Lourdes
escribe:
Como a Dios
gracias he llegado a una edad que aparte de mis "cosas" no creo tener
nada irreversible (pido mil disculpas, soy una hipocondríaca de grado uno), me
puse a recordar treinta años cruciales en mi vida, desde 1955 en que nací a
1985 en que nació mi segundo y último hijo. Son pinceladas -no asustaros-
sensaciones, imágenes y escenas imborrables… ahí voy:
Las manos de mi
madre, el olor a colonia maravillosa de mi padre, el pecho de mi tata en el que
me sumergía y se borraban todas las inquietudes, cuando abría los ojos ya era
por la mañana, la Avenida Eduardo Dato y el Campo del Sevilla que eran mi casa
y mi parque de juegos, lo poco que me gustó siempre el colegio, mi cama, el
chicle Bazooka, el regaliz Zara, los helados Frigo, los polos de colores que
los chupabas y se quedaban blancos, la radio en la cocina con las dedicatorias
"para mi novio que está haciendo la mili en Melilla, con todo mi
amor", Bobby Deglané, la televisión Iberia, la carta de ajuste, la nevera
Kelvinator, lavadora Bru a cielo abierto, jugar en la calle Manuel Casana con
mi amiga Carmencita, su hermana y mi hermana (hoy Carmen es una mujer de las
más guapas que he conocido, siempre lo fue); en la tele, Herta Frankel y su
perrita Marylin, Frank Johan y Gustavo Re, Locomotoro y compañía, Miliki, el
chocolate El Gorriaga, las cuñas de Eladia, el silencio de la noche en mi casa
y el bullicio del día, la novedosa olla exprés que explotó y el caldo con los
garbanzos llegaron al techo, los gritos de mi tata Toni, el saltador Gorila con
el que me rompí el brazo, los patines Sancheski con los que rodeaba una y otra
vez el campo del Sevilla F.C. (le robaron el partido la semana pasadaaaaa), el
tono inconfundible de mi madre tocando el timbre de la puerta, timbrazos
seguidos, inquietos, deseando entrar..
El terremoto
del año 1969 que nos hizo pasar a mi familia y a la de mi tío Manolo la noche
en el campo (del Sevilla F.C., claro), lo que nos reímos con las cosas de mi
padre y de el, la guasa ante el susto… El cine Nervión, el Goya, y en el
centro, El Imperial y el Llorens, Ochoa y sus maravillas, quedar debajo del
reloj de La Plaza Nueva, la primera discoteca, Mari Trini cantando "Y
quién a los quince años, no dejó su cuerpo abrazar…", Los Beatles, Los
Bravos, Janette más que cantando susurrando, las canciones de bailes eternos,
la granadina de naranja, a las diez en casa sin aliento, la feria, yo montada a
la grupa con un traje blanco de volantes y tiras bordadas, el mantón turquesa,
mi primer trabajo, mi compromiso porque así lo quise, mi boda en Los
Venerables, lo que duele salir de Sevilla, lo que duele un parto, lo que duelen
dos, y las caras de mis hijos tranquilos y felices, que es lo que desde
entonces me ilumina, como el faro de El Rompido, que no se me olvidaba, no,
pero ahí sigue… Gracias a Dios.-
Y digo yo:
Y después de
esta maravilla que ha escrito mi hermana Lourdes (como siempre) a mi se me
vienen a la cabeza los recuerdos del terremoto de 1969. Y os puedo asegurar que
lo pase fatal, no tanto la noche del terremoto, como el miedo que me quedó
dentro y me aterrorizó creo que durante muchos años y que pudo ser la causa de
mis fobias y ansiedades posteriores… (¡Ya estoy estupendamente gracias a Dios!)
Yo tenía 12
años y dormía en lo que de día era la “salita de estar” y cuarto de juego de
los niños, en una sofá cama con una raja en medio. Enfrente una litera de esas
que se empotraban pegada a la pared creo que dormian mis hermanos Jose María y
Fernando. En la parte de arriba de la litera y como adorno reposaban varias
trofeos “copas” del Tiro de Pichón. Recuerdo un sonido como de tormenta lejana
que fue creciendo y empezó a moverse la cama y a dar saltos, yo me quede
petrificado porque no tenía ni idea que pasaba… silencio sepulcral y oscuridad
total, y de pronto el ruido escandaloso de las copas contra el suelo, mi padre
y mi madre corriendo levantando a niños, las tatas gritando… y mi padre que nos
va empujando a todos para la escalera, mi madre y las tatas buscando batines y
zapatillas, la escalera encendida y llena de gentes que bajan a la calle
despavoridas -menos mal que vivíamos en el primer piso y alcanzamos pronto la
calle- todos al descampado del campo del Sevilla, donde ahora esta la salida del los aparcamientos del Nervión
Plaza.
