la playa de Arrifana, una de las mejores para hacer
surf de la costa vicentina. Un grato recuerdo.
Pero el recuerdo mas bonito que me traigo este verano
ha sido el contemplar los primeros pasos de Ana mi nieta. Tambaleandose y con
la piernas arqueadas y los brazos abiertos de par en par se lanzó un día a
caminar por la arena con una sonrisa como la del muñeco del bote de Netol,
cayéndose y volviéndose a levantar sin rechistar camino de la orilla para
llegar y meter los pies y las manos en el agua y reírse mirando a su madre como
diciendo ¿has visto?
Ana ya corretea por el paseo marítimo como un perdigón
detrás de cada perro que ve y en la playa detrás de las gaviotas señalándolas con
el dedo.
Una bendición de Dios.
DE NUEVO EN TOULOUSE,FRANCIA,PARA AYUDAR A MI HIJA CON EL COLE DE MI NIETO JUAN.Esta mañana y después de una semana de semi relax, me fuí con mi nieto al parque mientras su madre recogía la casa. Que energía tiene Juan por Dios. Nos vamos al rincón de los columpios, uno ocupado por un padre muy francés, cuarentón, y su niñita, en el otro subí a Juan, al ladito, tan sólo con un metro de separación. Yo, aunque canto peor que mi hermano Celso, que ya es el colmo, a mi nieto le canturreo las copliyas que se me vienen a la cabeza y al el como no entiende le gustan muchísimo, "Yaya antá" me dice. Claro que Si, de modo que al son del columpio y al ladito del francés y su niñita, me arranqué por, "aunque me voy y no me voyy, aunque me voy y no me ausento, aunque me voy y no me voyyyy, aunque me voyyy de palabraaa pero no de pensamientooo, aunque me voy y no me voooyyy", má má má me dice Juan, el francés me mira de reojo con expresión extraña, yo me animo, "Pinocho fue a pescar al río Guadalquivir, se le cayó la caña y pescó con la nariz...etc," el francés me mira sin compasión, Juan, má Yaya, ea, me vine arriba, ahí va eso: "con las bombaass que tiran los fanfarrroneeeeeee se hacen las gaditanas tirabusoneeeeee, etc y hasta el final.- #esloquehay #megustalafrance #peroajuanlecantolomío
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