Mi infancia son recuerdos del barrio de Nervión, de un piso en Eduardo Dato lleno de luz y de vida, de un patio interior, de una escalera y una portería. Las primeras caras: mis padres, mis hermanas, mis tata Meme y la Toni, Manolo y Asunción, (los porteros, como de la familia), y después, mis amigos Diego Villalonga, Mundi y Jóse Blanco.
Son recuerdos de una casa especial e inolvidable. La puerta de la cocina, cuando todavía no llegaba al timbre ni de puntillas, daba paso a una cocina no muy grande pero llena de olores y de ollas hirviendo. El pasillo largo, con el reloj colgado -como vigilante- la salita de estar y comedor de diario (a veces dormitorio), el cuarto de las niñas, el de los niños, el de las tatas, el cuarto “de juegos”, el dormitorio de mis padres, con su gran cama-hospital, y al final, esa parte oscura y misteriosa de la casa, la entrada principal con su gran espejo y el salón silencioso lleno de copas y de cuadros.
Son recuerdos de una avenida que cruzar y un campo enorme enfrente de mi casa donde pasaba muchas tardes en libertad jugando a la pelota. De pantalones cortos, bocadillos, carreras y partidos de futbol. De tardes de sol, muchachas con delantal, soldados de uniforme paseando y las novias suspirando.
Recuerdos del “Campo del Sevilla”, donde jugué tantas veces en sus soportales, tantas veces descansé sentado sobre sus muros de piedra y tantas veces me deshollé las rodillas en sus losetas. Recuerdo con cariño a la familia Pérez, que tantas veces nos dio agua por la ventana, a cualquier hora que la pidiéramos. ¿No vamos a ser sevillistas, por Dios?
El tranvía, con su traqueteo, el carro del hielo tirado por percherones, el afilador en bicicleta, el gitano de la cabra y algún loco conocido que pasaba por allí. A veces hasta se escapaba un becerro de algún cortijo cercano y tocaba salir corriendo.
En invierno jugábamos en la calle Palacio Valdés, para todos nosotros “la calle de Eladia”, porque así se llamaba la tortería de Eladia y su hermana Anita, donde se compraba o se “apuntaba” el pan, la merienda y casi todo lo de diario.
Entonces mi vida pasaba lentamente, cada día era tan largo y pasaban tantas cosas como ahora en una temporada. Ya dije que nunca estuve ni me sentí solo, siempre acompañado, siempre querido. Desde pequeño he tenido una relación especial con mi madre, una especie de transmisión de confianza hacia mí, que me ha hecho sentirme muy bien conmigo mismo, pero me ha obligado a estar siempre “atento”… no sé como explicarlo.
Mi primer colegio fue La Sagrada Familia, uniforme negro con escudo plateado en el pecho. El primer intento no cuajó, lloraba desconsoladamente y le pegué un bocado a la Madre Lucía en la mano, suficiente para volver a casa hasta el año próximo. Estuve dos felices años en ese estupendo Colegio. Allí leí mi primera Enciclopedia, que conservo. La Madre Presentación me enseño los números, las cuatro reglas, leía con facilidad, aprendí a expresarme correctamente y hasta intentaron enseñarme a cantar. Allí conocí a muchos de mis, todavía, mejores amigos: Alberto Núñez; Manolo Jimenez; Luis Serrano. Allí hice La Primera Comunión, con siete años.
Nos recogía siempre (a Concha; Lourdes, Josemaría y a mí) mi tata Meme, desde el Colegio a nuestra casa teníamos que cruzar el campo del Sevilla. Algunos días mágicos mi padre aparecía como por arte de mágia de un uno de los huecos de las puertas del estadio… este es uno de mis recuerdos preferidos.
Continuaré.
Desde cierta lejanía miro para Sevilla y la veo entera y extensa en su llano, sin tiempo pero también a través de él. La primera casa alta tenía una ventana abierta a la avenida clara y ancha, con un bulevar por el que hicimos la mudanza al cercano piso nuevo, a la sombra de los plataneros y con el olor a café del tostadero de San Bernardo. Recuerdo a mi padre entrando en la portería, subiendo rápido la breve escalera, sus pasos....Sevilla es mi alegría de un sábado por la tarde, el reloj del pasillo de mi casa, mi madre bellísima, mis tatas, las literas..Cuando pienso en la giralda siempre la veo en el mismo sitio, bajando por la avenida tras el puente y al atardecer, ahí está entre grises y rosas, serena y bellísima. Algunos domingos íbamos a misa todos con mis padres a la catedral, nos sentábamos en sillas de madera entre las columnas y en el suelo inmenso se reflejaban las vidrieras con los colores de Dios, azul violeta rosa verde..El tiempo pasa por ésta intemporal, mis colegios, mis amigas, el cine Imperial, la piscina, los amores. Esta es mi ciudad, maravillosa y contradictoria, sus Vírgenes dolorosas, sus Cristos Nazarenos, su olor su color su calor y todo lo que siento al pensar en ella, desde cierta lejanía..Y desde ésta tierra huelvana que tanto quiero..