Mi padre creo
que tenía un Fiat que era como un Seat 1500 grande y lo puso en medio del
descampado, dentro las tatas con los pequeños dormidos y mi madre. Mis abuelos,
los padres de mi madre, estaban pasando unos días en Sevilla –su piso estaba
pegado al nuestro- y también trasladaron su coche allí. Al momento
llegó el coche de mi tio Manolo que vivía cerca, en Coibesa, enfrente del
colegio Portacoeli, con la tia Carmen y mis primos , Manuel Diego, Joaquín y Carmen que era una bebé. Mi abuelo todo se lo tomaba con buen humor y
recuerdo que gastaba bromas con mi padre y tio Manolin. A mi me dejaron salir
del coche y me encontré con toda mi pandilla, Diego Villalonga, Mundi y Jose
Blanco, Los Reales… Amaneciendo nos fuimos a casa. Aquel día no fuimos al cole.
Dos anécdotas:
1. A los pocos días del terremoto, estábamos almorzando
tranquilamente cuando de pronto se oye un rumor cada vez mas intenso hasta
hacerse como un trueno y se percibe un cierto temblor… sin decir esta boca es
mía y muy ordenadamente empezamos a correr escaleras abajo niños, tatas, papá y
mamá, que pasamos como una bala por delante de Manolo el portero con las
servilletas y los baberos puestos, hasta salir a la calle. Por la Avenida de
Eduardo Dato avanzaba lentamente una apisonadora atronando las ruedas macizas
contra los adoquines. Sin decir una palabra, nos dimos media vuelta y a casa a
seguir comiendo.
2.
Mi tio Manolo comentó la noche del terremoto que se
habían agobiado al desalojar su casa pues vivían en un tercer piso y encontraron
mucho atasco en las escaleras mas algún tropezón peligroso de los niños. Al poco
tiempo voy a casa de mis primos y veo en la terraza que daba al parquecito de
abajo un enorme bulto de cuerda gruesa, una maroma llena de nudos. Pregunto sorprendido
para qué era y (ya me lo imaginaba) mi sorpresa fue cuando mi tio Manolo tira la
maroma por la terraza y dice: “¡Manuel Diego, abajo!” ¿Saben ustedes cuanto tardó
mi primo Diego en bajar y subir por la maroma?… Pues eso.
¡¡Que da gusto leer esto¡¡ Seguid mano a mano. Precioso. Besos. Rp.
ResponderEliminarCelso, en la anécdota de la apisonadora, sé que nuestro querido Manolo el portero que estaba en su "garita" como siempre, le comentó a la señora del médico que vivía en el bajo, que había visto salir a toda la familia de D. Celso corriendo a la calle, y después subir todos muy serios..
ResponderEliminarMuy buenos recuerdos. Que tiempos como los hecho de menos.
ResponderEliminarNosotros vivíamos en Los remedios cuando la madrugada del día 1 de Marzo de 1969, Sevilla se sacudió, acabando toda la familia en un descampado que hay frente al colegio SSCC, donde hoy ponen la feria de Abril. Como en Sevilla hay mucha guasa, en relación con el seísmo la gente decía: "Conozca usted el pijama de su vecino".
ResponderEliminarDespués he vivido varios terremotos mas, sobre todo en la costa Onubense y la verdad es que en esos momentos te das cuenta de la fuerza que tiene la naturaleza y lo "nada" que somos.
Un abrazo.-
Genial de nuevo Lourdes. Comparto muchas de tus pinceladas. Me llega al alma la del timbre de tu Madre, el timbre de la mía, impaciente pero tranquilizador por su llegada.
ResponderEliminarUn abrazo. P. Fuertes
Gracias Pilar.-
EliminarLourdes.-
Con permiso del Doctor Pareja.
