Tragedia
mayúscula cuando un joven muere por problemas y complicaciones derivadas del
consumo abusivo de alcohol.
Pero
la verdadera tragedia es la permisividad paternal, familiar, social y gubernamental al permitir
el consumo indiscriminado y libre de alcohol de los jóvenes y menos jóvenes en
los llamados “botellones” y en la vía pública.
Me
asombro cuando los viernes o vísperas de fiesta me doy una vuelta por el
supermercado de mi barrio donde pandillas de menores de edad acompañados por un
mozalbete que tendrá dieciocho años hacen acopio de ginebra, de ron, de
güisqui… da vergüenza ajena contemplar a los pequeños cargando bolsas de
refresco y de licores camino de cualquier “botellona” de las muchas que se
organizan en la ciudad con la complicidad de la autoridad competente, donde se
embriagarán a veces hasta perder el conocimiento. Muchos accidentes que sufren
estos jóvenes los fines de semana son producidos por el consumo excesivo de
alcohol.
En
los colegios e institutos se debe instruir a los niños de los peligros del
consumo de alcohol. Y los padres deben dar ejemplo a los hijos de un consumo
responsable. Y la sociedad no mirar para otro lado ante el espectáculo
bochornoso de los menores y jóvenes bebiendo alcohol sin freno ni
responsabilidad alguna.
El
alcohol es un tóxico para todas las células del organismo y el daño es
dependiente de la dosis. En los jóvenes el daño que produce en los órganos
vitales: cerebro, corazón, hígado y riñones, puede llegar a ser en poco tiempo
irreparable.
El
alcohol es un depresor del sistema nervioso central. La aparente estimulación
que tiene a dosis pequeñas se debe al efecto llamado “paralisis de freno”
cortical, produciendo un efecto desinhibidor (risas, alegría, euforia), pero
que al ir aumentando la concentración de alcohol en sangre se convierte en un
efecto tóxico depresor -cuanto más joven más toxicidad- que comienza por la
corteza cerebral (sueño), centros subcorticales (torpeza al hablar), cerebelo
(pérdida de equilibrio y nauseas), médula espinal (descoordinación y amnesia) y
bulbo raquídeo (coma) con depresión de los centros vitales respiratorio y
cardiaco, poniendo en peligro la vida del intoxicado por parada
cardio-respiratoria.
Pero
los efectos del consumo de alcohol en los jóvenes, aunque no alcance
concentraciones muy elevadas, tiene unos efectos muy graves a corto-medio plazo
en diversos órganos:
-
Es un irritante local y produce trastornos en
garganta, esófago, estómago y duodeno, produciendo gastritis y úlceras.
-
Como se metaboliza en el hígado y es tan
irritante, se va produciendo una inflamación crónica, esteatosis o hepatitis
alcohólica que con el tiempo puede desembocar en una cirrosis (cada vez se
diagnostican en personas más jóvenes)
-
Se produce daño renal por la acción directa del
alcohol sobre las nefronas, aumento de la diuresis y produciendo deshidratación
y envejecimiento celular.
-
Tiene un efecto tóxico sobre el corazón
produciendo lentamente un aumento del tamaño cardiaco y una menor fuerza de
contracción del miocardio, lo que determinará una insuficiencia cardiaca y
fatigalididad.
-
Sobre el cerebro y el sistema nervios central
produce cambios tróficos en las neuronas y un deterioro progresivo de las
funciones superiores: atención, comprensión, memoria. El consumo continuado
produce importantes cambios del carácter con aumento de la agresividad y la
negatividad.
-
El consumo de alcohol en los jóvenes es la causa
de gran parte de los fracasos escolares y de los comportamientos agresivos y
violentos tanto a nivel individual como en grupos.
-
El alcoholismo es una enfermedad muy grave, de
tratamiento difícil y muy costoso, que está detrás de muchos casos de
separaciones matrimoniales, de violencia entre parejas y que produce gran
número de muertes al año tanto directa como indirectamente.
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