"Casos Clínicos"

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Sevilla, Huelva, El Rompido, Andaluz.
Licenciado en Medicina y Cirugía. Frustrado Alquimista. Probable Metafísico. El que mejor canta los fandangos muy malamente del mundo. Ronco a compás de Martinete.

viernes, 14 de enero de 2011

TERRITORO (Manuel Vicent-EL PAIS)

Este articulo se publicó en el diario "El Pais" hace unos años, escrito por Manuel Vicent. Me recomendaron que lo leyera porque atravesaba un momento difícil. A mí me cambió mi manera de pensar, me hizo reflexionar y mi vida cambió porque yo quise que cambiara. Leedlo despacito y disfrutad.

TERRITORIO.

El tiempo también es un territorio. A cierta edad el tiempo que te queda por vivir será tu único patrimonio. Mientras seas joven no pasa nada si parte de ese patrimonio lo cedes de buen grado a otra persona, si lo malgastas o, incluso, si permites que cualquier idiota te lo arrebate. La vida te dará todavía algunas oportunidades para recuperarlo. Pero cuando el caudal empiece a agotarse no deberás permitir que nadie interfiera, fiscalice o coarte ese tiempo de tu exclusiva propiedad. Cualquiera puede ser rey de ese territorio invisible, solo que para llegar a dominarlo hay que dar un golpe de estado: si pierdes esa batalla ya no serás nadie. Un día, tal vez a causa de una depresión o porque el dedo de un ángel te haya tocado la frente, tendrás la evidencia del valor del tiempo que te queda antes de disolverte en el espacio. Será lo más parecido a una revelación. De pronto descubrirás un hecho tan simple como este: que la vida te pertenece a ti y a nadie más. Debes saber que nadie te va a agradecer el haber cedido la soberanía si no fue por tu gusto y placer. Habrás sido un esposo fiel, un padre ejemplar, una hormiga de oro para la empresa y un ciudadano honorable, pero no serás el tipo que un día decidió ser libre, ya que el tiempo también es libertad. A partir de una edad no intentes volar en ala delta ni correr los cien metros lisos a menos que te pongan un féretro en la meta. Hay retos más difíciles que uno debe afrontar cuando ya se divisa un gato negro en la línea del horizonte. Dios creó el tiempo, pero dejó que nosotros hiciéramos las horas. Ese pequeño territorio de cada día será imposible de gobernar si el tiempo no es tuyo y no eres tú quien marca las horas para regalarlas y compartirlas con esa clase de personas que te hacen crecer por dentro. Esa dádiva también será tu salvación. Estas cosas le decía el Maestro al discípulo mientras paseaban una noche muy oscura por una ciudad abandonada. Al llegar a una plaza el discípulo creyó que había salido la luna llena sobre los tejados, pero solo era la esfera iluminada del reloj de una torre, donde también había una veleta oxidada en forma de gallo. En ese momento sonaron doce campanadas y el Maestro le hizo observar al discípulo que aquel reloj no tenía agujas ni números. Su esfera parecía la córnea de un ojo que les miraba en la oscuridad. El tiempo también es el silencio, de modo que a una edad lo más sabio a veces es callar, pero nunca obedecer, dijo el Maestro. El gallo oxidado de la veleta cantó anunciando la madrugada.

Manuel Vicent. EL PAIS.

3 comentarios:

  1. Cuanta razon.Este escrito deberian de ponerlo
    en todos los centros de salud,al estilo de los carteles del oeste ¡SE BUSCA¡ y tiene premio;
    La felicidad,mas o menos

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  2. Yo digo que la Felicidad no es un objetivo, una meta donde hay que llegar, tampoco es el camino que recorremos para llegar, creo que más bien es la "manera" de andar día a día ese camino.
    Gracias.

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  3. Es algo parecido a lo que llamo que "no seas un tacho de basura", "ni elijas a los demás como tacho de basura".
    Pues así es.
    ¿Cuántas veces te levantas a la mañana y al hacer unas cuadras en tu coche, algún desaforoado te grita y te tira toda esa mierda que tiene encima por el stress, por las discusiones con su jefe, por sus problemas económicos, como si fueras un tacho de basura para limpiarse de la basura que tiene encima, y que te la cargues tu durante el resto de la jornada?
    Y cuando llegas a casa le pasas parte de esa basura a tu esposa, o tu familia.
    Pues no seas tacho de basura de los demás, ni pases tu basura a otros.
    Debemos aprender como bien dices por ahí a vivir nuestro tiempo de una manera diferente, aprovechando al máximo, y sobre todo sin juntar esa basura que anda por el mundo.
    Un abrazo de siempre, Primo Celso, de Carlos desde este lado del Mar

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