ResponderEliminarDesde mi barrio de El Porvenir, en el que vivo hace treinta y cinco años -de los cincuenta y seis que tengo-, sigo emocionándome cada vez que voy o paso por Nervión. ¡Gracias Dios mio por todas las cosas buenas que nos has dado. Por nuestra niñez, adolescencia, juventud y ahora madurez! (algunos ya somos abuelos). P.D. Celso, se me olvidó decirte el otro día que Don Segundo sigue viviendo en el primero. Tu hermana Concha
ResponderEliminarBuenos dias Celso, emotivos recuerdos, te voy a pasar una receta que tomabamos en Rocio, la hacia por la noche del sabado D. Rafael Asian Cardo el popular (Rafael el Ne)que la Virgen del Rocio lo tenga en su gloria a tan buena persona y tan buen Rociero, siempre lo recordare con cariño.
ResponderEliminarEl secreto de esta sopa consistia en mantener al pulico muerto de hambre ya que le daba toda la coba del mundo, pero no solo era esto si no que la hacia realmente bien-
Se frie bastante cebolla, como siempre muy despacio y nuy bien frita, cuando esta reducida casi a una cuarta parte se le agrega el tomate marca Martinete (triturado) se frie bien y a continuacion le agregamos las rebanaditas de pan revolvemos bien y cuando esta totalmente impregnado el pan agragamos el agua y un buen manojo de yerbabuena, probamos de sal dejamos cocer un poco y a comer.
Si te gusta la sopa de tomate a mi me sale de rechupete.
Por cierto hoy estoy cocinando unas manitas de cerdo, me he inventado una receta a la que pienso llamar manitas Concha y Sierra, ya estan finalizadas y he invitado a dos excelentes comilones para que den su veredicto, ya te contare.
Muchas veces las buenas cosas salen de inventar cuando se desconoce la receta original.
Saludos
Jose Luis Fernandez.
Espectacular la sopa de tomate, gracias Jose Luis, desde ahora cada vez que abra una lata de tomate Martinete, me acordaré de José Luis..Muchas gracias y un cariñoso saludo..
ResponderEliminarCoria del Rio.... las cosas bien hechas.
ResponderEliminarQué arte tienes Celso. ¡Me encanta!
ResponderEliminarMuchas gracias Javier, arte el que hay en tu cuaderno, que es Cadiz, que es salitre, levante, comparsa y chirigota, poesia, poetas, ostiones y ortiguillas, cuples muy bien cantados, (ya quisieramos en Sevilla...) don Carnal, doña Cuaresma, un pueblo en la calle, una lección de civismo, una mierda para Francia en questíon de Libertad, Igualdad y Fraternidad, porque señoras y señores en Cadiz: ¡ hay que mamar !
ResponderEliminarBuenos dias Lourdes, prueba hacerla, te la recomiendo siempre muy despacito en la cocina no hay que correr y si es pequeña menos.
ResponderEliminarComo decia mi paisano Rogelio Sosa cuando le dijo el entrenador, Rogelio corra usted hombre a lo que Rogelio le contesto, Mister yo no corro porque correr es de cobardes.
Yo solia hacer a la vuelta del Rocio el lunes cuando ya estan los cuerpos hartitos de tomar de todo, parabamos en Palacio y alli a la sombra de los ecaliptus un buen arroz con tomate que como decian resucitaba a los muertos.
Cada vez que me ven los amigos siempre la misma cancion Pepe haz un arroz con tomate.
Ya os pasare la receta-
Celso muchas gracias por el piropo para mi pueblo que es el tuyo.
Hola José Luis, la verdad es que cocinar me gusta poco, será porque lo tengo que hacer a diario, pero voy a hacer tu receta y sin correr. Te voy a dar una que a mi me gusta mucho y es genuína de ésta tierra de Huelva dónde yo vivo y dónde se cocina tan bien y hay una excelente gastronomía.HABAS CON CHOCOS.- Un kilo de choco bien fresco, limpio y cortado, los tentáculos también, un kilo de habas de las grandes sin cáscara, yo las compro congeladas. Se sofríe cebolla abundante muy picadita, un diente de ajo entero y un trozo de pan,en su punto se saca el diente de ajo y el pan al mortero, al sofrito se añaden los chocos, vueltas, mientras se maja el pan y el ajo con cominos, aguita pa diluir y al guiso, chorro de buen vino, agua caliente, sal pimienta laurel y colorante amarillo, cuando los chocos lleven como 20 minutos, se añaden las habas otros 20, fuego mediano...buenísimo, y aquí se llama éste guiso Chocos con habas de cuaresma, pero yo lo hago cuando quiero....Un cariñoso saludo amigo.
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