ResponderEliminarLourdes, no me des las gracias. Son para tí por como escribes. Para mí es una sensación muy extraña leerte. Es como estar en una mesa camilla, brasero en pies y mis hermanos y padres hablando sin parar.
Llevo 21 años (hoy los cumplo) fuera de Sevilla y aunque ya tengo otra familia sigo echando de menos a los míos de siempre. No tengo esos momentos de charlas repetitivas, más que sabidas y maravillosas. Charlas en las que toda la familia sabe el principio de las historias, el final, el recuerdo del uno y del otro...las mismas palabras y sentimientos una y otra vez. Incluso tu mirada va dirigiéndose a aquél que sabes va a hablar en ese punto de la historia, como ensayado para rodar una película. Es de esas cosas que cuando ya no lo tienes aprecias y deseas. Ahora lo hago cuando vuelvo a Sevilla, muy pocas veces. Que me gusta oír a mi Madre repetir todo varias veces (uff) y a mis hermanos contar otra vez nuestras cositas familiares. Sabes esas historias que ya no tienes claro si las has vivido o es que de tanto oírlas crees que si?
He notado que después de esos ratos quieres aún más a los tuyos, ratos para no olvidar lo que han significado en tu vida. Deberíamos hacerlo todos.
Esa es la sensación que me atrae a leerte en el blog de tu hermano. Al principio no sabía que era, hasta que me descubrí a mí misma buscando un paquete de pipas a la vez que te leía (mi madre y mi tata las comían todas las noches), nunca como pipas! Jaja.
No sé si he conseguido expresar bien lo que me provocas, no sé escribir. Pero lo he intentado.
Gracias. Un abrazo. Y perdón por la intrusión al Doctor.
P. Fuertes
Pues mi enhorabuena a ti Pilar por como has descrito lo que yo siento cuando escribo cosas de Sevilla y de la infancia que se fue..Tu si que escribes bien.
ResponderEliminarRealmente es así, son historias que ya sabes, que las tienes en la memoria y las rememoras, a veces adornándolas o exaltándolas, no sé, lo que si es cierto es lo que dices, cuando nos reunimos a contarlas, ya sabemos quién va a hablar y que va a decir, porque todos formamos parte de un mismo pasado, común y feliz indudablemente, porque sino no lo recordaríamos con tanto..
Que buena terapia, para mi recordar y escribir sobre el pasado presente y un futuro de fábula (que no fabuloso por obligación), es lo que me da la vida..Literal.-
Un abrazo Pilar.-
Lourdes.-
Ojalá nos diesemos cuenta de nuestra propia identidad como país de nuestra idiosincrasia, de lo que somos y con lo que contamos. Si no es así, malo, así nos va.
ResponderEliminarDe acuerdo contigo anónimo.
ResponderEliminarEn esta página tan bonita en la que hablamos de nuestra infancia y juventud, quisiera traer a colación una reflexión que me gustaria que fuera bien entendida, y espero que bien explicada por mí. Empezaré por decir que no me siento ni nacionalista, ni federalista -que no sé ni lo que significa, ni defensora de causas perdidas, pero sí creo que en nuestra tierra, Andalucia, nos haría falta un poco de menos centralismo y más mirar por nosotros mismos. Siempre he dicho y lo sigo diciendo que me dá mucha pena que no haya NINGUNA representación politica de Andalucia en el Congreso de los Diputados. Esto nos dá una idea de lo poco que -en mi opinión- miramos por nuestros propios intereses. Siempre he pensado y votado (muchas veces) que si no nos defendemos nosotros, nadie lo hará, digan lo que digan y prometan lo que prometan, pues a la hora de los votos, Andalucia tiene muchos, y después, "si te he visto ni me acuerdo". Me da la impresión de que nos utilizan para sus fines partidistas. Por mucho Parlamento de Andalucia que tengamos aquí, si en Madrid no hay ninguna voz que hable por nosotros, de poco nos sirve.
ResponderEliminarQuiero muchísimo a mi tierra, y es por eso mismo, por lo que la quiero, por lo que pienso así. Yo no necesito ninguna independencia; quien la desee, que luche democratica y pacificamente por ella, sin despreciar ni ofender a nadie, pero repito, yo no la deseo ni la necesito. Pero si deseo que los andaluces miremos más por nosotros mismos y nuestros legítimos intereses (en el buen sentido de la palabra, como dijo el maestro). Espero que algún día tengamos representación parlamentaria y nuestra voz sea escuchada como nosotros nos merecemos, con todo el respeto que esta MARAVILLOSA tierra se merece. Besos a todos. Concha.
Como esta página se titula, "Treinta años de recuerdos", yo quisiera recordarme a mí misma algo que he ido aprendiendo a lo largo de los años y que no quiero ya olvidar nunca: es lo que yo llamo "pararme a pensar". Todos pensamos continuamente, claro está, pero yo creo que es muy bueno -por lo menos para mí- en un momento dado, dejar lo que esté haciendo, sentarme (muchas veces con los ojos cerrados) y pensar despacio, detenida y relajadamente. Esto no quiere decir para nada que lo que yo piense es lo acertado, en absoluto, pero desde luego mi intención es ésa y sólo ésa: intentar dar en mi vida los pasos que hay que dar -o no dar-, lo más acertados que yo pueda (siempre en el buen sentido de la palabra). Como es lógico me equivoco continuamente, pero el simple hecho de pararme a pensar me ha hecho comprender muchas cosas, por lo menos en mi propio y legítimo raciocinio. Y una de las cosas más importantes que he comprendido es muy evidente, y si se quiere reiterada o reiterativa (pero nunca, por cierta, tópica): la vida es un momento, un ratito, un instante cósmico, y el tiempo que yo esté aquí, quiero emplearlo en ser feliz -que para mí significa vivir serenamente y tener paz- e intentar que los mios también lo sean (a esto dedico mi vida).
ResponderEliminarVivimos sucesiones de "crisis", tanto generales como personales, que van pasando y a su vez van llegando otras de distinto calibre y condición. No hay ninguna meta que nos diga: "se acabaron los problemas", esa meta no existe, por lo tanto, lo lógico es ir llegando a pequeñas metas diarias y cotidianas.
Ahora mismo, delante de mi ventana, veo en el tibio sol de esta mañana de otoño, las palmeras del cercano parque de mi casa. Voy a tomarme un café y a seguir mi jornada, pero serenamente, tranquila, en paz. Concha.
REFLEXIONES.
ResponderEliminarEn el anónimo anterior escribo "reflexiones", porque en los dos de más arriba hago un par de ellas. Hoy quisiera hacer alguna más, pues no me supone ningún problema hablar de mis pensamientos mientras yo no ofenda a nadie, y conscientemente nunca lo he hecho ni lo haré.
ResponderEliminarDurante esta llamada "crisis" de la que tanto hemos hablado y se sigue hablando, he notado distinto estados de ánimo en las personas que me rodean, en las de la calle, en los medios de comunicacion etc. Y lo que ahora veo se parece mucho al desengaño. La gente está, estamos desengañadas. Hemos luchado mucho, aguantado mucho y ya no tenemos ganas de luchar y de aguantar por algo en lo que creíamos (politicamente hablando) y que ya no nos creemos de ninguna forma. Las ideologías han pasado a un plano muy inferior, y ya lo que el pueblo quiere (es mi opinión) es un trabajo digno para nosotros y nuestros hijos, y simple y llanamente vivir en paz. La sociedad ha madurado y ya no nos engaña ningún politico iluminado prometiendo mentiras. Ellos no buscan el bien común, ellos buscan su propio bien. Los partidos se han convertido en pequeñas "sectas" a las que sus afiliados pertenecen y les deben "obediencia debida". No hay dentro de ellos diversidad de opiniones, ni variedad en nada, son como seres clónicos con un mismo pensamiento y opinión. Esto tiene -bajo mi punto de vista- una lectura muy sencilla: dinero y poder (salvo honrosas excepciones, muy pocas). Por lo tanto no es de extrañar que los ciudadanos asistamos perplejos al bochornoso espectáculo de unos politicos que no hacen más que estar al servicio de la Banca, y mentirnos para seguir en la poltrona, sin tener en cuenta para nada nuestros sentimientos e incluso nuestros sufrimientos. Concha.
Ah! y que no se piensen los politicos y los banqueros que el pueblo o la sociedad somos tontos, que de eso nada; llegará un día, y creo que no muy lejano, que ya no nos creamos nada de nada, y entonces tendrán que cambiar o los votará su señora madre y nadie más. También Concha.
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